Ciencia Ficción
«The Americans»: El deshielo del telón de acero
El guionista Joe Weisberg ha sabido rentabilizar sus años en la CIA. El ex agente es el alma mater de «The Americans», una serie singular que le hace un guiño nada disimulado a los amantes de las intrigas políticas con una potente trastienda psicológica.
Ambientada en los años 80, década en la que el telón de acero empezaba a mostrar sus primeras grietas hasta resquebrajarse totalmente, sus protagonistas son Philip y Elizabeth Jennings, unos espías de la KGB. Infiltrados en terrero estadounidense viven en un suburbio de Washington. Junto a sus dos hijos, forman la postal de la perfecta familia estadounidense. Aparente están programados como unas máquinas para no tener sentimientos, son fríos y asépticos, hacen lo que tienen que hacer sin cuestionarse el por qué. Son unos profesionales del patriotismo soviético... hasta que empiezan a mostrar sus fisuras. Sus hijos, que no saben su verdadera identidad, tampoco ayudan, ya que han asimilado el sistema capitalista, un estilo de vida que respeta la libertad individual. Paralelamente, los progenitores empiezan a experimentar múltiples dilemas morales. El servicio de espionaje soviético, desmoralizado, ya no un sostén ideológico. El argumento cabalga entre las tramas políticas y las humanas.
Aunque la serie no exprime todo su potencial dramático, los creadores de «The Americans» sí que se han esmerado en ofrecer una producción con un empaque visual muy resultón. También es un regalo para los oídos, ya que su banda sonora, con grandes «hits» de los años 80, es un ejercicio de nostalgia más que recomendable.
«The Americans» tiene sus seguidores naturales en los que también se conjuran contra el aburrimiento con «Homeland». Aquí la diferencia la marca un entorno doméstico que convive, la más de las veces como puede, con las cloacas de la política de altos vuelos. Estamos, como casi toda la ficción estadounidense, ante una serie donde los antihérores reclaman su protagonismo.
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