Fobias
¿Sientes ansiedad cerca de los rascacielos? Es posible que estés experimentando megalofobia
Se estima que entre el 3 y el 15 por ciento de la población mundial padece algún tipo de fobia. Y en algunos casos, estos miedos irracionales pueden llegar a ser muy limitantes
En el año 2018 se publicó un estudio que estimó que entre el 3 y el 15% de la población mundial padecía algún tipo de fobia específica; que es un subtipo de de los trastornos de ansiedad, entre los que destacan -sobre todo- los miedos relacionados con las alturas y los animales. No obstante, según señalan los autores del estudio (Guillermo W. Eaton, José Bienvenú y Beyon Miloyán), también existen muchas personas afectadas por otro tipo de fobias específicas más raras, como la tripofobia (miedo a los patrones repetitivos), la coulrofobia (miedo a los payasos) o la turofobia (temor irracional hacia el queso).
Una de las fobias específicas más curiosas es la “megalofobia”, que es el temor a los objetos de gran tamaño. Las personas que sufren esta alteración se sienten profundamente incómodas cuando se acercan a objetos desproporcionadamente grandes. Por ejemplo, al observar la imagen de algún producto en una valla publicitaria, o al mirar a un rascacielos o a una grúa.
Experimentar este intenso malestar cada vez que se expone a uno de estos estímulos, puede resultar limitante en el día a día de los afectados por la megalofobia. Y esto es especialmente cierto en las ciudades, donde sus habitantes están expuestos continuamente a objetos desproporcionadamente grandes.
Normalmente, esta fobia se manifiesta con pensamientos catastróficos; aunque dependiendo de la gravedad de la alteración podrían llegar a aparecer síntomas físicos, como las nauseas, las elevaciones de la tensión arterial, la taquicardia, la sequedad de la boca, los temblores, el dolor de cabeza o la sudoración excesiva. En los casos más extremos, estos síntomas físicos se podrían presentar sin que el afectado esté en presencia de alguno de estos estímulos, y que -simplemente por pensar en ellos- ya se manifestasen.
Causas
El origen de todas estas fobias es todavía una materia muy debatida... y diferentes corrientes de la psicología sostienen diferentes teorías al respecto. La corriente cognitivo conductual defiende que las fobias se originan a raíz de recompensas y castigos durante el aprendizaje; las corrientes biológicas -en cambio- sostienen que el génesis de estos miedos irracionales se encuentra en las predisposiciones genéticas heredados de nuestros padres; y las teorías integradoras -que son las que más aceptación tienen- entienden las fobias como un fenómeno multifactorial. Es decir, que se originan por una mezcla de factores biológicos, ambientales, sociales y psicológicos.
Pero sea cual sea su origen, la realidad es que hay muchas personas afectadaspor estos miedos irracionales; lo que puede empujarles a vivir una vida llena de límites autoimpuestos, con tal de no verse expuestos a los estímulos que provocan el pánico. Por ese motivo, no puede considerarse que estos trastornos sean frívolos o extravagantes. Más bien, deben considerarse trastornos de gravedad que necesitan abordarse con cuidado.
Tratamiento
Un buen tratamiento siempre pasa por un buen diagnóstico. Porque, en función de las particularidades del caso y en función de como se manifieste en cada persona, las recomendaciones de un profesional calificado pueden ser radicalmente distintas.
Algunas fobias son realmente complicadas de tratar porque los temores que los desencadenan son de una naturaleza más abstracta. Es lo que ocurre -por ejemplo- con la agorafobia, que es el miedo a los espacios abiertos. Es decir, que es una fobia a unas circunstancias poco específicas, y eso hace que su tratamiento sea más prolongado y laborioso. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a una fobia provocada por un estímulo tan específico como en el caso de la megalofobia, el tiempo aproximado del tratamiento es de uno o dos meses.
Para tratar esta clase de fobias, una de las opciones más aceptadas es la terapia cognitiva conductual; que tiene por objeto adaptar los esquemas mentales del paciente, para desechar los pensamientos catastróficos que origina el estímulo que da lugar a la fobia. Una vez que el afectado es capaz de afrontar este estímulo (en este caso, los objetos de gran tamaño) poniendo en práctica los nuevos recursos que ha aprendido, la respuesta de huida irá desapareciendo.
Otro método que también suele ser recomendable en este tipo de casos es la terapia de exposición controlada. Gracias a este procedimiento, los miedos del paciente se van disipando gradualmente y a medida que las sesiones avanzan. Es lo que se conoce como desensibilización sistemática.
En algunos casos de gravedad, podría ser necesario la utilización de ansiolíticos para calmar los síntomas físicos de la ansiedad, como la taquicardia o los temblores. De modo que el paciente pueda enfrentar mejor la terapia.
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