Entrevista al arzobispo de Tegucigalpa
«Nada va a frenar al Papa»
Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga acota las resistencias: «Los que hacen ruido están donde no deben estar»
Viaje exprés a Madrid. Una escala de apenas un día entre Miami y Roma para clausurar la 51ª Jornada Nacional de Vida Consagrada del Instituto Teológico de Vida Religiosa y presentar un libro entrevista en el que desgrana la constitución apostólica sobre la que descansa la reforma vaticana de Francisco. De la mano del claretiano Fernando Prado, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga se abre en canal en la obra «Praedicate Evangelium. Una nueva Curia para tiempos nuevos» (Publicaciones Claretianas). Purpurado de máxima confianza del Papa, a este salesiano hondureño le cuesta perder la sonrisa aun cuando arrecian las tormentas y los ataques. Sabe esquivar las turbulencias como piloto aéreo que es y marcar un nuevo compás con su saxofón cuando urge alterar una partitura eclesial entumecida.
Hace nueve años, el Papa creó el Consejo de Cardenales para asesorarle sobre la reforma de la Curia y le colocó como coordinador. Ahora que «Praedicate Evangelium» ha visto la luz, ¿da por terminada su misión, o esto solo acaba de empezar?
Publicar la Constitución es solo una primera etapa. La reforma es eminentemente un proceso, no un acto de puesta de largo. Evidentemente, contar con un documento de este calibre es imprescindible pero reformar es mucho más complejo. Tenemos el espíritu de conversión y la letra. La siguiente etapa que sigue es su aplicación.
Será en junio cuando el Vaticano ponga patas arriba gran parte de su estructura por su entrada en vigor. ¿Basta con cambiar de nombre a los dicasterios y con mover al personal de sitio para renovar la Iglesia?
Por supuesto que no. Para que verdaderamente haya una reforma de la Iglesia, lo más importante es que se dé esa conversión personal y pastoral en la que insiste tanto el Papa. Somos los seres humanos los que damos vida a esos cambios sobre el papel. Esta reforma no se puso en marcha con la firma de la constitución, sino que se inició el primer día del pontificado, cuando Francisco decidió quedarse a vivir en la residencia de Santa Marta y no en los palacios apostólicos. Eso ya es un cambio total.
Hay quien alerta de que tanta renovación es una ruptura con la herencia recibida y deja caer que es fruto de las ocurrencias de un latinoamericano…
El propio Papa ha explicado que simplemente responde a un encargo que le hicieron el resto de cardenales. Ciertamente eso fue una de las cosas que se discutieron en el pre cónclave que eligió a Jorge Mario Bergoglio. De hecho, cuando él intervino en esas congregaciones generales hablando de la necesidad de una Iglesia que salga de su autorreferencialidad para ir a las periferias no pensaba que él iba a ser el Papa que lo tendría que hacer realidad. Tampoco es una tarea que haga solo. No tenemos que olvidar que la Iglesia no es una institución únicamente humana, también es obra del Espíritu Santo, que no es estático ni mucho menos anquilosado.
Sin embargo, en este camino se está encontrando con no pocas resistencias. No sé si son muchas o es que se hacen notar…
Es normal que haya resistencias, como las tenemos nosotros en nuestra vida cotidiana. Las hay en nuestro propio organismo, que tiene anticuerpos para detener las infecciones. Desde ahí, se entienden esas resistencias en el cuerpo místico de la Iglesia. El Papa sabe que las reformas no pueden ser instantáneas, necesitan tomarse su tiempo, ir paso a paso para vencer esas adversidades sin que se conviertan en enemigos, que también los hay. Nosotros mismos en la reciente Asamblea Eclesial de Latinoamérica hemos podido comprobar cómo había personas que se oponían sin conocer en qué consistía y las tensiones se rebajaron a medida que se fueron empapando. También hubo oposición al Concilio Vaticano II y hay quien todavía hoy lo cuestiona sin haberlo conocido ni leído. Son necesarios los procesos, que es una de las palabras de referencia de este Papa, para ayudar a cambiar la mirada de quienes les cuesta entrar en la dinámica de la conversión.
¿Qué le diría a quien considera que Francisco es un político populista de izquierdas que se ha atrincherado en el Vaticano?
Que estas personas se pongan delante de Dios. Porque si tenemos fe, sabemos lo que significa la Iglesia y que el Espíritu Santo no está de vacaciones ni en una fiesta, sino que actúa y actúa a través del Papa, de nosotros. Los seres humanos podemos ser instrumentos llenos de defectos, pero en un determinado momento el Espíritu Santo se vale de nosotros para llevar adelante la labor evangelizadora. Si contemplamos la historia de la Iglesia, nos damos cuenta cómo esas visiones parciales y partidistas muchas veces vienen de estar encerrados en sí mismos y sus prejuicios.
A veces da la sensación de que Francisco tiene más apoyos fuera que dentro…
El Papa tiene muchísimo apoyo de casa, de toda la Iglesia, lo que sucede es que los que hacen ruido son los que precisamente están donde no deben estar.
Llegan a decir que este pontificado está agotado.
Los que piensan eso no conocen la realidad y hablan desde fuera como observadores ajenos. Se espera muchísimo más todavía de Francisco con su apuesta por la sinodalidad. Lo tiene clarísimo y va a seguir adelante.
¿Eso quiere decir que no le va frenar ni su limitante dolor de rodilla?
Nada lo va a frenar, porque él es un hombre de Dios, es un hombre de oración y de discernimiento. Es una de las virtudes que más necesitamos hoy día.
¿Y usted? ¿Algo le va a dejar fuera de juego? El otro día comentó en la misa crismal en Tegucigalpa que sería su última misa como arzobispo y se da por hecho que se jubila ya.
Hay gente que mira desde fuera y con desconocimiento. Claro que era mi última misa crispan porque la próxima Semana Santa yo ya tendré 80 años y con esa edad no puedo seguir en el Gobierno pastoral de la arquidiócesis.
No tiene pinta de que el Papa quiera firmarle el finiquito…
Yo estaré ahí siempre que pueda servir en algo.
Pero a los 80 ya no podrá entrar en un cónclave. Y eso que siempre le colocaron siempre en la quiniela de papables. ¿Respira tranquilo?
Estoy muy feliz en el momento que estoy. Vale la pena llegar a la jubilación con júbilo. Con eso es más que suficiente.
Cuando disparan contra el Papa, también lanzan dardos contra usted. ¿Ha merecido la pena exponerse tanto por Francisco o hubiese sido mejor haberse quedado en la retaguardia?
Si tuviera que volver ahora atrás, lo repetiría todo tal cual. Ha merecido la pena.
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