Entre lo real y lo virtual
La amistad es clave para el desarrollo emocional
Según un estudio de FAD y Fundación SM, las redes sociales, aunque suponen riesgos, no aíslan sino que son espacios vitales para los jóvenes
La amistad es fundamental y los jóvenes son conscientes. Por ello, tome la forma que tome el modo en que estas relaciones se establezcan, resulta clave para tener una adolescencia y una juventud sanas. Así lo afirma el último estudio elaborado por Fad Juventud y Fundación SM en el que, a través de una investigación en la que han participado 40 jóvenes y que incluyó la realización de grupos de discusión, grupos triangulares y el análisis de diarios personales,se concluye que la amistad no solo proporciona un sentido de compañía y pertenencia, sino que también es fundamental para el desarrollo emocional y personal.
De hecho, muchos y muchas jóvenes valoran sus amistades como una fuente de apoyo incondicional y comprensión mutua. Y es que, la amistad, según este análisis, proporciona a los jóvenes la sensación de ser valorados, ofreciendo un espacio donde alguien capaz de entenderlos realmente los escucha y respeta. En definitiva, sienten que importan y eso otorga seguridad. Además, los púberes confiesan que las amistades no sólo te muestran cómo eres, sino que también te enseñan cosas que te mejoran como persona. Actúan, en cierta medida, como una malla de seguridad, generando sensaciones fundamentales para el desarrollo social y personal tales como la integración, la empatía, la lealtad, la confianza o el respeto.
De igual modo, se introduce el factor de las redes sociales como motor de socialización y mecanismo para entablar amistades. El resultado contrasta con la premisa que tenemos de las nuevas tecnologías. Así, frente al estereotipo que asocia lo digital con el aislamiento, las redes sociales pueden favorecer que los adolescentes desarrollen los lazos de amistad necesarios para construir su identidad. Sin embargo, no todos logran crear esa red de seguridad, enfrentando riesgos de desequilibrios personales. Esto no solo afecta a la formación de su identidad personal, sino que también influye en sus acciones: las rutinas, los hábitos y la forma en que abordan las actividades y la vida en general.
De hecho, la desconexión voluntaria se está convirtiendo en una declaración de autonomía y salud mental. Elegir cuándo y cómo desconectarse está siendo reconocido como una habilidad esencial para mantener relaciones saludables y duraderas, fomentando así la independencia personal y el respeto mutuo entre amistades.
Y es que uno de los principales desafíos que enfrenta la juventud en el contexto digital es la gestión del tiempo de respuesta. Ante la presión por responder de forma inmediata, muchos y muchas jóvenes están estableciendo límites claros y aprendiendo a priorizar interacciones significativas sobre la rapidez, reduciendo así la ansiedad asociada a una comunicación constante.
Otro desafío importante es la sensación de saturación y sobreexposición digital. Para combatir la fatiga digital, los jóvenes optan por períodos de desconexión, enfocándose en actividades fuera de la esfera digital. Esta práctica no es sólo preservar la intimidad, sino que también fomenta relaciones más profundas y auténticas cara a cara.
Desafíos digitales
La comunicación emocional efectiva es otro aspecto que plantea desafíos en el entorno digital. En respuesta a la ausencia de señales no verbales en la comunicación digital, los y las jóvenes utilizan emojis, GIFs y otros elementos visuales para añadir una dimensión emocional a sus conversaciones, lo que ayuda a prevenir malentendidos y enriquecer la interacción.
El estudio también apunta a la pandemia de la Covid-19 como un punto de inflexión que ha puesto a prueba la resiliencia de estas relaciones. En momentos de interacción limitada, la investigación demuestra que las herramientas digitales fueron esenciales en este tiempo para mantener y fortalecer las amistades.
Lejos de promover el aislamiento, las redes sociales se revelan como espacios vitales donde adolescentes y jóvenes no solo se expresan y comparten preocupaciones, sino también gestionan su intimidad con madurez. Estas plataformas digitales, criticadas a menudo por superficializar las relaciones, en realidad tienden a fortalecer los lazos de amistad y facilitan una comprensión mutua profunda.
A través de las comunicaciones digitales, los adolescentes han aprendido a apreciar la soledad sin sentirse solos, un equilibrio esencial para el autocuidado personal. Las tecnologías, lejos de ser un vehículo de desconexión, han permitido a jóvenes y adolescentes establecer límites y fomentar el autoconocimiento.
Además, la juventud muestra una notable responsabilidad en la comunicación mediada por la tecnología. Están perfectamente sensibilizados de no dejar a sus amistades retenidas en conversaciones digitales, conscientes del impacto emocional que pueden tener sus acciones. Esta actitud cuidadosa refleja un compromiso serio con la empatía y la consideración hacia los demás.
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