Ciencias humanas

Un nuevo aliado forense

El estudio de las proteínas del cabello humano puede ser más útil que el ADN para identificar a personas desaparecidas. Es como si analizáramos el fuego por la cantidad de humo que emite

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El estudio de las proteínas del cabello humano puede ser más útil que el ADN para identificar a personas desaparecidas. Es como si analizáramos el fuego por la cantidad de humo que emite

En el escenario de un crimen, a la hora de buscar pruebas del delito, el ADN es el rey. La huella genética que portan nuestras células y que desperdigamos allá donde vamos, es un sello que nos identifica como ningún otro. Muestras de piel, restos capilares, semen, fluidos, quizás el simple recuerdo de la saliva depositada por descuido en una colilla pueden portar suficiente material celular como para extraer parte del código genético que identifica a un culpable o a una víctima.

Lo sabemos, sobre todo, desde que el cine y la televisión han elevado a categoría de sacrosanta la búsqueda de muestras de ADN. Aunque, como es lógico, la ciencia lo sabía mucho antes y, como también es lógico, existen otros muchos modos de lograr que los «buenos» pillen e los «malos» en la vida real.

Un estudio publicado en la revista Plos One ha demostrado la validez de uno de esos métodos alternativos y, no solo eso, sino que ha propuesto que, quizás, pueda ser más útil para la ciencia forense que la mismísima huella de los genes. Se trata de buscar información en las proteínas del cabello humano.

En la actualidad, el reinado del ADN en materia de identificación presenta un serio problema. La molécula de ADN se descompone muy fácilmente cuando no está en el interior de una célula viva. Es importante encontrar restos pronto para que no se inicie el proceso de ruptura. Cuanto más tiempo pase o más lejos de su fuente original se encuentre la muestra, más difícil es recuperar información suficiente para trazar un perfil fiable. No es imposible (las nuevas técnicas de multiplicación del material genético hacen como el milagro de los panes y los peces y replican datos útiles de porciones minúsculas de ADN) pero resulta más caro y proceloso.

En el caso del cabello, a medida que crece, las células del tronco del pelo se van separando de su fuente de nutrientes en la piel y decaen. Un pelo caído tiene muchas de esas células que contienen mala o escasa información. El único lugar donde podemos encontrar una buena cantidad de ADN en las células capilares en las mitocondrias. Aunque esta información es parcial comparada con la que serviría el núcleo celular.

Por eso el pelo no es siempre una buena fuente de ADN forense. Los investigadores sí pueden observar el cabello al microscopio y buscar perfiles físicos de color, humedad, PH, tintes... que sirvan de pista. Pero algunos expertos no terminan de considerar este análisis visual suficientemente definitivo. Muchas veces, el pelo termina siendo descartado como pista.

Pero las proteínas son mucho más estables que el ADN y sí son muy abundantes en el pelo humano. Las proteínas, en el fondo, no son más que los operarios que trabajan a las órdenes del ADN. Los genes dan las instrucciones y las proteínas las ejecutan. Una mutación en un gen puede dar lugar a diferentes modalidades de proteínas, a la expresión de unas o la inhibición de otras. Ahora, los científicos han aprendido a analizar los cambios en las estructuras proteínicas de un cabello, por ejemplo, e inferir de ellos cómo era el ADN original que los produjo. Es decir, incluso cuando el ADN está degradado o no aparece, el estudio de las proteínas del cabello puede servir para identificar a un individuo. Es como si analizáramos el fuego por la calidad del humo que emite.

Los autores de este nuevo trabajo han analizado cabellos de 76 hombres y mujeres y han encontrado hasta 185 rasgos distintivos en las proteínas (llamados marcadores) que les permiten establecer identidades genéticas certeras. En un 93,3 por 100 de los casos fueron capaces de identificar el individuo al que pertenecía el cabello y el margen de error de la técnica fue menor del 1,98 por 100. ¿Realmente cada uno de nosotros posee una única huella proteínica? ¿Es posible encontrar otra persona que tenga los mismos aminoácidos delatores? Es posible, pero la probabilidad es muy pequeña. Solo 1 entre 100.000. Este detalle resulta, sin embargo, algo más embarazoso. Si hay una probabilidad de 1 entre 100.000 de que se duplique la misma información, ¿será aceptada la prueba en un juicio?