Envejecimiento

Un estudio revela por qué las nuevas generaciones no vivirán más de 100 años de vida: una tendencia vigente desde 1939

Esta investigación desvela la diferencia existente entre los nacidos a principios y a finales de siglo XX acerca del promedio estimado de la esperanza de vida

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Un estudio revela por qué las nuevas generaciones no vivirán más de 100 años de vida: la tendencia vigente desde 1939Unsplash

Llevar una vida sana es uno de los pilares fundamentales para alcanzar una longevidad activa y de calidad. No se trata solo de vivir más años, sino de vivirlos con salud, energía y autonomía. Hábitos como mantener una alimentación equilibrada, hacer ejercicio regularmente, dormir bien y cuidar la salud mental tienen un impacto directo en la prevención de enfermedades crónicas, como la diabetes, la hipertensión o los problemas cardiovasculares. Además, adoptar rutinas saludables desde edades tempranas favorece un envejecimiento menos agresivo, permitiendo mantener capacidades físicas y cognitivas durante más tiempo.

Sin embargo, las últimas generaciones practican una serie de hábitos que contradicen esta filosofía de vida saludable. El abuso de pantallas, la falta de sueño, el sedentarismo y el consumo excesivo de comida ultraprocesada, además de la ingesta de alcohol, son prácticas cada vez más frecuentes. Estos factores contribuyen a la llamada "mala vida" que, aunque no muestra consecuencias inmediatas, tiene un coste alto a largo plazo. Estos patrones, lejos de ser inofensivos, son factores de riesgo que podrían acortar la esperanza de vida o deteriorar seriamente su calidad. Por el contrario, el origen del estancamiento de la esperanza de vida se remonta a largas décadas atrás, pese a lo que muchos pudieran pensar.

En este sentido, un estudio reciente ha revelado el futuro de la gráfica de estimación vital, identificando un patrón más constante desde 1939. En efecto, la comparación total de todos los nacidos durante el siglo XX, hasta el año 2000, ha revelado una tendencia de desaceleración de los últimos registros comparados con los de principios de la franja. Concretamente desde la fecha ya citada, los movimientos crecientes de la esperanza de vida comenzaron a aminorar su subida hasta las cifras que hoy manejamos. Se valora que en 2025 en España existe un promedio de 84 años de edad según informa el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social.

Un estudio confirma la desaceleración de la esperanza de vida

La investigación encabezada por la Universidad de Wisconsin-Michigan se dio a conocer con su publicación en Proceedings of the National Academy of Sciences. Este proyecto liderado por Héctor Pifarré i Arolas y su equipo profesional, analizó la esperanza de vida en 23 países desarrollados con el fin de encontrar la mayor variedad, y, por ende, la mayor exactitud, en los resultados recogidos. Las consecuencias a futuro de estos datos muestran una realidad presente: una caída del 37% al 52% en el ritmo de mejora en la esperanza de vida respecto a los años iniciales de siglo.

Los datos reflejan que, si bien la longevidad experimentó un crecimiento significativo a comienzos del siglo XX, ese ritmo de mejora se ha ralentizado en las generaciones más recientes. Entre 1900 y 1938, los avances en materia sanitaria y social permitieron un incremento sostenido de la esperanza de vida, con un aumento medio de cinco meses y medio aproximados por generación. Las cifras lo ilustran con claridad: quienes nacieron en 1900 alcanzaron una media cercana a los sesenta años de vida, mientras que los nacidos en 1938 superaban ya los ochenta años. Esta tendencia, sin embargo, muestra signos de estancamiento en los últimos años por una variable que se haya, precisamente, en la tasa de mortalidad de los más pequeños.

Menor ritmo de mortalidad infantil: la causa principal

"Esta desaceleración se debe principalmente a un menor ritmo de mejora de la mortalidad a edades muy tempranas, y más de la mitad de esta desaceleración se relaciona con las tendencias en edades inferiores a los 5 años. Dado que este patrón ya es evidente en los datos observados, incluso si nuestros pronósticos son excesivamente pesimistas, es improbable que se revierta.", asegura el escrito. Esta tendencia justifica lo ya mencionado: el problema reside en el descenso de la mortalidad en esta franja de edad que como consecuencia provocará que los futuros avances entre adultos y ancianos no bastarán para replicar el ritmo anterior. Toda esta información invoca una reflexión sobre la expectativas de longevidad extrema para generaciones actuales que se plantearon hace años.