Psicología
¿Existe realmente la “crisis de los 40″ o es solo un mito?
La primera vez que se utilizó el termino fue en el año 1965. Y desde entonces, la idea se ha popularizado tanto que hoy mucha gente la da por cierta. Pero, ¿realmente es así?
Cuando superamos ciertos hitos en nuestras vidas, es normal que echemos la vista atrás y nos planteemos cómo hemos vivido nuestra vida. Y eso puede llevarnos a tomar algunas decisiones que algunos podrían llamar `extravagantes´, como comprarnos un deportivo, retomar el deporte o hacernos una operación estética. Es algo que le suceder con especial virulencia, sobre todo, a aquellas personas que tienen vidas poco gratificantes.Que sienten que su tiempo se evapora entre atascos, un trabajo que no les aporta ninguna satisfacción y en sesiones nocturnas de Netflix. Y es normal que estas personas quieran retomar el control de sus vidas. Esencialmente, es una lucha contra el tiempo.
El primero en usar el término “crisis de la mediana edad” fue el psicólogo canadiense, Elliot James. Que en el año 1965 se refirió a este fenómeno, pero aplicado únicamente a los artistas y compositores, que tenían muchas reticencias a vivir de acuerdo a su edad, aferrándose a la imagen juvenil que les había catapultado a la fama. Desde entonces, el término se ha popularizado hasta el punto en que una parte sustancial de la población cree que es un hecho probado y científico. Pero, ¿es realmente así?... cuando una persona cumple los 40 años, ¿automáticamente experimenta un periodo de crisis?
¿Es un constructo social?
La realidad es queno todo el mundo experimenta estas crisis existencialescuando cumplen los cuarenta años. Es posible que este hito se haya marcado en el imaginario colectivo como una construcción social. De hecho, muchas investigaciones han demostrado que la “crisis de los 40″ no se experimenta en muchas partes del mundo. Lo que nos podría decir que, en realidad, no es un momento importante per sé, sino que es una idea extendida a través de los medios de comunicación, el cine o la literatura.
El neurocientífico José Ramón Alonso lo explica así: “la ciencia ha dicho menos al respecto que la llamada cultura popular”. A lo que añade: “Al parecer, el número de crisis vitales se ha multiplicado. En la actualidad, se habla de la crisis del primer cuarto, que tendría lugar entre los 20 y los 30 años, las crisis de la media vida, donde entrarían las de los famosos 40 y los 50 y una nueva crisis en torno a los 60 y la jubilación”.
Es como si la sociedad hubiese marcado unos momentos en el calendario en los que deberíamos pararnos a pensar sobre muestro papel en el mundo, en el sentido de la vida y en lo qué hemos conseguido. Y que esto nos llevase -irremediablemente- hacía una crisis existencial. Sin embargo, para José Ramón Alonso, no es suficiente con que se cumplan los cuarenta años, sino que “las crisis de la media edad suelen tener un elemento desencadenante”. Como la muerte de los padres o que el más pequeño de la familia abandone el nido.
La felicidad tiene forma de “U”
A pesar de que la evidencia dice que cumplir 40 años no es razón suficiente para que experimentemos la crisis de los 40, sí que existe un hecho estadístico y científico que parece marcar este punto de nuestra vida como un momento de transformación... aunque no tiene porqué suceder en este momento concreto.
Los economistas David Blanchflower y Andrew Oswald han hecho un seguimiento estadístico sobre cómo se distribuye la felicidad en relación con la edad. El primer estudio, que realizaron en colaboración con la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos (NBER), incluyó multitud de encuestas realizadas a alrededor de 1,3 millones de personas seleccionadas al azar en 51 países.
Aquel estudio evidenció que la felicidad tiene forma de “U”. Que cuando cumplimos los 20, las cosas van empeorando hasta que tocamos fondo entre los años 40 y 50 años; y que es a partir de esta edad, cuando las cosas empiezan a mejorar.
Sin embargo, los resultados de aquel estudio fueron muy criticados por la comunidad científica. Porque todos los países seleccionados para las encuestas eran del primer mundo. Y por tanto, no podía explicarse como un fenómeno universal, sino como un fenómeno que solo afectaba a los países ricos. Por ese motivo, los economistas volvieron a repetir el mismo estudio en varias ocasiones. Esta vez ampliando el universo estudiado y entrevistando a personas de 132 países diferentes.
Pero ampliar el número y localización de participantes no cambio nada. La felicidad seguía siendo menor entre los 40 y los 50 años, en comparación con el resto de momentos de la vida. La única diferencia reseñable es que en los países más ricos encontraron que el punto más bajo (en lo que a felicidad se refiere), fue a los 47 años; mientras que en los países en vía de desarrollo, ese punto se desplazaba un poco a la derecha, en torno a los 48 años. Pero en ambos casos, las cifras volvían a recuperarse tras este momento.
Y es que, cuando se llega a esta edad, las personas suelen aceptar con mayor facilidad que las cosas son como son. Saben que si luchan contra la vida, no ganarán. Empiezan a volverse más tranquilos y a dejar de estresarse por las cosas pequeñas de la vida y por las cosas sobre las que no tienen ningún control. Permitiéndose experimentar la vida de una forma más satisfactoria.
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