Opinión
Infodemia: pandemia por exceso de información y su impacto
La verificación de los datos es imprescindible para que la ciencia se pueda expandir de forma correcta
La infodemia es un neologismo que combina las palabras «información» y «epidemia», en definitiva, es una sobreabundancia de información verdadera y a veces falsa, que circula rápidamente y que en crisis sanitarias dificulta la información verdadera, la toma de decisiones y puede agravar el impacto de la emergencia de salud pública.
Este término se popularizó durante la pandemia de la covid para describir la avalancha de información relacionada con el coronavirus, una mezcla de hechos científicos, teorías conspirativas, desinformación interesada, rumores, pseudociencia, ideología, etc.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) utilizó oficialmente dicho término, ratificando su utilización como oficial. Nosotros como científicos, biomédicos y divulgadores hemos escrito varios artículos en redes desde 2020 relacionados ya con la infodemia y mantuvimos la opinión (científica) de que estamos convencidos de que este exceso de información fue un «arma», no con fines divulgativos, sino como la imposibilidad de seguir de una forma sensata lo que estaba ocurriendo y que tuvo informativa y médicamente consecuencias nefastas.
La infodemia no se limita a temas de salud (aunque es lo más grave), es un fenómeno omnipresente en la era digital. Desde las elecciones políticas hasta las crisis climáticas, cualquier evento de relevancia global puede desembocar en una infodemia. Su característica principal es que satura los canales de información con datos contradictorios o irrelevantes, dificultando que la ciudadanía pueda discernir la verdad. En nuestro país, como ya hemos mencionado, fue utilizado por «algunos» intencionadamente para que tuviera el efecto anteriormente expresado.
Además, se sumaron lo que nosotros llamamos «charlatanes científicos» que proliferaron en esa época y siguen proliferando por doquier, expandiendo la pseudociencia de una forma mezquina, teniendo consecuencias muy graves en la ciudadanía.
Una de las conclusiones de la tesis doctoral que presentamos, titulada «Sociología de la Sanidad», fue el peligro del «Dr. Google», alguien que nadie conoce pero que todo el mundo consulta y que nefastas consecuencias está llevando en la práctica diaria.
Es evidente que la infodemia tiene unos riesgos enormes para la salud pública porque, entre otras cosas: produce retrasos en la atención medica, ya que muchos evitan buscar la ayuda científica e impide planificar correctamente; crea un vehículo de difusión de información falsa con remedios caseros ineficaces e inútiles (pueden llegar a producir mortalidad), que en el tema de las vacunas sigue haciendo un daño enorme (por ejemplo, la irresponsable declaración del responsable sanitario de la Administración Trump, Robert F. Kennedy), y que está consiguiendo que epidemias controladas como el sarampión vuelvan a resurgir. El derecho colectivo a la salud está por encima de la libertad individual en estos momentos.
Y algo importante también es la desconfianza en las instituciones responsables de la salud donde la proliferación de teorías conspirativas sigue debilitando mucho la credibilidad de los mismo como, por ejemplo, la OMS y gobiernos.
También comentar que la infodemia no solo produce mucho daño en la sanidad, también a la propia democracia, al crear desinformación que durante procesos electorales se ha convertido en un arma muy poderosa (Brexit), ya que una infodemia con datos falsos puede modificar decisiones cruciales para una provincia, un país, un continente.
También tiene impacto sobre lo que llamamos «estrés negativo», al crear un estado de alarma permanente que produce ansiedad y agotamiento, impidiendo a los ciudadanos normales que son la mayoría, procesar y digerir los datos.
Sin duda, en la época digital en la que estamos (a la que se le suma la inteligencia artificial) como instrumento clave, precisa que se actúe sobre la educación y la brecha digital, pudiendo identificar señales de alarma de desinformación intencionada, fomentando en esta educación digital, el pensamiento crítico y transparente. Luchar contra el anonimato de la mentira con supervisión continua de los algoritmos de recomendación y detectando los intereses económicos y políticos de grupos que utilizan la desinformación como instrumento de trabajo.
En la era digital, la verificación de los datos es una labor imprescindible para que la ciencia se pueda expandir de forma correcta. No existe buena sanidad sin los medios de comunicación.
En definitiva, el método científico tiene la obligación de ser expandido de forma habitual en las redes, creando algoritmos de confirmación científica para poder ser consultado en la era digital por la ciudadanía normal. Es algo pendiente y los colegios profesionales, las universidades, las reales academias, los institutos científicos, etc. tenemos que hacer un gran esfuerzo por ser una necesidad objetiva del sistema democrático y científico. Basta ya. A por todas.
Antonio Alarcó Hernández es catedrático de Cirugía; pdte. de la Cátedra de Telemedicina, Robótica, IA y Telecirugía de la ULL; doctor en Ciencia de la Información y Sociología; adjunto primero de la Diputación del Común; exsenador y portavoz de Sanidad