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Psicología

Los sonidos comunes del día a día que podrían estar afectándote más de lo que crees

Aunque el oído los interprete como fondo neutro, el sistema nervioso reacciona con un estrés sutil que se va acumulando y genera agotamiento

Los sonidos comunes del día a día que podrían estar afectándote más de lo que crees Freepik

Existen sonidos tan familiares diariamente que ya ni los registramos conscientemente, aunque el cuerpo sí lo hace. La ciencia lleva años alertando de los efectos del ruido ambiental sobre la salud mental, y no se trata solo del tráfico o la música alta. Las pequeñas interferencias acústicas del día a día actúan como un goteo constante de estrés sobre el sistema nervioso.

Según indican los psicólogos, vivimos inmersos en una contaminación sonora doméstica que puede afectar al sueño, la concentración y el estado de ánimo. Nuestro cerebro, siempre en modo alerta, dedica recursos a filtrar esos ruidos, generando una sensación de agotamiento y ansiedad difícil de identificar.

El murmullo perpetuo de un electrodoméstico o el ventilador del techo son ejemplos clásicos de ruidos de baja frecuencia que desgastan sin que seamos conscientes. Aunque el oído los interprete como fondo neutro, el sistema nervioso reacciona con un estrés sutil, pero acumulativo. Apagar estos dispositivos cuando no son necesarios puede suponer un auténtico respiro mental.

Sonidos que disparan la tensión

Otros estímulos, como el timbre del teléfono o el aviso de una notificación, actúan como microalarmas. El cerebro los asocia con interrupciones o demandas urgentes, lo que activa el mecanismo de lucha o huida. Por eso, tantas personas optan ya por silenciar sus dispositivos. Es una cuestión de higiene mental más que de preferencia personal.

El golpeteo de las teclas del ordenador o el chasquido de la vajilla también pueden alterar la concentración. Los expertos en psicoacústica señalan que el cerebro detesta la imprevisibilidad: si el sonido no es constante ni regular, provoca tensión. Ese mismo principio se aplica a ruidos como el crujido de una bolsa de aperitivos o el chillido de una puerta sin engrasar.

Un fenómeno con impacto sanitario

La Organización Mundial de la Salud estima que más de 100 millones de europeos están expuestos a niveles de ruido que superan los límites recomendados. Pero incluso por debajo de esos niveles, las interferencias acústicas pueden generar efectos acumulativos: insomnio, irritabilidad o una mayor producción de cortisol, la hormona del estrés.

Cómo recuperar el silencio

Los expertos coinciden en que reducir la exposición sonora es una de las formas más sencillas de mejorar la calidad de vida. Algunas estrategias son:

  • Apostar por aparatos más silenciosos o con modo nocturno.
  • Usar tapones o auriculares con cancelación de ruido.
  • Engrasar bisagras, colocar alfombrillas bajo electrodomésticos o sustituir luces fluorescentes por LED.
  • Crear zonas y momentos sin pantallas.