Salud cardiovascular
Día Mundial del Corazón: El deporte, crucial en caso de sufrir una cardiopatía congénita
Los cardiólogos recomiendan realizar ejercicio aeróbico con una intensidad personalizada
Entre cuatro y nueve bebés por cada mil recién nacidos tiene una cardiopatía congénita a nivel mundial. En España, uno de cada 100, con más incidencia entre prematuros, gemelos, hijos de madres con enfermedades o resultantes de embarazos por técnicas de reproducción asistida.
La mayoría de los casos se diagnostican durante el periodo embrionario, pero también pueden presentarse meses o años después de nacer. Y el problema es que estas alteraciones estructurales del corazón, que pueden causar insuficiencia cardíaca o cianosis persistente agravada con el esfuerzo, soplo cardíaco, síncopes, cansancio, disminución de los niveles de oxígeno en sangre, etcétera, pueden cursar en silencio.
En concreto, «alrededor del 10% de las cardiopatías pueden ser totalmente asintomáticas o con síntomas leves por lo que pueden pasar desapercibidas o camuflarse con otra enfermedad», explica el doctor Víctor Acosta, pediatra cardiólogo del Hospital Universitario Dexeus, en Barcelona.
Además de las cardiopatías congénitas, muchos niños tienen afectación cardíaca en relación a otras enfermedades congénitas o adquiridas. Es el caso de todos los niños supervivientes de cáncer.
Más de 200 tipos
Hay muchos tipos de cardiopatías congénitas, «más de 200» y cada una tiene su propio libro de instrucciones. Pero «todos los enfermos con cardiopatía deben hacer ejercicio. Preferiblemente de tipo aeróbico –caminar, nadar, montar en bici, etc.–y con una intensidad que debe ser personalizada por el cardiólogo antes de iniciarlo», recomienda el doctor Federico Gutiérrez-Larraya, jefe del Servicio de Cardiología Pediátrica del Hospital Ruber Internacional, en Madrid.
«Además –prosigue–, debe hacerse un seguimiento para comprobar que las adaptaciones que se van produciendo son armónicas con las circunstancias cardiólogas del paciente».
En el caso de los pacientes operados también. «Siempre aconsejamos realizar actividad deportiva a todos nuestros pacientes operados, porque es necesario para mantener su salud física y emocional», afirma Acosta.
Y es preferible que sean ejercicios predominantemente aeróbicos, ya que con ellos se consiguen mayores efectos beneficiosos a nivel cardiovascular. De hecho, se ha demostrado que previenen la aparición de enfermedades cardiovasculares, y en el caso de existir ya dicha enfermedad, disminuyen las complicaciones y aumentan la supervivencia de estos pacientes.
También es importante cuidar «la nutrición desde el mismo periodo neonatal», incide Gutiérrez-Larraya. Una dieta que no tiene que distar de las recomendaciones nutricionales actuales: «consumo de frutas, verduras y pescados, reduciendo el consumo de carnes rojas, evitando los procesados, dulces y bollería», añade.
Otro aspecto esencial en los pequeños con cardiopatías congénitas es el de las inmunizaciones, ya que, como recuerda Gutiérrez-Larraya, «las infecciones en ellos son mucho más frecuentes y más graves» que en la población pediátrica general.
Respecto al control, hay pacientes que con seguir un tratamiento farmacológico es suficiente, pero otros requieren una intervención. «El momento de la cirugía depende del tipo de cardiopatía y de su severidad. Así, algunas cardiopatías deben abordarse en periodo neonatal como la transposición de grandes vasos. En cambio, en una comunicación interauricular el momento de la cirugía ideal puede ser entre los cuatro y los seis años», precisa Acosta.
«En todo caso –continúa–, la mayoría se operan antes del año de vida y la edad más frecuente es entre los cuatro y los seis meses debido a que el tipo de cardiopatía congénita más frecuente son las comunicaciones interventriculares y la Tetralogía de Fallot».
Pero, como añade Gutiérrez-Larraya, «cada cardiopatía tiene su propio calendario. Es muy importante evitar el periodo neonatal y, siempre que se pueda, evitar las cirugías».
Ahora bien, «se operan todos los casos en los que la cardiopatía condiciona un mal funcionamiento cardíaco y que conlleve un deterioro progresivo de la salud del niño», puntualiza Acosta.
Control y revisiones
En general, una sola intervención bastará para abordar y resolver el problema, pero, como reconoce Gutiérrez-Larraya, «un grupo muy significativo de pacientes necesita más de una. Podríamos decir que, por grupo de edad, los recién nacidos intervenidos necesitarán otro procedimiento antes de llegar a la edad adulta y que los pacientes cuya enfermedad sea un solo ventrículo van a necesitar numerosos procedimientos».
Y sean intervenidos o no, los pacientes con cardiopatía congénita tienen más posibilidades de sufrir un infarto, un ictus... Por eso precisamente necesitan un seguimiento y control estrictos. «La frecuencia de la visita dependerá del tipo de cardiopatía congénita. Pero hablando globalmente, una vez al año es poco», afirma este especialista.
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