Historia
El origen de la maquinilla de afeitar
Los registros dibujados en las paredes de las cuevas ya mostraban a personas afeitándose con almejas, cuchillos de pedernal e incluso dientes de tiburón. No obstante, la incesante búsqueda de comodidad y seguridad, ha hecho que, hoy en día, la tarea resulte mucho más eficiente y sencilla
Aunque la barba es una opción cada vez mas de moda, la mayoría de nosotros todavía nos afeitamos al menos cada dos días y, aunque es un poco tedioso, no siempre ha sido tan fácil.
Los registros dibujados en las paredes de las cuevas muestran a personas prehistóricas afeitándose con almejas, cuchillos de pedernal e incluso dientes de tiburón. No obstante, no está claro cuándo estos toscos utensilios dieron paso a lo que ahora consideramos maquinillas de afeitar. Según la Enciclopedia Británica, se pueden encontrar navajas circulares de cobre y oro macizo desde el cuarto milenio antes de Cristo en algunas tumbas egipcias.
Según el historiador romanoTito Livio, la navaja fue introducida en Roma en el siglo VI a. C. por Lucius Tarquinius Priscus, rey de Roma, pero el afeitado no se hizo habitual hasta el siglo V a.C. Las navajas de afeitar de acero con mangos ornamentados y hojas huecas individuales se fabricaron por primera vez en Sheffield (Reino Unido), centro de la industria cuchillera, en los siglos XVIII y XIX. Por otro lado, aunque, en 1740, el acero de crisol producido en Sheffield por Benjamin Huntsman fue rechazado en un primer momento, tras de su adopción en Francia, termino considerándose superior por los fabricantes locales.
La maquinilla tal y como la conocemos
Asimismo, en 1880, en los Estados Unidos, ya se producían maquinillas de afeitar de acero y forma de azada con un protector a lo largo de uno de los bordes, este avance suponía una opción mucho más segura y, a principios del siglo XX, King Camp Gillette combinó la forma de azada con hojas reemplazables de doble filo. Gracias a este invento, el uso de las maquinillas fue extendiéndose cada vez más, tanto es así que, a principios de la década de 1960, varios países comenzaron a fabricar hojas de acero inoxidable, aunque la popularidad de la cuchilla de doble filo de larga duración se vio eclipsada en gran medida por el desarrollo de los cartuchos de repuesto, mucho más económicos, diseñados para encajar en mangos de plástico desechables. El cartucho tenía solo un borde de corte, pero muchos fabricantes produjeron un instrumento de “doble filo” colocando dos hojas en un lado.
Por último, aunque las maquinillas de afeitar eléctricas se patentaron en 1900 en los Estados Unidos, la primera que se fabricó con éxito fue gracias a Jacob Schick, un coronel retirado del ejército americano, que solicitó la patente en 1928 y que puso en el mercado en 1931. La maquinilla de afeitar eléctrica consta de un cabezal de corte, accionado por un pequeño motor, que se divide en dos secciones: la exterior, que consta de una serie de ranuras para sujetar los pelos y la interior, que se compone de una serie de hojas de sierra.
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