Libro de condolencias
«Él supuso una luz enorme en mi vida y quiero darle las gracias»
Personalidades y fieles acudieron ayer a la Nunciatura de Madrid para firmar en el libro de condolencias por la muerte de Benedicto XVI
Un hombre «culto», un «sabio», alguien cuyos textos «enseñaron a resolver problemas» y que ha «ayudado a reforzar la fe» de muchísimos creyentes. Así describían ayer al fallecido Papa Benedicto XVI los fieles que decidieron acercarse hasta la Nunciatura Apostólica en España, situada en el barrio de Chamartín de Madrid, para plasmar sus condolencias en el libro de firmas habilitado para tal fin y que será presentado en El Vaticano en los próximos días.
Puede que la localización de la sede, situada en un barrio residencial y alejada del centro de la capital, o el desconocimiento de muchos fieles provocara que la afluencia de personalidades y curiosos hasta la misión de la Santa Sede en España fuera más un lento e intermitente goteo de personas a lo largo del día que una afluencia masiva, si bien muchos escogieron la opción digital y decidieron enviar un mail de condolencias que será aportado al libro de firmas, según explicó ayer a LA RAZÓN el consejero italiano de la Nunciatura, el monseñor Daniele Liessi. «Adjuntaremos al libro físico todos los correos electrónicos con mensajes de condolencias que nos están llegando para llevarlos también a Roma», aseguró. Aunque no quería pronunciarse de forma personal sobre qué supuso para él el Papa Benedicto XVI, el religioso sí destacó de Ratzinger la «claridad de su mensaje», una opinión compartida por otros católicos que ayer acudieron a firmar en persona.
Es el caso de Ana Nieto, una madrileña que ayer fue de las primeras en firmar en la Nunciatura ya que no puede ir a Roma, a donde le gustaría acudir para «besar sus manos y su cabeza, tan prodigiosa». «Para mi supuso una luz enorme en mi vida. Sus libros son una maravilla: llega a la cabeza y al corazón, es alguien inigualable”, elogiaba.
Para ella, Ratzinger tenía una «perspectiva tan certera de la historia, del pensamiento y del ser humano» que es un «orgullo para los católicos haberle tenido como Papa». «La gente me consuela mucho porque tengo mucha pena, pero es verdad que deja sus ideas y sus libros. Merece la pena leerle: todos tus problemas los resuelves con sus libros».
Una tocaya, más joven, profesora de literatura en la Universidad San Pablo-CEU, compartía su admiración por el ahora fallecido, ya que «si Juan Pablo II fue el Papa de mi infancia, Benedicto XVI fue el de mi juventud». Además, a ella le pilló hace diez años la multitudinaria JMJ de Madrid, donde Benedicto congregó a dos millones de jóvenes en el aeródromo de Cuatro Vientos. Ella también quiso acercarse ayer a la Nunciatura porque tampoco podía ir a Roma a presentar sus condolencias por cuestiones familiares. «Vengo aquí, que es un poco como estar en Roma, sobre todo para darle las gracias. Tengo mucho sentimiento de gratitud con este papa, que fue el papa de mi madurez. Para mí ha sido muy elocuente que una persona que ha escrito tanto después se haya retirado a orar, yo le admiro mucho como profesor universitario que era (antes de ser Papa ya le había leído algo) porque sus libros eran sencillos y maravillosos». «A mí me ha fortalecido muchísimo en mi fe y tuve la suerte de estar con el en la JMJ de 2011 en el encuentro de profesores universitarios, porque entonces acababa de defender mi tesis doctoral».
Para Ana ha sido fundamental cómo «me ha confirmado en la fe con sus enseñanzas, sus escritos y también con su oración y su silencio tan elocuente». La humildad de retirarse de un cargo tan importante cuando vio que la salud ya comenzaba a fallarle fue otro de los gestos que más destacaron ayer quisieron dejar por escrito su pésame. Así lo creen dos hermanas bilbaínas pero residentes en Madrid.
«Espero que lo canonicen»
Rosa dice que fue un papa «maravilloso» y espera que, «por supuesto lo canonicen». Era, además, «de esas personas que te caían fenomenal», añadía su hermana Carmen. Después, como tantos visitantes, acudió a la pequeña capilla a orar por el difunto.
Pero no solo «anónimos» dejaron ayer sus mensajes de gratitud hacia el fallecido, como la Congregación de la misión de los Padres paúles, ya que la nunciatura había habilitado en su salón principal dos mesas con sus respectivos libros y uno era para las personalidades. El encargado de inaugurar este libro fue el embajador de Perú en España, seguido de la embajadora de Alemania y el de El Salvador. Para este último, Mauricio Peñate, Benedicto XVI fue un papa muy querido en su tierra. «La relación de El Vaticano con El Salvador siempre ha sido muy cercana. Han estado en los momentos difíciles con nosotros, así que cómo no estar ahora con ellos expresándoles nuestras condolencias». Un pesar que, a su juicio, no solo llevaba el pueblo vaticano sino todo el pueblo católico. Y es que en El Salvador, aseguraba el embajador, así como en gran parte de la América latina, hay «un acercamiento muy fuerte con la Iglesia católica. El pueblo es muy creyente y aunque a este papa no tuvimos la oportunidad de tenerlo allá (sí a Juan Pablo II) tiene su reconocimiento y su propio mensaje». Una vez más, alguien destacaba de él la humildad de saber retirarse: «Creo que el simple hecho de reconocer que no tenía las capacidades para seguir en un puesto tan fuerte, cómo una persona así decide dar un paso atrás y seguir dando su ejemplo, creo que es el gesto más grande de humildad».
La Nunciatura Apostólica mantendrá abierto este libro hoy y mañana, desde las 9:30 hasta las 13:30 horas y desde las 17:00 hasta las 19:00 horas; y el viernes 6 de enero, de las 9:30 hasta las 13:30 horas.
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