Día Mundial del Cerebro
«Hacemos fontanería en tuberías de 2 mm que son esenciales para la vida»
La neurorradiología intervencionista (NRI) revoluciona el tratamiento del ictus y otras patologías cerebrales con técnicas mínimamente invasivas, salvando vidas a diario
Cada 22 de julio se celebra el Día Mundial del Cerebro, que nos recuerda la importancia de cuidar el órgano que lo rige todo. Las enfermedades cerebrovasculares, como el ictus, son una de las principales causas de muerte y discapacidad en nuestro país. Gracias al trabajo de profesionales como los neurorradiólogos intervencionistas la medicina ha dado un salto de gigante en su tratamiento. Charlamos con uno de estos especialistas para entender en qué consiste su labor, cómo se coordina con otros profesionales y qué nos depara el futuro. Charlamos con el Dr. Muñoz Olmedo, Neurorradiólogo Intervencionista del Hospital Universitario de Getafe.
¿Qué papel tiene el neurorradiólogo intervencionista en el tratamiento de patologías cerebrales como el ictus, aneurismas o malformaciones vasculares?
Nuestra labor combina el diagnóstico avanzado con el tratamiento mínimamente invasivo de enfermedades del sistema nervioso central. Por un lado, realizamos e interpretamos angiografías cerebrales, que permiten visualizar en tiempo real las arterias que irrigan el cerebro. Son cateterismos cerebrales en vivo y en directo.
Por otro, realizamos procedimientos como trombectomía mecánica (extraer coágulos que bloquean el flujo de sangre) para ictus isquémico. También tratamos aneurismas o malformaciones arteriovenosas mediante embolizaciones, cerrarndo vasos enfermos sin dañar los sanos. Para explicarlo de forma gráfica: hacemos fontanería en tuberías de 2 mm que son esenciales para la vida.
¿Cómo se coordina su trabajo con otros especialistas como neurólogos y neurocirujanos?
Trabajar en equipo es fundamental. En casos de ictus, la coordinación entre neurólogos, neurocirujanos, neurointensivistas, neurorradiólogos de diagnóstico y nosotros es clave para iniciar el tratamiento lo antes posible. La NRI ha desarrollado una capacidad de respuesta rápida y ágil, y en muchos hospitales españoles podemos estar dentro de las arterias del cerebro del paciente en menos de media hora desde su llegada.
Durante la intervención, mantenemos comunicación constante con otros especialistas. Cada decisión es consensuada y en tiempo real, valorando la mejor opción para el paciente. En casos complejos, esa sinergia marca la diferencia entre la vida y la muerte, o entre la recuperación total y una discapacidad permanente.
¿Qué ventajas ofrece la NRI frente a los abordajes quirúrgicos tradicionales?
La ventaja es que son técnicas mínimamente invasivas. No necesitamos abrir el cráneo ni hacer incisiones mayores. Introducimos catéteres por arterias periféricas (la femoral o radial) y accedemos al cerebro desde allí, guiándonos por imagen en directo.
Esto se traduce en intervenciones más rápidas, menos traumáticas, con menor tiempo de hospitalización y recuperación más corta. Por supuesto, todo depende del caso y del centro, pero en términos generales, la neurorradiología intervencionista ha transformado el abordaje de muchas patologías cerebrales que antes requerían cirugía abierta o no tenían solución.
¿En qué situación se encuentra actualmente España en cuanto al acceso del paciente a estos tratamientos?
Hemos avanzado mucho en la última década. Cada vez hay más hospitales con unidades de neurorradiología intervencionista y más profesionales bien formados. Se ha consolidado la terapia endovascular como herramienta imprescindible en neurología de urgencias.
Pero también es cierto que sigue habiendo desigualdad geográfica. No todos los centros tienen disponibilidad 24 horas, ni todos los pacientes acceden a estas técnicas en igualdad de condiciones. El reto está en garantizar una cobertura nacional equitativa, para que cualquier persona, viva donde viva, pueda beneficiarse de estos tratamientos. Eso implica inversión en tecnología, formación de profesionales y planificación estratégica.
¿Qué avances recientes están revolucionando esta especialidad y cómo repercuten en la vida del paciente?
Uno de los avances más relevantes es el uso generalizado de equipos biplanos,que permiten visualizar las arterias en dos planos simultáneamente. Esto es clave para navegar por anatomías cerebrales complejas y evitar complicaciones. La formación está cada vez más reglada y el GENI (Grupo Español de Neurorradiología Intervencionista) hace esfuerzos encomiables a este respecto.
También ha mejorado la calidad de los dispositivos. Por ejemplo, contamos con espirales de platino ultrafinas específicas para tratar aneurismas pequeños, que antes eran muy difíciles de abordar. Hay catéteres de aspiración diseñados para vasos cerebrales de pequeño tamaño, que igualmente suponían un desafío, y dispositivos que se colocan dentro de un aneurisma para aislarlo del flujo sanguíneo sin necesidad de cirugía.
Todo esto permite intervenciones precisas, con menos riesgos y mejores resultados. Y, lo más importante, estas herramientas nos permiten llegar a más personas, tratar más casos y ofrecer soluciones que hace apenas una década eran impensables.
¿Cómo se imagina al neurorradiólogo intervencionista dentro de diez años?
Deseo y espero es que haya un reconocimiento institucional de nuestra especialidad. Aunque llevamos años trabajando en primera línea, aún no existe una vía oficial y reconocida para formarse. Esto debe cambiar, porque el nivel de exigencia técnica y el grado de responsabilidad son altísimos.
En cuanto al futuro tecnológico, veremos una mayor integración de herramientas como la IA, la robótica o la medicina personalizada.
¿Qué mensaje enviaría en el Día Mundial del Cerebro?
Que el ictus se puede tratar y, en muchos casos, revertir, si se actúa a tiempo. Que detrás de cada recuperación hay un equipo que trabaja en coordinación con tecnología de vanguardia. Y que es importante prevenir, pero también conocer los síntomas: pérdida de fuerza en un lado del cuerpo, dificultad para hablar o entender, visión doble... Ante estos signos, hay que llamar al 112.
Y, por supuesto, que conozcan a los neurorradiólogos intervencionistas y entiendan nuestra labor. Somos parte de ese engranaje que hace que el cerebro y la vida puedan seguir funcionando.