Iglesia Católica

Semana Santa bajo mínimos… y procesiones en septiembre

El Vaticano reduce todos los ritos de la Pascua preferentemente «sin fieles». La Santa Sede se abre a sacar los pasos a las calles entre el 14 y 15 de septiembre

El Papa Francisco, durante la misa que celebró ayer en la capilla de Santa Marta, en el Vaticano
El Papa Francisco, durante la misa que celebró ayer en la capilla de Santa Marta, en el VaticanoVATICAN MEDIA / HANDOUTAgencia EFE

El Vaticano no quiere arriesgarse. Ni poner en juego la vida de los fieles. Por eso ha ordenado que las celebraciones de Semana Santa se celebre bajo mínimos en todo el planeta “incluso sin la participación física de los fieles”. Ya en España, los obispos han dispensado a los fieles de las eucaristías presenciales sustituyéndolas por las misas telemática y en no pocas diócesis se han cerrado a cal y canto los templos para evitar la propagación del coronavirus. Y el propio Francisco presidirá a puerta cerrada todas y cada una de las celebraciones.

Ahora, la Santa Sede va un paso más allá. La Pascua de 2020 será recordada como la del año donde los ritos de las diferentes celebraciones quedaron reducidos a lo básico e imprescindible, cuando no suprimidos. Precauciones extremas contra el coronavirus. Por ejemplo, será imposible ver durante el Jueves Santo al Papa lavando los pies a un preso o en ninguna parroquia de España se encenderá la tradicional hoguera que da comienzo a la gran Vigilia que anuncia la Resurrección de Cristo.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha publicado un decreto titulado “En tiempo de COVID-19” en el que ofrece “indicaciones generales y algunas sugerencias a los obispos” sobre la manera de celebrar la liturgia de la semana santa.

El documento firmado por el cardenal Robert Sarah reconoce que estas medidas se adoptan como fruto del “difícil tiempo que estamos viviendo a causa de la pandemia”. En él, se consideran inamovible la fiesta en tanto que es el “corazón del año litúrgico” que se configura precedida por la Cuaresma, el Triduo Pascual y “coronada” por Pentecostés. Sin embargo, sí dejan abierta la puerta a trasladar algunas celebraciones, entre ellas, la llamada misa crismal. Pero sobre todo, abre la puerta a retomar las procesiones en otro momento, dejándolo en manos del obispo local. Es más, pone una fecha como sugerencia: “Por ejemplo, el 14 y el 15 de septiembre”. Este anuncio ha sido recibido por las hermandades y cofradías españolas con cierta esperanza. No en vano, en Sevilla ya se venía comentando desde hace días la posibilidad de celebrar en unos meses una magna procesión como signo de victoria contra la pandemia

Pero hasta que eso llegue, lo más inminente son las celebraciones de esta Semana Santa que arrancan con el domingo de Ramos el 5 de abril. Sobre la eucaristía del Jueves Santo, el decreto apunta que “se concede excepcionalmente a todos los sacerdotes la facultad de celebrar en este día la misa sin el pueblo, en un lugar adecuado”. “El lavatorio de los pies, que es facultativo, se omite”, sentencia el decreto, en una clara referencia a un gesto que podría ser foco de contagio del coronavirus. De la misma manera se suprime el tradicional monumento adorar a Jesús Eucaristía durante la Hora Santa.

Sobre el Viernes Santo se llama a rezar con una “especial intención por los enfermos, los muertos, quien ha sufrido alguna pérdida”. Eso sí, el documento de Doctrina de la Fe no hacer referencia alguna a la adoración física de la cruz, pero se presupone que el gesto se elimina, al menos en países como España, en los que los obispos ya han manifestado que se suprime todo gesto de veneración de las imágenes como los besamanos y los besapiés.

En cuanto a la Vigilia Pascual, la celebración más importante del calendario litúrgico católico, el cardenal Robert Sarah anuncia que se omite el rito de la hoguera incial que permite encender el cirio pascual y de la misma manera se omite la aspersión a los fieles con el agua bendita, sustituido simplemente por las promesas bautismales. En cualquier caso, la Santa Sede deja en manos de la Conferencia Episcopal del país la convocatoria de estas celebraciones.

Consciente del confinamiento obligado de millones católicos en sus casas por la pandemia del coronavirus, el Papa planteaba ayer por la mañana una alternativa temporal al sacramento de la confesión en presencia de un sacerdote. “Es lo que hace el catecismo. Si tú no encuentras un sacerdote para confesarte, habla con Dios, que es tu Padre, y dile la verdad: ‘Señor he hecho esto, esto… y esto otro. Perdóname’”, apuntó en la misa que celebró en la capilla de Santa Marta. Con una sola condición: “Pide perdón con todo el corazón y prométele que luego te confesarás”.