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Higiene

No es por falta de higiene: el motivo por el que tienes los dientes amarillos, según una ortodoncista

Aunque solemos asociar los dientes amarillos a una mala limpieza, la ciencia confirma que existen razones biológicas y externas que explican este tono, incluso en personas con una higiene impecable

No es por falta de higiene: el motivo por el que tienes los dientes amarillos según una ortodoncista Freepik

Lucir una sonrisa blanca es un ideal estético cada vez más presente en la sociedad. Anuncios, series y redes sociales nos muestran dentaduras perfectamente alineadas y brillantes, lo que ha generado una cierta obsesión por el color de los dientes. Sin embargo, no todo lo que vemos en un espejo o en una foto tiene que ver con nuestra higiene diaria. Según la ortodoncista Almudena Herraiz, el tono amarillento de los dientes no siempre se debe a un cepillado deficiente: “Hay quienes cuidan su boca con gran rigor y, aun así, tienen un color más amarillo que otras personas”.

¿Por qué no tenemos todos el mismo color de dientes?

Para entender por qué no todos tenemos la misma tonalidad, es importante saber cómo están formados los dientes. La capa más externa es el esmalte dental, un tejido duro y translúcido que no tiene un color propio. Debajo se encuentra la dentina, una estructura más blanda que sí presenta tonalidades amarillentas de manera natural.

El esmalte, al ser traslúcido, deja ver parte del color de la dentina. Es decir, incluso aunque alguien tenga los dientes perfectamente limpios, la tonalidad puede tender hacia el amarillo si su dentina es más oscura. No se trata de una anomalía ni de un signo de mala salud, sino de una característica individual, al igual que ocurre con el color de los ojos o de la piel.

Factores que intensifican el color amarillo

Aunque la dentina sea la responsable principal, existen elementos externos que pueden acentuar el tono:

  • Alimentación: alimentos con pigmentos intensos como el café, el té, el vino tinto o especias como la cúrcuma pueden manchar progresivamente el esmalte.
  • Tabaco: la nicotina y el alquitrán se adhieren con facilidad, generando manchas amarillentas o pardas.
  • Envejecimiento: con los años, el esmalte se desgasta y se hace más delgado, lo que deja a la vista más color de la dentina.
  • Medicamentos: ciertos antibióticos, como la tetraciclina cuando se administra en la infancia, pueden alterar la coloración dental de forma permanente.
  • Genética: hay personas que, por herencia, tienen un esmalte naturalmente más fino o una dentina de tono más intenso.

La importancia de la higiene… pero sin obsesionarse

Que los dientes puedan ser amarillos por causas naturales no significa que la higiene no sea importante. Una limpieza insuficiente favorece la acumulación de sarro y placa bacteriana, lo que sí oscurece el esmalte y, además, genera problemas de salud como caries o gingivitis.

Lo recomendable, según la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA), es cepillarse al menos dos veces al día, utilizar seda dental y acudir a revisiones periódicas. No obstante, Herraiz recalca que no debemos confundir una sonrisa amarilla con una sonrisa sucia: “Muchas veces es simplemente genética o desgaste del esmalte, no falta de higiene”.

Opciones para blanquear los dientes

Si lo que preocupa es la estética, existen soluciones seguras siempre que se realicen bajo supervisión profesional:

  • Blanqueamientos dentales en clínica: utilizan peróxidos que aclaran la dentina y ofrecen resultados visibles en pocas sesiones.
  • Tratamientos combinados en casa: férulas personalizadas con gel blanqueador que se aplican varias horas al día durante varias semanas.
  • Limpiezas profesionales: ayudan a eliminar manchas superficiales producidas por alimentos, café o tabaco, aunque no modifican el color de la dentina.

Es importante recalcar que los productos blanqueadores caseros sin supervisión pueden dañar el esmalte, aumentar la sensibilidad dental o generar irritaciones en las encías.

Los expertos insisten en que la obsesión por una sonrisa completamente blanca no siempre es realista. La mayoría de las dentaduras humanas no son naturalmente blancas, sino que tienden a tonos marfil o amarillentos. El verdadero objetivo debe ser mantener dientes sanos y encías fuertes, más allá del matiz exacto del color.

Herraiz lo resume de forma sencilla: “El amarillo no siempre es sinónimo de suciedad. Puede ser la forma natural de tu sonrisa. La prioridad debe ser que los dientes estén limpios, funcionales y libres de enfermedades”.

La idea de que los dientes amarillos son consecuencia directa de una higiene deficiente es un mito que conviene desterrar. Factores como la dentina, la genética, el paso del tiempo o los hábitos de vida influyen mucho más de lo que solemos imaginar. Mantener una rutina de cuidado es fundamental, sí, pero aceptar que cada sonrisa tiene un color propio también forma parte de la salud bucodental.