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Arturo Valls: «Tengo cheque en blanco para hacer el chorra»
Polifacético como pocos nombres televisivos, el líder de «Ahora caigo» le pone voz a Junior, el protagonista de «Cigüeñas»
Polifacético como pocos nombres televisivos, el líder de «Ahora caigo» le pone voz a Junior, el protagonista de «Cigüeñas»
No hay barrera que no salte o derribe Arturo Valls. Lo mismo se tira por el agujero de su programa, que se embute en un maillot para hacer de Miley Cyrus, que se va a jugar al tenis para sudar el trancazo que le tiene KO. Que la montaña no va a Mahoma, pues ya se encarga él de acercarse para que todo esté a su antojo. Su último reto: hacer de cigüeña. O, por lo menos, prestarle su voz al protagonista de la película que Warner estrena hoy.
–Ya son unos cuantos doblajes a las espaldas.
–Debe de ser que algo he hecho bien. De todas formas, es muy gratificante eso de animar el dibujo animado, cuando llegas le falta vida y ahí estás tú para dársela. Me lo paso bomba, y, como padre, también soy consumidor. Así que más razones para aceptarlo.
–La suya es la voz que más cuesta reconocer. ¿Punto a favor?
–Yo creo que sí, hay veces que se puede reconocer en exceso al actor.
–Los lobos no pueden ocultar haber sido hormigas –Juan y Damián, Trancas y Barrancas en «El Hormiguero»–...
–Pero en este caso están muy bien.
–No se esconden en ningún momento.
–Meten morcillas muy buenas, como la de «fracaso absoluto». Algún guiño siempre se puede meter.
–La firma.
–A mí me gusta. Lo que pasa es que ser padre y que tu hijo llegue al cole diciendo que su padre es una cigüeña...
–Si sólo tuviera que decir eso...
–También es verdad (risas).
–Entonces confirmamos que son las cigüeñas las que traen los niños, ¿no?
–Eso parece. Es una manera muy romántica de contarlo de primeras.
–¿Ya le ha tocado?
–De momento no ha hecho la pregunta, y pensaba que después de la peli tocaría: «Entonces papi, ¿pedimos un hermano o cómo va la cosa? «Cigüeñas» habla de que se mantengan las cosas, que no todo sea el negocio. Pasamos de los bebés y ponemos una empresa de mensajería. Que perdure ese punto romántico.
–También aparece un jefe sin compasión, el «pelotilla»...
–Esto es la vida y como está funcionando todo. Hay gente que sólo piensa en prosperar, a costa de lo que sea. Me gusta le pregunta de Tulip de: «¿Por qué quieres ser jefe?». Porque mola, sin más, la sociedad te lleva a eso y quizá con menos se está mejor.
–¿Y mola ser jefe?
–Yo, por lo menos, no tengo esa inquietud, ese ansia de tener más. En todos estos casos de corrupción no entiendo la necesidad que hay de tener más. Las mejores casas, coches, los hijos en un colegio magnífico...
–No sabrán ni los ceros que tienen en la cuenta.
–Eso. Se entendería en gente que no llegara a fin de mes y tuviera que hacer chanchullos para buscarse la vida, pero esta gente... Pese a ser infantil y comedia, la película tiene esas capas. Puedes profundizar y encontrar un mensaje.
–Es curioso empezar hablando de cigüeñas y acabar con la corrupción. ¿Cuál es su ansia?
–Me lo recuerda mi profesor de tenis. Hablando de los Goya me dice: «Te molaría tener uno, ¿eh?». Yo le respondo que lo que me apetece es ganar el partido al tío con el que siempre pierdo o mejorar el revés a dos manos. Ésa es mi inquietud, y pasármelo bien trabajando.
–Así que revés a dos manos...
–Es mucho más bonito el otro, pero...
–Ahí está la elegancia de Federer.
–Ésas que cuando le das y preguntas si alguien la ha visto. Y como ambición también está el cine. Si la montaña no va a Mahoma... Me he puesto a producir. Hay papeles que no te llegan y los generas tú. Estrenamos «Villaviciosa» ahora en diciembre y estoy pensando en buscar financiación para otra.
–Reinventarse, como las cigüeñas, pero ellas vuelven a los orígenes. ¿Cuáles son los suyos?
–Tiene que ver con lo que hago y no, porque a mí lo que me gustaba era el periodismo deportivo.
–Como al 70% de los tíos que entran en la facultad.
–(Risas) Me gustaba la narración. Me veía haciendo fútbol o tenis, viajando por el mundo. Mi madre cuenta que de pequeño cogía un palo y una naranja y me ponía a narrar cómo jugaban mis primos. Luego no sé en qué momento del camino me he desviado y he acabado haciendo de Shakira por las teles.
–Autovía, más que camino.
–Empecé a hacer radio siguiendo al Valencia de fútbol y de ahí a una tele local, donde probé informativos y vieron que no tenía credibilidad con esta cara. Y como siempre me han gustado el espectáculo y la comedia, pues al final aquí estoy...
–Haciendo de Aless Gibaja...
–Exacto.
–¿Cuál es ese papel que le falta?
–No te creas que tengo en mente hacer de yonki o algo similar.
–Un Kennedy...
–¡Bueno sí! Quiero hacer un «biopic» de Rita Barberá, haciendo de Rita, por supuesto.
–¡A por el «caloret»! Mientras tanto: «Ahora Caigo», eso no para.
–Firmo igualar a Jordi Hurtado.
–¿El no envejecer?...
–(Risas) Al principio no quería más de tres o cuatro temporadas porque me iba a agotar, pero no ha sucedido. Y ahora tengo cheque en blanco para hacer el chorra. Estoy como en casa, a veces quiero ponerme serio y no puedo. Es un programa muy cómodo.
–Porque lo has hecho tuyo al final.
–Hasta me olvido de que tengo que hacer preguntas.
–¿Cuántas veces se ha tirado por los agujeros?
–Pues sólo dos o tres. José Coronado fue el que me dio el empujón para entrar en esto. Estaba con la interpretación y estaba flipado con eso de ser actor; un concurso me daba pereza y al final ha sido una de las mejores decisiones profesionales que he tomado, me permite hacer de todo.
–Hasta jugar al tenis.
–Eso es así.
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