
El apagón: los testimonios
«He pasado miedo, la policía nos dijo que podía haber asaltos»
Valencia revive la incertidumbre de las horas posteriores a la DANA en una jornada festiva en 200 municipios

El apagón del lunes dejó en Valencia una sensación diferente al resto de España. En la víspera de cumplirse los seis meses de la DANA, de alguna u otra manera se revivió la incertidumbre que provocó el corte total de las comunicaciones. El sonido de las sirenas volvió a escucharse con mayor frecuencia que un día habitual para efectuar rescates mucho menos peligrosos que los del día de la riada.
El corte de suministro pilló a más de un centenar de localidades celebrando el día del patrón de la Comunitat Valenciana, San Vicente Ferrer. No había ni comercios ni centros educativos ni oficinas abiertas, pero muchos tuvieron que salir a la carretera para volver a sus casas sin saber muy bien qué es lo que se encontrarían cuando llegasen. Los parques y jardines se llenaron de gente que optó por esperar dando un paseo a ver qué ocurría. En la capital estaba convocada la séptima manifestación para pedir la dimisión del presidente Carlos Mazón en la DANA. La delegación del Gobierno desautorizó las concentraciones por motivos de seguridad, pero aún así cientos de personas acudieron a la plaza del Ayuntamiento.
La parte más trágica de la jornada del apagón ocurrió en Alzira (Valencia). Una mujer de 46 años que dependía de una máquina que le proporcionaba oxígeno murió tras el apagón. Pasada la una de la tarde una patrulla de policías llegó a su domicilio para auxiliarla. Tras practicarle maniobras de reanimación cardiopulmonar durante unos veinte minutos, hasta la llegada de asistencia sanitaria, se decretó su fallecimiento por causas naturales.
Mientras, en Chamartín cientos de valencianos buscaban coches de alquiler para no hacer noche en Madrid. Teresa López propietaria de una tienda de muebles en Torrevieja, vivió momentos de pánico. «He pasado miedo, la verdad; primero porque no podía cerrar la puerta metálica de la empresa por ser eléctrica para poder regresar a casa; segundo, porque no podía contactar por teléfono con mi familia y tercero, porque en Torrevieja la Policía nos estaba alertando de que podía haber asaltos y pillaje en nuestro lugar de trabajo por el apagón».
El regreso a casa hasta Alicante tampoco fue tranquilo. Teresa, interiorista de profesión, tenía el temor de «quedarse sin gasolina, sin tener opción de repostar». Fue un día para olvidar.
Salir al exterior
Mari Huertas respiraba ayer aliviada después de pasar 60 agónicos minutos en el ascensor de su edificio en el murciano barrio del Carmen. A pesar del agobio de la situación, sus vecinos la tranquilizaron y, con la ayuda de un técnico de ascensores, consiguieron sacarla sana y salva. Pero todavía tiene el susto en el cuerpo.
«Lo pasé mal, porque al principio el móvil no iba y me dio un poco de ansiedad. Y me tranquilicé y me dije: ‘esto no puede ser’». La cabina del ascensor se había quedado complemente a oscuras, lo que le obligó a hacer un esfuerzo titánico por mantener la calma. «Me senté en el suelo, porque pensé: no sea que esto se vaya para abajo, como en las películas, y ahí estuve esperando. Se me hizo muy largo».
Su formación como sanitaria, trabaja en una unidad de reanimación del hospital Virgen de La Arrixaca de Murcia, quizá le hizo superar esta situación con una mayor entereza. «Me eché, me acosté y dije, mira, como si estuviera en la playa…». Agradece el esfuerzo de sus vecinos por permanecer ahí en esos momentos tan difíciles y también al técnico que consiguió sacarla.
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