Hospital transfronterizo
El experimento sanitario de la UE en España
LA RAZÓN visita el Hospital de Cerdaña, un centro pionero en el que se comparten las competencias con Francia. «Tenemos la esperanza de que la UE mire lo que hacemos y lo pueda extrapolar a otros proyectos», explica el director adjunto
Si la Unión Europea no hubiera dado luz verde a este pionero proyecto transfronterizo entre España y Francia, Guy Orriols habría tardado más de una hora y tres cuartos en acudir al hospital más cercano, es decir, a Perpiñán. Este francés, de 55 años, espera en la sala del Hospital de Cerdaña, en Gerona, porque tiene una contractura cervical. Se la hizo trabajando en Latour-de-Carol, donde reside. «He tardado sólo cinco minutos en coche en llegar aquí», dice Orriols. «Esto es muy bueno», añade en castellano oxidado, antes de ser atendido.
Desde Les Ángles, también en Francia, ha venido Soleil, de 25 años, para una resonancia magnética en la rodilla. Cruza la frontera no sólo porque ahorra tiempo en el trayecto, sino por que «la lista de espera es menor; el hospital de Perpiñán es muy grande: aquí me dan cita mucho antes».
En Bourg-Madame, un río hace de frontera natural entre ambos países, aunque se puede acceder fácilmente a Puigcerdá, en coche o a pie, por el puente. Queda algún resquicio metálico de lo que debió ser una aduana. Allí reside Dalila Muñoz con su marido y tres hijos. Tiene la cartilla de la Seguridad Social española, porque trabaja en Cataluña. La operarán en el Hospital San Pablo en Barcelona; en Cerdaña hace todo el preoperatorio. «Así me ahorro dos horas de ida y dos de vuelta por cada sesión. Son sólo cinco minutos desde casa». Los vecinos de Puigcerdá también agradecen la presencia de este centro hospitalario con más especialidades. Hay quien se queja de que alguna vez el médico sólo hablaba francés. Pero reconocen que el helicóptero del hospital ha salvado vidas al llevarles a Manresa en pleno ataque al corazón.
En un hospital de alta montaña y rodeado por pistas de esquí, nunca hay suficientes traumatólogos. El doctor Bruno de Baulmann fue muy bien recibido. Su mujer es radióloga y ambos se pasaban el día en carretera, entre Burdeos y Toulouse. «Tenemos una casa aquí en la montaña, por lo que al conocer este proyecto pedimos el traslado y así cambiar de vida». Es más, bajo su bata, se pueden ver sus Millet, el calzado típico de montañeros. Aunque la homologación de títulos no es inmediata. No ha sido hasta mayo cuando se pudo unir a este experimento con competencias compartidas entre Francia y España.
Justo tras él, en la puerta de urgencias, hay dos ambulancias aparcadas, listas para intervenir. La de matrícula gala es la única que opera fuera de la República, y es que hay emergencias en Francia a las que se tarda menos en acudir desde aquí.
El concepto llevaba bocetándose desde 2003 a ambos lados de la frontera. En 2009, la UE aprobó la construcción a través de los fondos FEDER (Fondo Europeo de Desarrollo Regional). En septiembre de 2014 abrió sus puertas. La UE cofinanció este pionero centro de asistencia sanitaria, en total dio 18.600.000 euros. El resto fue aportado por las administraciones catalana (7,4 millones) y la francesa (5 millones).
El doctor Xavier Conill se involucró en los inicios, cuando sólo era una idea. Tras varios proyectos laborales, ha vuelto como director adjunto. Conill recuerda que los obstáculos eran dos: los muertos y dónde se consideraba que nacían los niños. Primó «la buena voluntad», la gran solucionadora de los problemas. «Las madres prefieren que sus hijos nazcan en la Maternidad de aquí, a cinco minutos de casa, que en Perpiñán, a dos horas (sin nieve) de camino. Tras ir al registro civil, deben ir al consulado para decir que su hijo es francés a pesar de haber nacido aquí. No hay que complicar más las cosas».
Al preguntarle por la covid-19, la enfermedad que ha puesto en jaque los sistemas sanitarios de todo el mundo, Conill indica que durante la primera ola, «la escasez de EPIs, tests y otros materiales pudimos suplirlos desde la parte francesa». El número dos del hospital habla de la importancia de compartir información con los hospitales y las consejerías de Sanidad de la región a un lado y otro. «En momentos difíciles hemos demostrado que podíamos enviar pacientes graves catalanes al hospital de Foix (en Francia). Hemos tejido una idea de red asistencial», asegura el doctor. «El gran aprendizaje que hemos tenido con la covid –no sólo en términos científicos– ha sido la colaboración», confiesa Conill. «Nos hemos necesitado los unos a los otros y nos hemos ayudado. No diré que espontáneamente, pero casi».
El 30 de noviembre, tenían tres pacientes en aislamiento. «Estamos altos de positivos, pero con pocos ingresos. En la primera ola tuvimos entre 12 y 14 al día». Desde el 30 de marzo acumulan 266 casos, de los que 114 requirieron hospitalización. Ocho personas murieron. El centro no cuenta con UCI, así que los que se complican se derivan a otros hospitales.
Respecto al inédito cierre de Schengen, y por tanto, de las fronteras, Conill detalla cómo se las arreglaron. «Tanto los gendarmes franceses, como la Guardia Civil, los Mossos d’ Esquadra y la Policía Nacional, todos los cuerpos de seguridad, se pusieron en contacto con nosotros y les facilitamos los pueblos desde los que podían venir enfermos al hospital. Gracias a estas listas les dejaron circular libremente». También a sus trabajadores, franceses y españoles que viven a un lado u otro. «Tenemos la esperanza de que la UE mire lo que hacemos aquí y lo pueda extrapolar a otros proyectos. Alguna infraestructura que tenga que cumplir con las medidas sanitarias de dos países. Lo bonito de este proyecto es que es para la gente, es europeo (más allá de que sea francés, catalán, español) y que los ciudadanos se puedan sentir como en casa. Esto debe ser un proyecto de la Europa de los ciudadanos», dice ilusionado.
Para Conill, «somos de las pocas experiencias, que gracias a la financiación europea, se han hecho desde el proyecto inicial –que era un plan de viabilidad– hasta su construcción. ¿Ahora qué nos falta? Respaldo y ver cómo superar algunas barreras que vamos encontrando en el camino como la homologación de los títulos entre dos estados miembro, que puede llegar a demorarse un año».
Hacia la Unión Europea de la Salud
«La pandemia de la covid ha demostrado que las amenazas de la salud no respetan las fronteras y que es necesaria una Unión de la Salud», explica la ex ministra de Sanidad y eurodiputada, Dolors Montserrat. «Todos los grupos mayoritarios –el Partido Popular ha sido uno de los grandes líderes en empujar hacia esta unión sanitaria– están de acuerdo en avanzar más. Está clarísimo que esta será la legislatura de la sanidad. No podemos superar otra pandemia actuando por nuestra cuenta», reconoce.
Montserrat aclara que «se han reforzado todos los instrumentos sanitarios» y detalla el programa «La Unión Europea por la Salud», que acaban de aprobar en el Pleno: «Tiene autonomía propia y se ha aumentado el presupuesto anterior diez veces más (5.700 millones de euros). Se trata de un avance histórico para construir esa Europa de la Salud a la que todos aspiramos».
La portavoz del PP en la Eurocámara, recuerda que «Europa quiere ser líder en el cuidado de la salud. La covid lo que ha hecho es acelerar la maquinaria para lograrlo».
Al preguntarle por el hospital de Cerdaña, la ex ministra conoce a la perfección este proyecto y explica que dentro del programa “La Unión Europea por la Salud”, uno de los objetivos prioritarios es apoyar la creación de hospitales transfronterizos y también ampliar la red de centros de referencia regionales transfronterizos”. En suma, “incentivar el tratamiento de pacientes transfronterizos para que todos los ciudadanos tengan más oportunidades”.
En este sentido, el eurodiputado del PSOE Nicolás González señala que debemos sacar «las lecciones que hemos aprendido del covid. Compartiendo no sólo los problemas sino también las soluciones». En su opinión, «es la manera de aprender a crear esa Unión Europea de la salud que respete la idiosincrasia de cada territorio pero que tenga en mente la igualdad de acceso de todos los ciudadanos a las soluciones sanitarias que son beneficiosas para toda la población».
En cuanto a la vacunación de la covid-19, González ve un buen ejemplo de lo que puede ser la Unión Europea de la Salud. “La UE debe facilitar en circunstancias de dificultades como la actual, que haya acceso para todos los europeos a aquellas soluciones de la salud que van a mejorar nuestras vidas. La vacuna es un caso paradigmático. Estando juntos y colaborando en términos sanitarios, podemos obtener un beneficio para todos. Mejor acceso a las vacunas, mejor precio y además que cada estado garantice que sus ciudadanos puedan acceder a esas vacunas”.
Asimismo, González recuerda que sin la salvaguarda de la UE, “si España se hubiera lanzado sola, de manera individual, se hubiera lanzado a comprar y a competir por las vacunas habría tenido muchas más dificultades que haciéndolo de manera compartida”.
Asimismo, González recuerda que sin la salvaguarda de la UE, «si España se hubiera lanzado sola, de manera individual, a comprar y a competir por las vacunas habría tenido muchas más dificultades que haciéndolo de manera compartida».
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