Aumentan los timos
Carmen aún no se ha recuperado del mal trago. El pasado mes de abril, en pleno estado de alarma y con su barrio de Madrid confinado por enésima vez, se puso a planear las vacaciones de verano. Una amplia casa en Roche (Cádiz) con jardín y piscina privada, cinco dormitorios y tres baños le parecía un sueño y se decidió a reservarla. Las fotos que ofrecía el portal de Fotocasa eran sugerentes y el precio no estaba mal, sobre todo teniendo en cuenta que por “pronto pago” se ahorraba 500 euros. Así que contactó por mail con la supuesta dueña y cerraron el trato: 2.500 euros por tener la vivienda entre el 3 y el 15 de julio.
“La verdad es que no me pareció raro, no lo encontré nada sospechoso porque ahora todo se hace por correo electrónico. Confirmé que la cuenta de Bankia existía y que estaba a nombre de la persona y directamente le transferí el dinero”, explica Carmen a LA RAZÓN. La “arrendadora” le envió el contrato, ella lo leyó junto a su marido e hicieron un par de correcciones sobre dos cláusulas que no les convencían y que la otra parte aceptó sin rechistar. “Queríamos tenerlo todo atado y bien atado y fíjate. Lo único que no hicimos fue hablar por teléfono, ahora me doy cuenta de que ese pudo ser mi gran error. ¡Pero es que ella hasta me mandó su DNI escaneado!”, recuerda.
Una vez que la casa estaba, en teoría, reservada y pagada, Carmen invitó a una gran amiga para la primera semana: “En realidad, fue Cristina quien me despertó todas las alarmas. Me dijo que le parecía un precio demasiado bajo, que no le cuadraba. Así que volví a escribir a la dueña por mail y ya nunca más me contestó. Y hasta hoy”.
Cuando la estafa cobraba fuerza en su cabeza, acudió a la Policía para denunciar lo que había ocurrido y acudió a la sucursal bancaria donde estaba domiciliada la cuenta. “No me ayudaron por el tema de la protección de datos y no lo entiendo, yo creía que los bancos cuadraban bien el nombre y la identidad del titular de la cuenta”. También pidió la nota registral de la casa fantasma a la oficina de Roche, pero como les faltaba información no pudieron confirmarles si era o no la propietaria. Eso sí, en el registro les dijeron que estaban recibiendo muchas peticiones como la suya por timos similares.
Esta misma semana la Policía les ha explicado que lo más plausible es que se trate de un caso de suplantación de identidad. Una mafia se habría hecho con el DNI de la supuesta dueña y habría alquilado la casa en su nombre. A Carmen esta teoría le cuadra porque ella buscó en Google el nombre y los apellidos de la mujer y le apareció su página de Facebook en la que alertaba de que “había gente por Alicante alquilando casas con sus datos y que se trataba de una estafa”.
Habrá que esperar al juicio para saber si Carmen va a recuperar algo de su dinero. Además de la faena económica evidente le duele comprobar que “hay gente mala por el mundo, y nos creemos que estamos tan seguros en nuestra casa delante del ordenador. A mí ya me tiembla el dedo hasta para apretar el botón de compra en Amazon”. Esta semana debía haber comenzado sus vacaciones frustradas, pero el final de la historia no es tan amargo: la amiga que la alertó del fraude ha acabado cogiendo una casa en el mismo sitio y la ha invitado. Lo ha hecho por Booking y con todas las garantías necesarias.