Desde ayer los catequistas son reconocidos oficialmente por la Santa Sede. Así se deprende de un «motu proprio» rubricado por el Papa Francisco que se dio a conocer ayer y que instituye esta misión como un «ministerio laical». Solo en España, hay 96.470 catequistas, en su mayoría mujeres que, de forma voluntaria entregan su tiempo para acompañar en la iniciación cristiana a niños y jóvenes, pero también la formación de adultos. Para el Papa se trata de una tarea «aún más urgente debido a la renovada conciencia de la evangelización en el mundo contemporáneo».

Desde ahí, el Pontífice hace un llamamiento para que los catequistas sean capaces de promover «un auténtico encuentro con los jóvenes» desde «la exigencia de metodologías e instrumentos que hagan coherente el anuncio del Evangelio con la transformación misionera que la Iglesia ha emprendido».

El hecho de que se reconozca esta labor sobre el papel exige, según la carta apostólica «Antiquum ministerium», que las Conferencias Episcopales de cada país elaboren un proceso formativo para los candidatos a ser catequistas, así como los correspondientes criterios normativos. En este sentido, el Papa aclara en el documento que con este nuevo marco se busca dar «mayor énfasis al compromiso misionero» de cada cristiano que se sienta llamado a esta tarea «sin caer en ninguna expresión de clericalización».

Pero, ¿qué perfil han de tener los futuros catequistas? En el «motu proprio», el Santo Padre expone que tienen que ser hombres y mujeres que «participen activamente en la vida de la comunidad cristiana, que puedan ser acogedores, generosos y vivan en comunión fraterna, que reciban formación bíblica, teológica, pastoral y pedagógica para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe, y que hayan adquirido ya una experiencia previa de catequesis.