Colapso sanitario
Los tres años y medio de espera de Pedro para una operación «preferente» de hernia cervical
Este aragonés lleva desde 2018 esperando la llamada para entrar en quirófano mientras, «sobrevive» a base de fuerte medicación para soportar el dolor. «Llevo cotizando más de cuarenta años y cuando he necesitado hacer uso de la sanidad pública ésto es lo que he recibido»
Pedro Larraga está desesperado. También frustrado e indignado: «Llevo trabajando desde los 15 años, nunca he necesitado una operación en mi vida, afortunadamente, y ahora, después de más de cuarenta años cotizando a la Seguridad Social me encuentro con que tengo que esperar más de tres años para que me realicen una intervención en la columna. No puedo más con los dolores que tengo y no me dan una solución, solo me dicen que espere a que me llamen. Llevo así desde octubre de 2018», afirma este aragonés residente en Pedrola, un pueblo a 30 kilómetros de Zaragoza, con una población que no llega a los 4.000 habitantes.
Él es uno de los miles de casos que ponen en evidencia el colapso sanitario ante la escasez de personal que hace que intervenciones quirúrgicas y tratamientos queden congelados a la espera de medios para poder llevarlos a cabo. Es precisamente la Comunidad de Aragón, tal y como publicó en exclusiva LA RAZÓN, la que se encuentra a la cabeza de estos desalentadores datos. 706.740 pacientes se encuentran en lista de espera para operarse en España, 56.861 más que un año antes, con una demora media para una intervención quirúrgica de 123 días en el conjunto del país, y para acceder a un especialista se tardan 89 días. Aragón, la comunidad presidida por el socialista Javier Lambán y donde reside Pedro, presenta una lista de espera quirúrgica de 183 días.
Según el informe publicado por este diario, en España, la lista de espera en neurocirugía es de 15.327 personas, 511 de los cuales son tan solo en Aragón. De ellos, el 72,7% llevan aguardando la cita más de seis meses. «Yo llevo esperando casi cuatro años (más de 1.200 días) así que subo la media unos cuantos puntos», relata este hombre de 60 años, que apena puede mover el cuello por la hernia que tiene entre las cervicales 6 y 7.
Su padecimiento comenzó antes incluso de que le incluyeran, aquel octubre de 2018, en la lista de «operaciones preferentes». «Desde que tengo 23 años he trabajado en la fábrica Opel de Zaragoza, en la cadena de montaje. Es un trabajo que desgasta mucho el cuerpo, resulta bastante duro, y con el paso de los años, pues van surgiendo cosas. Acudí al médico por los fuertes dolores que tenía en el cuello, es más, fui a urgencias en varias ocasiones. Al principio me dijeron que era simplemente una contractura. No me hicieron pruebas ni nada por el estilo. Pero yo veía que aquello era algo más serio», confiesa en conversación telefónica con este diario.
«Hasta arriba de pastillas»
Los dolores no menguaban y se vio obligado a solicitar una baja laboral porque no podía seguir trabajando en esa situación. Fue entonces cuando, a través de su mutua, y no de la Seguridad Social, se le realizó una resonancia magnética para tratar de hallar el origen de su padecimiento. «También me hicieron otras pruebas para determinar si tenía algún nervio afectado porque había perdido mucha fuerza muscular y apenas podía sostener el cuello. El diagnóstico fue que tenía una hernia cervical y con eso fui a urgencias del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza donde me aseguraron que tratarían de adelantarme la cita con el neurocirujano porque la lista de citaciones estaba en un año vista», relata.
Al mes siguiente, finales de 2018, consiguió un hueco en la consulta de neurocirugía y fue ahí donde le confirmaron que tenían que operarme con la mayor celeridad posible, «pero me explicaron que no me iban a hacer el preoperatorio todavía porque estaban desbordadas las listas de espera y que iría para largo. No entendía cómo si me habían puesto en preferente por lo necesaria que era la operación tenía que esperar tanto».
Pedro estuvo todo un año de baja, pero pasado ese tiempo y sin noticias de fecha a la vista para entrar en quirófano, no tuvo más remedio que regresar a su trabajo: «Solicité un cambio de puesto porque no podía seguir en la cadena de montaje con los dolores que sufría. Date cuenta que hacemos 400 coches al día, un trabajo que implica no parar, estar de pie y en mis condiciones era imposible». La sucesión de altas y bajas de este aragonés se han ido intercalando en los más de cuatro años de padecimiento que lleva encima.
Y después llegó el covid y la «excusa» perfecta para justificar el retraso de su operación: «Me parece absurdo. Entiendo que la situación de la pandemia era prioritaria, pero el retraso en mi cirugía no fue motivo del covid, sino de que la sanidad pública no tiene suficientes recursos para atender toda la demanda. Yo no quiero acusar a los médicos ni al personal sanitario como los responsables de mi situación, para nada. El problema es el sistema. Estamos pagando impuestos toda la vida y cuando necesitamos el sistema sanitario no podemos. Es una vergüenza», confiesa.
En todo este tiempo, Pedro asegura que ha puesto numerosas reclamaciones en atención al paciente, «pero no ha servido de nada. También he pedido explicaciones a mi médico de cabecera, pero me dice que él no puede hacer nada. Y así estoy, atrapado en una situación que no sé cómo acabará». A esto se suman los efectos adversos de la medicación que le prescribieron para «aguantar» hasta que llegara la cirugía: «Me dieron Tramadol que es un poco menos que morfina, tomaba tres al día. Me sentaba como un rayo. De buenas a primera devolvía todo lo que comía. Tuve que dejarlo porque era peor el remedio... Ahora me pongo un parche de Fentanilo que al menos me deja ingerir alimentos. A esto le suma Zolpidem para dormir, Neurontin para el dolor, Nolotil, Paracetamol y Diazepam. Además, llevo collarín para poder sostener el cuello, pero lo que está ocurriendo es que he estoy perdiendo fuerza muscular y va a llegar un momento en el que no pueda sostenerlo». Un cóctel de pastillas que teme que también le dejen secuelas en otros órganos.
“Necesito ayuda”
El mes pasado recibió la llamada de su neurocirujana para indicarle que le someterían a una resonancia, «la primera en todo este tiempo que me hacen en la Seguridad Social, ya que hasta ahora todas las pruebas que me he habían realizado fueron a través de la mutua». En su momento, precisamente desde su mutua, le ofrecieron operarse en Madrid o Barcelona, «pero no me podía permitir irme a otra ciudad a operarme, no tengo medios ni puedo comprometer a mi familia a desplazarse a otra ciudad».
La mujer de Pedro también tiene problemas de movilidad ya que se quedó coja como consecuencia de una anestesia epidural, «y mis dos hijas tienen su familia y no pueden estar yendo de una ciudad a otra para estar conmigo». Aun así, ante su desesperación por la llamada de la sanidad pública que no llega decidió aceptar recientemente la propuesta de la mutua, «pero me dijeron que ya no podía porque soy demasiado mayor. Cuando todo esto comenzó tenía 57 años, ahora, con 60, me dicen que ya no es posible. No entiendo nada».
Con más de una decena de reclamaciones interpuesta en este tiempo, Pedro aguarda ahora a la cita que tendrá en julio. También chequea a diario la lista de cirugía en la que, al parecer, en este momento solo tiene a doce personas por delante frente a las 90 que había cuando empezó: «Pero eso no avanza, y los de atención al paciente me dicen que no haga caso a esa lista, porque no es real».
«No sé qué más hacer, al menos espero que contando mi historia otras personas que estén como yo se sientan acompañadas y juntos podamos hacer fuerza. Necesito ayuda. Lo que inicialmente se podría solucionar con una prótesis, es posible que haya degenerado y lo mismo tienen que dejármelas fija y no poder mover el cuello nunca más. Estoy desesperado», dice a modo de auxilio y a la espera de la ansiada llamada que teme seguirá sin producirse.
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