Veredicto
Europa fracasó en la gestión de la primera oleada de la pandemia
Un estudio analiza la respuesta de la UE al aterrizar la covid en el Viejo Continente y concluye que los intereses de los países reemplazaron una respuesta coordinada
Un nuevo estudio publicado esta semana en «Frontiers in Public Health» presenta una revisión de las opiniones de expertos sobre los logros y las deficiencias de la respuesta Covid-19 de la Unión Europea (UE). El objetivo: extraer lecciones para futuras pandemias. Pero vamos a comenzar por el principio.
En 2004, la UE creó el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC por sus siglas en inglés) con el objetivo de coordinar la vigilancia y las directrices de enfermedades transfronterizas.
Fue precisamente el ECDC el primer organismo que, un año atrás, estudió la respuesta de nuestro país a los primeros pasos de la pandemia. Los resultados se publicaron en su página web.
Al 27 de abril de 2020 (6 semanas después que se declarara el estado de alarma en España), los casos confirmados de Covid alcanzaban los 2.878.196 en todo el mundo, incluidas 198.668 muertes. De estos, 1.359.380 casos (casi la mitad) y 124.525 muertes (cerca de un 60%) se produjeron en Europa. De hecho, según las cifras del ECDC, España e Italia eran los epicentros de la pandemia de en Europa: España con el mayor número de casos e Italia con el número de muertes más alto.
En aquel momento, según el estudio del ECDC, el Ministerio de Salud y las Comunidades Autónomas desarrollaron un protocolo nacional para el manejo de casos de Covid que incluía pautas de vigilancia unos días después de que la misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en China confirmara la transmisión de persona a persona. Se implementó la vigilancia nacional universal de casos confirmados de Covid de cualquier gravedad. Siguiendo el protocolo, el primer caso importado en España se detectó en La Gomera, en las Islas Canarias, el 31 de enero, mientras que el primer caso de Covid adquirido localmente se confirmó el 26 de febrero.
Las conclusiones de este estudio señalan que «los servicios de salud pública pusieron un enorme esfuerzo en su lucha contra la pandemia. Pero hubo decisiones que fueron determinantes. En España, aunque durante las primeras semanas de marzo se implementaron varias medidas iniciales de distanciamiento social, el estado de alarma fue la medida más importante que mitigó la epidemia, ya que 5 días después del cierre el número de casos disminuyó drásticamente.
Desde entonces ha pasado más de un año y las sucesivas olas, las campañas de vacunación y nuevas medidas, han cambiado el panorama por completo. Entonces, la pregunta clave que se hizo la ECDC fue si sería posible comparar la respuesta de los países de la UE a la primera ola, con el objetivo de analizar las mejores medidas en cada país y si era posible llevarlas a cabo en otros o no. Y cómo.
Así fue cómo nació el estudio publicado esta semana en «Frontiers in Public Health». Y la primera impresión no es halagüeña. Los autores, liderados por Marie Gontariuk y Thomas Krafft de la Universidad de Maastricht (Países Bajos) entrevistaron, entre mayo y agosto de 2020, a 18 expertos en salud pública de países de la UE. Los entrevistados coincidieron en que, aunque hubo algunos éxitos, los intereses de los países individuales a menudo superaron o reemplazaron las respuestas de toda la UE.
«Durante la pandemia actual –señalaba en un comunicado Thomas Krafft– la posición del ECDC y de la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria de la UE a la hora de contribuir a una respuesta coordinada volvió a ser dolorosamente obvia debido a un mandato de salud débil e inconsistente para las instituciones de la UE. La preocupación por los intereses políticos nacionales a corto plazo y la fragmentación y la falta de liderazgo de las instituciones de la UE obstaculizaron una respuesta coordinada y eficaz a la pandemia».
En ese momento, la UE se centró en implementar medidas de salud preventivas, que incluían cierres de fronteras, diferentes instrucciones sobre el uso de mascarillas, higiene y otras precauciones. Pero hubo diferencias significativas entre el enfoque de cada país. Por ejemplo, Italia y España restringieron el movimiento dentro del país y aplicaron cuarentenas estrictas. En marcado contraste, las recomendaciones en Suecia y los Países Bajos se basaron más en el juicio de sus ciudadanos.
Acierto: compra de vacunas
Además, uno de los esfuerzos más importantes de la UE fue pedir vacunas por adelantado y negociar el precio. Al menos durante el período de las entrevistas, la mayoría de los expertos aprobaron el enfoque cooperativo de la UE para la adquisición de vacunas, con la salvedad de que el proceso tomó más tiempo del deseado. Sin embargo, muchos informaron que había una sorprendente falta de confianza y transparencia entre los países. La puesta en marcha de diversas medidas a corto plazo, a veces contradictorias, creó confusión y pudo haber debilitado la confianza de los ciudadanos, tanto en las autoridades sanitarias nacionales, como en las de la UE.
Los autores reconocen que su estudio solo incluyó a expertos en salud y que también sería útil considerar los puntos de vista políticos. También es importante señalar que estas entrevistas se llevaron a cabo solo durante la primera ola, y las entrevistas adicionales proporcionarán una imagen más completa de la eficacia de las respuestas de la UE a medida que avanzó la pandemia.
«A nivel de los estados miembros de la Unión Europea, la seguridad sanitaria mundial debería convertirse en un elemento fundamental en sus agendas nacionales de salud –concluye Marie Gontariuk–. Es necesario trabajar en un sistema de salud nacional coordinado y resiliente y fortalecer los sistemas de vigilancia locales, regionales y nacionales. Esto debe convertirse en una prioridad, incluida la toma en cuenta de la vigilancia transfronteriza con los países vecinos».
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