Digestión

Una nutricionista revela el motivo por el que las cenas en invierno no deberían ser más tarde de las 19

Por qué modificar la rutina alimentaria ayuda al cuerpo en la época más fría del año

Una nutricionista revela el motivo por el que las cenas en invierno no deberían ser más tarde de las 19
Una nutricionista revela el motivo por el que las cenas en invierno no deberían ser más tarde de las 19istock

Con la llegada del invierno, los días se acortan, la luz natural desaparece temprano y el cuerpo entra de manera natural en un ritmo más lento.

Esta adaptación estacional no solo influye en el estado de ánimo o en la energía diaria, también modifica la manera en que el organismo gestiona la alimentación al final del día.

La melatonina y la digestión trabajan a ritmos opuestos

La bióloga nutricionista Valentina Palazzo, experta en crononutrición, explica que en invierno la melatonina comienza a liberarse antes debido a la falta de luz.

"Cuando retrasamos la cena, forzamos al cuerpo a iniciar la digestión justo cuando su sistema interno empieza a prepararse para el descanso", señala.

Esta descoordinación puede provocar noches más agitadas, una sensación de pesadez e incluso mayor irritabilidad o fatiga al día siguiente.

Adelantar la cena mejora el metabolismo y la calidad del sueño

La evidencia científica también apunta a beneficios metabólicos concretos. Comer entre las 18 y las 19 horas ayuda a mantener estables los niveles de glucosa, reduce los picos de insulina y permite que el organismo gestione mejor los nutrientes durante la noche.

A esto se suma que acostarse con el estómago ligero disminuye el riesgo de reflujo, distensión abdominal y digestiones lentas, problemas especialmente frecuentes en la época invernal.

Qué tipo de cena favorece el descanso

La especialista recomienda que la última comida del día sea ligera y equilibrada, basada en proteínas magras, verduras cocinadas y pequeñas porciones de carbohidratos complejos.

El alcohol y los dulces deberían evitarse a partir de las siete de la tarde, ya que dificultan el proceso digestivo justo cuando el cuerpo necesita reducir estímulos.

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Cómo adaptar el horario sin estrés

Para quienes están acostumbrados a cenar tarde, Palazzo aconseja un cambio progresivo, adelantar la hora de la cena entre diez y quince minutos cada dos o tres días hasta llegar al horario recomendado.

Un pequeño tentempié a media tarde como un yogur proteico, frutos secos o una fruta con crema de cacahuete puede ayudar a evitar atracones nocturnos y facilitar la transición.

Los efectos positivos suelen aparecer en pocas semanas, mejor calidad de sueño, digestiones más ligeras, mayor estabilidad emocional y una sensación general de mayor energía durante el día.

Adelantar el último plato del día es una manera sencilla y efectiva de sincronizar el cuerpo con la estación y darle justo lo que necesita.