
Consumo
Casi la mitad de los adolescentes ya toma bebidas energéticas: alertan de riesgos físicos y psicológicos importantes
"No podemos normalizar que un menor tome el equivalente a tres cafés de golpe en una sola lata", afirma la presidenta de CEAPA, María Sánchez.

El consumo de bebidas energéticas entre adolescentes y jóvenes está en aumento en España, convirtiéndose en un fenómeno preocupante para familias y expertos en salud. Estos productos, que combinan altas dosis de cafeína, azúcar y otros estimulantes, se promocionan como una forma de aumentar la energía y la concentración, pero su ingesta regular puede acarrear riesgos físicos y psicológicos importantes. Según los últimos datos, casi la mitad de los adolescentes ya las consume de manera habitual, y el primer contacto se produce entre los 10 y los 12 años, una edad especialmente sensible a los efectos de estos estimulantes.
Ante esta situación, la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA) ha puesto en marcha la campaña 'Dan la lata, no alas', una iniciativa financiada por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030. Su objetivo alertar sobre los peligros del consumo de estas bebidas entre los menores y ofrecer a las familias herramientas para prevenirlo. "No podemos normalizar que un menor tome el equivalente a tres cafés de golpe en una sola lata. Las familias necesitan información clara para poder proteger a sus hijos e hijas", afirma la presidenta de CEAPA, María Sánchez.
España se sitúa por encima de la media europea en consumo de bebidas energéticas entre menores, "un fenómeno que ya está dejando consecuencias visibles: insomnio, cansancio crónico, ansiedad, irritabilidad, además de peores resultados académicos". Estudios recientes confirman que el consumo frecuente afecta directamente a la memoria, la concentración y la capacidad de aprendizaje, además de generar dependencia y, en muchos casos, actuar como puerta de entrada al consumo de otras sustancias. Actualmente, el 19,5% de los adolescentes ya las mezcla con alcohol.
Además de los riesgos físicos y psicológicos -taquicardias, hipertensión, ansiedad, agresividad o depresión-, el consumo habitual está provocando un deterioro en la convivencia familiar, con irritabilidad, discusiones constantes, mayor gasto económico y un aumento de visitas al médico por síntomas relacionados. "Lo que la publicidad vende como 'alas' es en realidad un problema que familias y centros educativos están sufriendo día a día", subraya Sánchez.
La campaña recuerda que las familias pueden actuar incluso antes de que existan prohibiciones en las comunidades autónomas. Galicia ya ha vetado la venta de estas bebidas a menores de 18 años, Asturias tramita una ley para limitarla a menores de 16, y otras siete autonomías estudian medidas similares. CEAPA propone a las familias identificar las señales de consumo, hablar con datos reales, establecer límites claros, evitar su compra, promover alternativas saludables, y dar ejemplo, evitando consumirlas en casa. "Cuando una familia decide 'no compro', está protegiendo. Ese gesto es hoy más necesario que nunca", concluye la presidenta de CEAPA.
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