Coronavirus
Más controles para evitar la «gran evasión»
La costa se blinda en el primer día de Semana Santa. Algunos municipios han bloqueado las carreteras. El aumento de vigilancia en las principales vías provocó ayer retenciones
Cientos de municipios españoles, especialmente costeros pero también del interior, se han blindado para evitar la llegada masiva de forasteros a sus segundas viviendas coincidiendo con el inicio de la Semana Santa, que arranca este jueves en la mayoría de comunidades autónomas. Los alcaldes afectados temen que la presencia de visitantes suponga una amenaza para la contención del coronavirus, ya que puede provocar nuevos contagios entre la población. Muchos alcaldes, además de haber bloqueado con barreras de hormigón los accesos a sus localidades, han pedido a sus vecinos que, si advierten la presencia de foráneos, no duden en informar inmediatamente al propio Ayuntamiento, a la Policía Local o a la Guardia Civil.
La localidad catalana de Calafell, en Tarragona, es un buen ejemplo entre otros muchos. El Ayuntamiento ha bloqueado los principales accesos por carretera, que además serán controlados por la Policía Local y los Mossos d’Esquadra, y ha instalado bloques de hormigón en los caminos rurales del municipio, de 25.000 habitantes. Por si quedara alguna duda de que los visitantes no son bien recibidos, el alcalde, el socialista Ramón Ferré, ha advertido a los propietarios de segundas residencias: «No queremos que vengáis a pasar las vacaciones aquí. Queremos que os quedéis en casa y os confinéis como todos, para evitar el riesgo de contagio. No estamos de vacaciones, sino en una guerra contra un enemigo que no se ve, pero que se lleva muchas vidas por delante».
El propio presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha denunciado esta semana la «insolidaridad» de quienes se saltan el confinamiento domiciliario y se desplazan a su lugar habitual de vacaciones, que «ponen en peligro» la salud de todos. Torra mostró su malestar después de escuchar las quejas de Francesc Bonet, director del hospital de la Cerdanya en Puigcerdá (Girona), que desveló que un 20 por ciento de los pacientes ingresados en ese centro sanitario procede de otras comarcas.
Otro presidente autonómico que ha dado la voz de alarma es Adrián Barbón, del Principado de Asturias, que pidió el lunes a los vecinos de los municipios más turísticos de la región, entre ellos Llanes, Ribadesella o Colunga, que informen a las autoridades de la presencia de forasteros, principalmente vascos y madrileños, y reclamó a la Delegación del Gobierno que refuerce la presencia de las Fuerzas de Seguridad. El parque de vivienda de localidades costeras como Llanes cuenta con un 38 por ciento de inmuebles de segunda residencia.
El presidente murciano, Fernando López Miras, ha ido aún más lejos al pedir al Gobierno que cierre «totalmente» los cinturones de las grandes ciudades para evitar las salidas hacia la costa, que se «bloqueen» las principales autovías para impedir esos desplazamientos, que suponen «una amenaza para la contención del virus», y que se endurezcan las sanciones a los infractores. Localidades murcianas como Mazarrón, Águilas, San Pedro del Pinatar o Santiago de la Ribera son el destino vacacional habitual, en sus segundas residencias, de muchos vecinos de la Comunidad de Madrid y de Castilla-La Mancha.
En Aragón, pequeños pueblos del interior, como El Frago, Piedratajada, Valpalmas o Puendeluna aguardan con temor la llegada de la Semana Santa. Se trata de localidades muy poco pobladas y con vecindarios muy frágiles y envejecidos, para quienes el contagio a través de un visitante puede resultar fatal, ya que no pocos habitantes son octogenarios y nonagenarios. «Si llega aquí el coronavirus», advierte el alcalde del municipio de El Frago, José Ramón Reyes, «el pueblo desaparece».
En varias localidades andaluzas, como Cazalla de la Sierra (Sevilla), la Guardia Civil y la Policía Local han elaborado un censo de las viviendas que no son residencia habitual para poder controlar mejor a quienes puedan verse tentados a burlar el confinamiento durante la Semana Santa. Numerosas poblaciones andaluzas, según las fuentes consultadas, se mantienen en alerta ante la posible llegada de forasteros «que no son bienvenidos durante el período de cuarentena».
El Ministerio del Interior ya ha advertido esta semana en numerosas ocasiones de que durante la Semana Santa va a incrementar notablemente los puntos de control en las carreteras, especialmente durante la noche y la madrugada. Fuentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado consultadas por LA RAZÓN admiten sin reparos que cuentan con la colaboración de los vecinos de localidades costeras y rurales para denunciar a quienes se salten el confinamiento. «En los pueblos todos se conocen, y saben quién entra y quién sale», apuntan esas mismas fuentes fuentes.
De hecho, durante todo el día de ayer los atascos en las carreteras fueron la tónica. Y no por una salida masiva de ciudadanos hacia sus segundas residencias –que alguno habría–, si no por los estrictos controles que las Fuerzas de Seguridad habían montado en las principales carreteras de salida de las grandes ciudades del interior.
«La gente no está yéndose a segundas residencias, solo que los pocos que se mueven tienen que pasar por el control y a muchos les ha pillado de regreso a casa», aseguraron desde la Dirección General de Tráfico para explicar el motivo de las retenciones. La Guardia Civil estableció en las carreteras 150 controles fijos tanto de día como de noche para evitar desplazamientos no permitidos esta Semana Santa, a los que se sumarán la vigilancia móvil y la que dispongan el resto de Cuerpos de seguridad.
Policías locales como la Guardia Urbana de Barcelona han desplegado a más de 140 agentes y el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, avisa: «Si alguien piensa que los controles se relajarán, no será así».
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