Entrevista

«El Colegio de Médicos de Madrid está contaminado por la dependencia al dinero»

Carlos Amaya lamenta que el Icomem priorice lo mercantil a las necesidades de los profesionales

Carlos Amaya, neurocirujano
Carlos Amaya, neurocirujanoEnrique CidonchaLa Razón

La reputada trayectoria de Carlos Amaya en Sanidad se mantiene intacta, tanto dentro como fuera de la consulta, quizá porque no se casa con nadie, solo con su férrea defensa de la profesión médica. Ahora, alza la voz por las situaciones que se producen dentro del Colegio de Médicos de Madrid (Icomem).

Presidió el Comité de Profesionalismo Médico del Icomem, pero dejó el cargo. ¿Por qué?

El presidente, Manuel Martínez-Sellés, y el vicesecretario, Javier Martín, no asumieron una crítica que hice por escrito y me acusaron de falta de lealtad, pero mi única fidelidad se la debo a la institución. Viendo esos derroteros, lo más coherente era irme.

La última Asamblea de Compromisarios, hace apenas unas semanas, fue bronca. ¿Es el momento de alzar la voz?

La Junta Directiva actual sigue la regla de conmigo o contra mí... No asumen las críticas. Pero no podemos callarnos. Están en precario después de que cuatro vocales muy representativos han dimitido, lo que refleja que las cosas no funcionan bien y pone en evidencia la incapacidad y el desgobierno de la institución actualmente, porque yendo solo dos mañanas a las instalaciones, difícilmente se puede gobernar una institución de estas características, pues exige una dedicación plena y un liderazgo real.

En la Asamblea se pidió una auditoría por el gasto de 140.000 euros anuales en asesoría de imagen. ¿Qué argumento dan?

No ha habido respuesta. La transparencia y el buen gobierno en el Icomem no existen. La clave es pedir una auditoría de gestión para poner negro sobre blanco la propia institución. Así le quitaríamos todas las debilidades que tiene, que son muchas.

¿Cuáles son los males endémicos del Icomem?

El Colegio siempre ha estado de espaldas a la profesión y a las necesidades de los médicos. La muestra es que en la asamblea no se habló de los problemas de los MIR, del intolerable despido de compañeros tras la pandemia, de la agónica situación de la atención primaria... Se trató el tema de las cuentas, de los servicios contratados... Se maneja un presupuesto que ronda los 14 millones de euros, que es muy goloso y suscita intereses ajenos que importan mucho más que los propios compañeros. Los médicos pagan su cuota de forma cautiva, porque es una obligación, pero se sienten desamparados y con la sensación de que el Colegio no sirve para nada.

La sombra de la corrupción sobrevuela en la institución...

La potencia que tiene poseer cerca de 50.000 socios y un presupuesto tan alto hace que circulen alrededor del Colegio intereses puramente mercantilistas y comerciales, tal y como ocurre con las corredurías de seguros. Y ante ello el colegio está totalmente desamparado porque se permite. Es como un cáncer que tiene el Icomem y que a lo largo de varias legislaturas no se ha sido capaz de eliminar, pues siempre que alguien ha intentado apartar a ese grupo de empresas ha fracasado.

¿El expresidente Miguel Ángel Sánchez-Chillón lo logró?

Trató de quitar ese carácter mercantilista de la correduría de seguros, pero tras el cambio de gobierno, seguimos con el problema. Se quedó en el intento.

De hecho, denuncian que se ha firmado con una correduría de seguros por ocho años y la legislatura es de cuatro.

Es una gran incongruencia y da muestra de que está todo contaminado por la dependencia al dinero.

¿Qué solución daría usted?

Habría que hacer una auditoría de gestión, así como otras de imagen y de asesoría jurídica. Una vez hecho el diagnóstico, tenemos que definir el Colegio que queremos, y eso pasa por realizar unos nuevos estatutos que prohíban cualquier relación mercantilista y comercial con la institución, así como que todas las contrataciones de empresas o a nivel personal no sean a dedo, sino con carácter público. La clave es la transparencia. El diagnóstico del mal está muy claro, pero falta poner el tratamiento.

Cambiando de tercio, Núñez Feijóo ha irrumpido en la política nacional y es un viejo conocido suyo, pues le puso contra las cuerdas cuando él presidió el Insalud. ¿Qué opinión le merece?

Iniciamos una guerra muy fuerte desde el sindicato CESM que yo dirigía para evitar que pusiera en marcha las fundaciones sanitarias tal y como pretendía. Logramos que ningún médico del Insalud fuese obligado a trabajar en un hospital público reconvertido en fundación. Es un gestor muy competente y creo que conoce la Sanidad lo suficiente como para, en caso de gobernar, no tener que hacer ningún cambio estructural que pueda perjudicar a los profesionales.