Peregrino global

El pastor sin fronteras

Durante sus siete años y medio como pontífice, Benedicto XVI realizó 24 viajes internacionales y visitó 22 países en los cinco continentes

Benedicto XVI saluda a los fieles congregados en la Plaza de la Revolución de La Habana, durante su vista a Cuba en marzo de 2012
Benedicto XVI saluda a los fieles congregados en la Plaza de la Revolución de La Habana, durante su vista a Cuba en marzo de 2012Gregorio BorgiaAgencia AP

Benedicto XVI, durante sus siete años y medio como Pontífice, realizó 24 viajes internacionales, visitando 22 países en los cinco continentes. No era tarea fácil la elección de los destinos, ya que Ratzinger llegaba como sucesor de Pedro después del Papa Wojtyla, conocido por todos como «el Papa viajero». Es importante recordar que los viajes de los Pontífices no son tan solo pastorales, una ocasión para encontrarse con los católicos de las distintas partes del mundo. En el caso de Ratzinger, el diálogo interreligioso y el ecumenismo destacaron también en sus visitas apostólicas. Ejemplos evidentes pueden ser Turquía, Tierra Santa o Reino Unido, pero en realidad en muchos de sus viajes en agenda figuraban reuniones con judíos, musulmanes y oraciones ecuménicas.

Su primer viaje, de forma casual, fue a su tierra natal. Un destino que él no eligió porque estaba ya previsto. La ocasión fue la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia. Para Benedicto XVI la primera toma de contacto con la Iglesia fuera de Italia fue con los jóvenes. Un Papa al que apenas conocían, pero que fue acogido y recibido como es propio de la juventud. La misma juventud que también lo recibió años más tarde en Australia. «Nunca antes, ni siquiera con ocasión de las Olimpiadas, Australia había visto tanta gente de todos los continentes como durante la Jornada mundial de la juventud», recordó él mismo en su discurso a la Curia romana con ocasión del intercambio de felicitaciones por la Navidad en 2008. Quizá las JMJ sean los viajes más pastorales a la vez que festivos y afables de un Pontífice. Pero son muchos también los desplazamientos donde entran en juego otros factores más complejos a nivel diplomático, político y religioso.

En el caso de Benedicto se pueden recordar varios en los que se vivieron momentos de tensión. «Los medios de comunicación jugaron un papel definitivo en la imagen del Papa bávaro. En cierto modo, condicionaron la percepción del pontificado. Por eso, lo mejor es leerlos a la luz de los acontecimientos futuros». Lo explica Pablo Blanco Sarto, profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra y autor de «Words and silence: the relationship between Benedict XVI and the media», (Palabras y silencio: la relación entre Benedicto XVI y los medios de comunicación). Según Blanco Sarto, los primeros viajes (Alemania y Polonia) discurrieron con normalidad y fueron un éxito. «Las imágenes de la oración en Auschwitz o de los jóvenes en la Jornada mundial de la juventud en Colonia hicieron pensar al mundo en una imagen un tanto distinta a la que había tenido como prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe», asegura el profesor.

Viajes de Benedicto XVI
Viajes de Benedicto XVIAntonio Cruz

Pero todo cambió con el viaje a su tierra natal, Baviera. «Tal vez por un error de cálculo amplificado por los medios, una lección magistral pronunciada en el aula magna de la Universidad de Ratisbona se resumió en una cita sacada de contexto», lamenta. Y es que «si el tema inicial era la razón en el cristianismo (y, más en concreto, en el protestantismo, por las latitudes en que se encontraba), algunos medios la hicieron percibir como un ataque al islam. Curioso trueque. La prueba es que nadie en ese espacio la percibió como una provocación. Fue tan solo al día siguiente cuando saltó la polémica», recuerda el experto. Por ello, «esto ofrece una interesante reflexión sobre la función de los medios de comunicación a la hora de transmitir o tergiversar un mensaje».

En medio de esta polémica, Benedicto XVI viajó a Turquía, «donde consiguió capear el temporal con bastante naturalidad». Por otro lado, el profesor de Teología asevera que los viajes a Brasil, Austria o Estados Unidos fueron un éxito, a pesar del previo escándalo de los abusos. «La sincera petición de perdón a las víctimas (gesto que se repitió en Malta) conmovió al mundo, de igual manera que la fórmula para mejorar la imagen de la Iglesia enunciada en el viaje a Portugal: ‘’El mayor ataque contra la Iglesia es el pecado dentro de la Iglesia’'», recuerda el teólogo.

Diferente fue el viaje África, que «tenía una finalidad más bien social», pero la polémica sobre la frase de que el preservativo no soluciona el sida «impidió captarlo». Sin embargo, prosigue el profesor, «los viajes a Jordania, Israel, Líbano, Australia, México y Cuba o Chipre fueron un milagro, así como los de Valencia, Barcelona y Santiago, a pesar de las polémicas previas». Finalmente, observa que «un ejemplo del manejo de éstas fue el viaje a Reino Unido. Allí, un grupo de laicos autodenominado Catholic Voices consiguió dar la vuelta a una situación francamente adversa. Tal vez sea también un buen modelo». Pablo Blanco reconoce que «los viajes a Francia y Alemania –la cultura, el dolor, la pobreza– constituyeron todo un verdadero legado para el futuro, que no siempre los medios supieron leer».

No obstante, Benedicto XVI fue elegido en edad avanzada y no escatimó en la actividad apostólica a través de los viajes, prosiguiendo la obra iniciada por Pablo VI y continuada de forma infatigable por Juan Pablo II. Lo explica Luca Caruso, periodista responsable de la comunicación institucional y de la oficina de prensa de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger – Benedicto XVI y autor del libro «Benedetto XVI. La vita e le sfide» (Benedicto XVI. La vida y los desafíos). Los viajes internacionales –asegura Caruso– constituyen un elemento característico de su pontificado. Precisamente los viajes le permitieron participar en importantes momentos de la vida de la Iglesia, como el Encuentro mundial de las familias en 2006 en Valencia o tres Jornadas Mundiales de la Juventud: Colonia, Sydney y Madrid, esta última considerada entre los «recuerdos más bellos» del pontificado, asevera el periodista.

Fueron significativos también el viaje a Aparecida (Brasil) en 2007, para inaugurar la V Conferencia general del episcopado latinoamericano; en 2010 cuando beatificó en Birmingham al cardenal Newman y en noviembre de ese mismo año en Barcelona para presidir la dedicación de la Basílica de la Sagrada Familia. Además, simbólicamente introdujo y concluyó con viajes apostólicos dos Asambleas especiales del Sínodo de los Obispos: África en 2009 y Oriente Medio en 2010. Tal y como nos recuerda Caruso, las «Instrumentum laboris», es decir los textos guía para los trabajos sinodales, fueron entregados en Yaoundé (Camerún) y en Nicosia (Chipre). Mientras que las exhortaciones apostólicas post sinodales «Africae munus» y «Ecclesia in Medio Oriente» fueron firmadas respectivamente en Benín y Líbano.

Según el periodista, con ocasión de los viajes apostólicos el Papa Benedicto pronunció algunos de los discursos más intensos y memorables del pontificado, empezando por la «lectio magistralis» de Ratisbona sobre el tema: «Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones». También se podría mencionar aquí el discurso a la Asamblea general de las Naciones Unidas en Nueva York, en el que «se centró en la defensa de los derechos humanos» o el del Collège des Bernardins de París en el que «indagó en las raíces de la cultura europea, que ahondan en los monasterios». Del mismo modo, es importante destacar el discurso en el Westminster Hall de Londres en el que reflexionó «sobre la base ética de las elecciones políticas» o en el Reichstag de Berlín, sede del Parlamento alemán, «sobre los fundamentos del Estado liberal de derecho».

Finalmente, cabe recordar que los viajes «han entregado a la historia imágenes-símbolo, como la visita al campo de concentración de Auschwitz, o el momento de oración en la Zona Cero en Nueva York, o en el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén». Asimismo, los viajes le dieron la oportunidad de reunirse con algunas de las personas más relevantes de la historia actual: la reina Isabel de Inglaterra, el presidente de EE UU George W. Bush, la canciller alemana Angela Merkel, el primer ministro turco Erdogan, los presidentes israelí y palestino Shimon Peres y Abu Mazen, el Patriarca de Costantinopla Bartolomé I, o Fidel Castro.

Rocío Lancho es periodista en L’Osservatore Romano