Opinión

Mascarillas a mano

Dos personas hacen deporte sin mascarilla este sábado junto al Museo Guggeheim de Bilbao
Dos personas hacen deporte sin mascarilla este sábado junto al Museo Guggeheim de BilbaoLuis TejidoEFE

Pues sí, por fin nos hemos quitado la mascarilla en exteriores, pero conviene que no la perdamos de vista, porque aún la necesitamos en nuestros bolsillos y en nuestra vida. Ha de seguir acompañándonos al continuar siendo obligatoria en los lugares cerrados, incluido el transporte público en general, y si lo olvidamos e incumplimos las normas es muy posible que vuelvan a aparecer los enfados y violencias de hace no tanto.

Pero es que, además, esta liberación de la mascarilla –el premio de consolación que llegó junto con los indultos– tiene trampa. ¿Por qué? Pues porque, por ejemplo, en Israel, donde hacía tiempo que parecía reinar la normalidad más envidiable, con la aparición de la variante Delta se ha ordenado que se reinstaure su uso ante al aumento de los contagios, aunque más de la mitad de la población haya recibido la pauta completa de la vacunación.

Y no solo eso: ayer mismo nos sorprendimos con una subida de las incidencias en nuestro país, lo que sugiere, no solo que aún no hemos erradicado este virus, sino que es muy posible que, aunque la vacunación siga su curso, este «recreo» del verano vuelva a ser un «recreo» y en el otoño nos espere, no un panorama similar al de septiembre de 2020, pero sí un escenario donde las mascarillas vuelvan a ocupar su lugar.

Yo, tras hablar con algunos expertos, les recomiendo, por supuesto, que las tengan siempre a mano, que se las pongan en aglomeraciones, aunque sean al aire libre, cuando no se pueda respetar la distancia de seguridad y que recuerden que, por mucho que tiempo atrás nos riéramos de las mascarillas de los chinos, las nuestras nos han evitado no solo contagios de covid, sino también de gripe y otros males, así que no está tan mal…