Ciencia

El secreto del trigo

La secuenciación del genoma de este cereal abre la puerta a generar variedades más nutritivas y también acerca el objetivo de aumentar la producción un 1,6% cada año sin incrementar la superficie de cultivo

El secreto del trigo
El secreto del trigolarazon

La secuenciación del genoma de este cereal abre la puerta a generar variedades más nutritivas y también acerca el objetivo de aumentar la producción un 1,6% cada año sin incrementar la superficie de cultivo.

Ha sido un trabajo hercúleo de más de dos centenares de científicos englobados en 73 instituciones de 23 países diferentes –entre ellos España, a través del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad de Málaga–. Ese grupo de profesionales ha unido esfuerzos durante los últimos trece años para sacar adelante la descripción de uno de los genomas más importantes para la humanidad: el código genético del trigo. Por fin, la prestigiosa revista «Science» publicaba ayer los resultados de este magno empeño con el que no solo se ha podido sacar a la luz la panoplia de instrucciones genéticas de las que la evolución ha dotado a este cereal básico, sino que se ha abierto la puerta a la generación en el futuro de nuevas variedades de este cereal más resistentes, más nutritivas y más seguras.

No olvidemos que cerca de un tercio de la población mundial basa su alimentación en productos derivados del trigo. Por lo tanto, la secuencia genética de este alimento era una noticia esperada y de una importancia vital que marcará la alimentación futura de la humanidad.

El trigo harinero, también llamado trigo de pan (Triticum aestivium), es el cultivo más utilizado en el mundo para la alimentación. Tanto que una quinta parte de las calorías consumidas por los humanos proceden de algún producto derivado de la harina de trigo. Visto esto, es un hecho evidente que la producción de este cereal afecta a la estabilidad económica y social de todo el planeta.

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha conocido este grano y ha generado variedades adaptadas a sus necesidades mediante la rudimentaria tarea de cruzar los ejemplares más válidos y seleccionar los tipos adecuados. Pero este esfuerzo contaba hasta ahora con demasiadas limitaciones porque el conocimiento de la biología molecular del trigo era muy reducido.

En las últimas décadas hemos asistido a una imparable aparición de secuencias genéticas completas de numerosas especies animales y vegetales, desde la levadura hasta el salmón, por poner algunos ejemplos. Esos avances han favorecido la generación de productos más seguros y nutritivos en cada una de la variedades estudiadas. Hasta ayer, el problema era que el trigo no se había sumado aún a la fiesta.

La revista «Science» fue la encargada de anunciar la descripción de más de 94 por ciento del genoma del trigo Chinese Spring –que es la variedad de trigo de pan más usada en el mundo–. Con estos datos en la mano, los científicos podrán conocer también en los próximos tiempos las peculiaridades genéticas del resto de variedades empleadas.

Un proceso complicado

Porque desentrañar los genes de un cereal como este no es fácil. Desde hace décadas, la ciencia conoce la secuencia completa del genoma humano, sin ir más lejos. Pero resulta que el genoma del trigo, aunque pueda parecer una broma, es mucho más complejo que el de las personas. Los expertos saben que cuenta con al menos 100.000 genes repartidos en 21 cromosomas que son responsables de cerca de 4.000 millones de marcadores moleculares.

El trabajo que salió ayer a la luz ha afinado los datos como nunca antes, y ese es el gran paso adelante. Se han identificado 107.891 genes responsables del desarrollo, maduración, adaptación a las condiciones ambientales y características nutricionales del tejido que compone el grano.

La producción de trigo está en punto de mira de los expertos en nutrición global desde hace tiempo. Se supone que para el año 2050 la población humana alcanzará los 9.600 millones de personas y para poder alimentar de una manera segura a tal cantidad de individuos sería necesario que aumentase la producción de trigo al menos en un 1,6 por ciento anual en los próximos 32 años.

Sin embargo, la solución no pasa por aumentar los terrenos cultivados. La extensión de las tierras dedicadas a la producción de trigo supondría un riesgo de desequilibrio ambiental, de pérdida de biodiversidad de otros vegetales y de escasez de recursos hídricos. La única alternativa es llegar a ser capaces de producir más cantidad de trigo en el mismo espacio que ahora ocupa la agricultura.

El genoma completo de este grano abre la posibilidad de lograr esta meta. Con la publicación de esta información genética, todas las instituciones del mundo dedicadas a la innovación agrícola pueden empezar a trabajar en modificaciones moleculares que generen variedades más interesantes: tipos de trigo que crezcan más rápido, que resistan mejor sequías y plagas, que alimenten más o que incorporen nutrientes que ahora no están de manera espontánea en la planta.

Una nueva generación de harinas está a punto de nacer y no olvidemos que hablamos de la base fundamental de la alimentación de miles de millones de seres humanos.