Prostitución
«La prostitución solo va a cambiar de lugar, seguirán sin poder rastrear los brotes»
Las asociaciones de mujeres explotadas sexualmente critican que la orden de Montero de cerrar prostíbulos sea solo temporal y por razón sanitaria: «Las seguirán esclavizando en pisos»
No son las cuatro de la tarde y dos jóvenes rubias, espectacularmente vestidas y maquilladas de noche, se dan la vuelta en cuanto ven entrar a alguien en el hall del hotel La Cantueña, en Fuenlabrada. Ajenas a la polémica sobre el cierre de prostíbulos ordenado por Irene Montero y la dificultad de rastreo de algunos positivos en Covid, ellas se retocan con precisión el maquillaje mientras esperan a clientes en este cuatro estrellas que, curiosamente –y según el cartel que hay colgado en la puerta–, cuenta con la categoría «ORO» en el certificado de desinfección «Covid-free».
En realidad, todo el mundo lo conoce como «El Kixx» y es famoso porque una enorme silueta femenina sobre una barra de estriptis ocupa toda la fachada, pegada a la autovía de Toledo. Aún así, el responsable especifica que los espacios están divididos. «La discoteca Kixx es la parte de abajo y ya la he tenido que cerrar hace tres días. El hotel no tengo por qué: yo tengo licencia», se escuda el hombre. «Lo que hagan allí dentro no es cosa mía», sostiene, a pesar de que hasta en Booking advierten: «Adults Only» y en las actividades que ofertan hay «entretenimiento nocturno de pago». Es, evidentemente, un prostíbulo pero, como en tantos otros casos, no será fácil «obligarle» a cerrar porque, al igual que los bares de copas, todos se amparan en licencias autorizadas por los ayuntamientos.
La propuesta de cierre, instada desde el Ministerio de Igualdad a las comunidades autónomas, llega tras detectarse que muchos contagios se producen en estos espacios y son de «difícil rastreo». En una carta enviada a los consejeros de Igualdad, Montero solicita medidas «específicas» para estos locales, al tiempo que expresa su preocupación por los brotes generados en estos espacios y ha pedido a las autonomías que ofrezcan a las prostitutas «alternativas dignas». Unas palabras que han sido acogidas con cierto recelo desde las asociaciones que luchan por los derechos de estas mujeres.
«No se puede hablar solo de cuestión sanitaria, de que hay que cerrarlos porque la pandemia se va de las manos y es difícil el rastreo: allí dentro se trafica con mujeres pero miramos para otro lado», denuncia Rocío Mora, directora de Apramp, que lleva 30 años luchando por sacar de las garras de las mafias a estas mujeres y lo consiguen con 1.500 cada año. Y es que ellas insisten en que el 90% de la prostitución es coercitiva y muy pocas ejercen a voluntad propia. «Nos alegran este tipo de medidas pero esto no se arregla si seguimos invisibilizando el problema. Esperamos que sea solo un primer paso para cerrar todo esto de forma definitiva, si van a volver a abrir no vale de nada».
Y es que desde Apramp temen que el cierre de clubs, prostíbulos y demás lugares donde se ejerce (hay hasta asadores) solo significará «mover de sitio» la prostitución pero que ésta (y, por lo tanto, los brotes asociados y su dificultad de rastreo) no va a desaparecer, como no lo hizo durante los meses más duros del confinamiento. Durante aquellas semanas, según denunció LA RAZÓN, las mafias habían trasladado a pisos del extrarradio a todas las mujeres que ejercían en los polígonos industriales captando clientes a pie de calle. «No cambió nada. No bajó la demanda de prostitutas así que las mafias no dejaron de ofrecerlas pero a los ojos de todos parecía que el problema había desaparecido», apunta Mora, conocedora de la dificultad del problema. «No es solo las condiciones sanitarias en las que están estas mujeres. Esto no va acabar sino se corta de raíz. Hay que perseguir de forma activa a mafias, proxenetas y puteros. No aceptamos una regularización como si pusieran un sello de calidad y que consintamos la esclavitud sexual: ellas son materia prima muy lucrativa y, literalmente, desechable».
Mora explica que las mismas mujeres que son explotadas en clubs, también las mueven para ejercer en la calle o en pisos particulares. «Las van cambiando según donde salgan más rentables», en función de la hora del día o de la época del año. Pero la complejidad de abordar esta problemática pasa también por atender ahora a todas las mujeres que han estado siendo explotadas en estos clubs. «No se trata solo de una alternativa habitacional, son mujeres que están en manos de mafias, sin documentación, que no se atreven a denunciar a la Policía porque saben que irán contra su familia. ¿Qué van a hacer con ellas?», se plantea Mora. Desde Apramp aseguran que muchas que antes de la pandemia estaban comenzando una reinserción paulatina en el mundo laboral, la crisis económica también se ha llevado por delante muchas de estas oportunidades al cerrar negocios.
Mientras, Castilla la Mancha, donde se concentran el 80% de este tipo de negocios según datos del Instituto de la Mujer, fue ayer la primera comunidad en ordenar el cierre de estos locales. Según explicó el consejero de Sanidad, Jesús Fernández, la medida supondrá el cierre de cerca de mil locales y pisos en los que se ejerce. A partir del domingo, cuando entre en cumplimiento el decreto, quedarán cerrados. Tras la comunidad manchega, se sumó Cataluña. La consellera de Salud de la Generalitat, Alba Vergès, anunció que en la resolución publicada ayer que prorrogaba sin fecha el cierre de discotecas, karaokes, bares musicales y salas de baile también incluían los «establecimientos públicos con reservados anexos», una forma de denominar a los prostíbulos.
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