Entrevista
Salvador Tranche: “No usar la atención primaria para vacunar es imperdonable”
El presidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia avisa que los hospitales «no están preparados para el envejecimiento de la población»
-El centro de salud, donde ejerce su especialidad, es el primer escalón de acceso a la sanidad pública. ¿Qué valoración haría de este año de pandemia?
– La primera ola la recuerdo con horror. No contábamos con medios ni de diagnóstico ni de protección, nos sabíamos a qué nos enfrentábamos, la incertidumbre era muy alta. Como justo había terminado la epidemia de gripe, nos venían pacientes con síntomas… digamos inespecíficos, como febrícula o dolores articulares o musculares. Si no mostraban ningún síntoma respiratorio les poníamos tratamiento sintomático y les seguíamos en casa. Luego, por cada paciente diagnosticado con PCR en el hospital nosotros seguíamos en domicilio a otros nueve con sospecha de sufrir covid. No disponíamos de PCR ni de equipos de protección; las instrucciones cambiaban constantemente...
– Entonces la única protección era la mascarilla quirúrgica, que en esos casos era del todo insuficiente.
– Junto con urgencias, éramos el primer frente de la batalla y así hemos caído. En todo este año de pandemia somos la especialidad médica en la que se han producido más contagios y muertes.
– Se han oído declaraciones como las de lamentar la muerte de un ser querido por un cáncer de colon porque «le diagnosticaban erróneamente por teléfono».
– Eso ha ocurrido en más de un caso. En general, es muy difícil diagnosticar un tumor o un proceso grave, y aún mucho más si no se hace presencialmente y además agravado por la enorme precariedad que existe en nuestro ámbito.
Llegó un momento en que más del 80% de la patología que atendíamos era covid, que era la prioritaria. Y otra mucha patología, como la oncológica, que era tiempo-dependiente, se iba posponiendo como se podía. Hubo un caso de una señora con dolor de espalda, que no parecía relevante, y acabó siendo metástasis de un cáncer de pulmón. ¿Cómo nos ha ocurrido esto? Se dejaron de hacer los cribados de los cánceres de mama y colon. No teníamos recursos, ni personal. Pedíamos una ecografía y tardaban seis meses en dar la cita. La atención a la covid está teniendo un impacto muy negativo en las actividades no demorables, la patología crónica y la actividades preventivas.
– Parece una zona de guerra tras el fragor de la batalla.
– Pues más o menos. Si somos humildes y sinceros, sí. Sin embargo, también tenemos que decir que formamos a MIR, médicos de familia que tienen un gran prestigio fuera de España, y se van a Reino Unido o a los países nórdicos, donde están muy bien valorados.
– Tras todo este panorama, qué balance haría de la gestión del Gobierno central y de los autonómicos?
– Es obvio que la pandemia ha puesto de manifiesto todas las carencias de nuestro Sistema Nacional de Salud. Tenemos hospitales que están sobredimensionados para agudos, pero no están preparados para crónicos, que es lo que se nos va a venir encima con el progresivo envejecimiento de la población española. Son hospitales con modelos organizativos de los años ochenta del siglo XX, pero no preparados para el siglo XXI. Y otro aspecto es que no se fomenta la multidisciplinariedad: cada especialista defiende a ultranza su parcela en vez de colaborar en equipo en beneficio del enfermo. Y en cuanto a las comunidades, cada una ha ido por su lado. Creo que debería haber habido un protocolo común y a partir de ahí que cada autonomía se organizara según sus necesidades. Quizás Asturias, Murcia y Canarias sean de las que han hecho mejor gestión de la pandemia.
– ¿Piensa que, gracias a la vacunación, podemos empezar a ver la luz al final del túnel?
- Sí, pero con una mejor organización y sin los fallos de las farmacéuticas. Hay 13.000 centros de salud y consultorios periféricos en todo el territorio nacional y los hemos ofrecido a las autoridades para la vacunación, para facilitar a las personas y al personal sanitario, y no se nos ha hecho ni caso. Sería imperdonable que no se empleasen los recursos de atención primaria para conseguir objetivos de calidad de vacunación con la mayor cobertura y en el menor tiempo posible.
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