Estados Unidos
Aprobada la «viagra femenina»
La píldora indicada para mujeres sin deseo sexual, más cerca de las farmacias. El laboratorio estima que podría ayudar a 16 millones de afectadas
La píldora indicada para mujeres sin deseo sexual, más cerca de las farmacias. El laboratorio estima que podría ayudar a 16 millones de afectadas
Amanda Parrish es una de las pocas mujeres que ya ha probado el Flibanserin (su nombre comercial es Addyi) o más conocida como la primera «viagra femenina», aunque sus creadores intenten huir de esta denominación. En la entrevista que Parrish concedió a la revista «Time», reconoce los beneficios de la «pastilla rosa»: «Leí doce veces ‘‘Cincuenta sombras de Grey’’ y los juegos de este libro no funcionaban tan bien como la pastillita». Esta mujer, que supera la cuarentena, sufre Trastorno del Deseo Sexual Hipoactivo (TDSH). Así se lo ha diagnosticado su médico y participó en uno de los primeros ensayos con esta píldora, a la que la Agencia Norteamericana del Medicamento (Food and Drugs Administration, FDA) decidió ayer dar luz verde tras superar muchas vicisitudes. «Mi problema no era físico, sino mental y tras dos semanas tomándola, mi cerebro volvió a sentir deseo sexual. Volvía a ser yo», explica Parrish. Como ella, millones de mujeres estadounidenses podrán disfrutar también de los beneficios de esta píldora, cuya comercialización fue ayer oficialmente aprobada.
Addyi no había obtenido la aprobación hasta ahora por el fallo en su concepción, como indican a LA RAZÓN desde el laboratorio que tiene la patente, Sprout Pharmaceuticals. Y es que Boehringer, el que empezó con su desarrollo, la concibió como un antidepresivo y la FDA rechazó su propuesta hasta en tres ocasiones. Por eso, el primer laboratorio desistió y vendió la patente a Sprout que ha seguido con la investigación. El pasado 4 de junio, los expertos de la agencia mostraron sus posturas con respecto a este tratamiento que aumenta la libido de las mujeres que se la toman. Ayer quedó definitivamente aprobada. Eso sí, la FDA plantea restricciones al medicamento, ya que entre un 2 y un 12 por ciento de las mujeres que probaron la «pastilla rosa» sufrieron efectos secundarios –náuseas, vómitos, somnolencia o fatiga–. Asimismo, también alertan sobre el peligro de su uso si se mezcla con alcohol u otros medicamentos anticonceptivos. De este modo, una vez aprobada, Sprout deberá cumplir con los requisitos que le exige el organismo para poder ponerla a la venta, lo que puede retrasar varios meses su llegada a las farmacias.
Los sexólogos consultados por este diario indican que al no ser un tratamiento hormonal, su efectos se basan en la deshinibición de la mujer. Y es que casi tres de cada diez mujeres mayores de 45 reconocen su preocupación por la pérdida de deseo sexual. Es a ellas a las que va dirigida principalmente esta nueva pastilla que, a diferencia de la Viagra no busca un efecto físico, sino que se dirige directamente al deseo. «Mi cuerpo funciona perfectamente, pero es mi cerebro el que no quiere, el que no siente ese deseo», explicaba a «Time», Parrish. Así, Sprout Pharmaceuticals afirma que «16 millones de mujeres» podrían beneficiarse de su tratamiento.
Pero no todos los sectores sanitarios están a favor de su uso. Uno de los motivos por los que se rechazó en un principio su aprobación fue que en los estudios clínicos se demuestra que Addyi sólo ayudó a un 13% de las mujeres que la tomaron y, por ello, muchos doctores muestran sus reticencias. Tampoco ha gustado la campaña mediática que se ha fraguado alrededor de la «Viagra femenina» y que insiste en que mientras que para tratar los problemas de disfunción sexual de los hombres existen 26 tratamientos diferentes, para la mujer no existía ninguno. Hasta ayer.
¿Cuándo podría llegar a España?
La Agencia Norteamericana del Medicamento (FDA, en sus siglas en inglés) aprobó ayer el Addyi, nombre con el que el laboratorio Sprout Pharmaceuticals comercializará el Flibanserin, con lo que el siguiente paso será extender su aprobación al resto del mundo. Sin embargo, para ello, este fármaco tendría que pasar un nuevo filtro, el de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, en sus siglas en inglés) y cuyos trámites difieren en algunos puntos con los de la FDA. Así, mientras los efectos secundarios se tienen en cuenta en ambos organismos, la EMA también tiene en cuenta las posibles alternativas que existen a este tratamiento y que pueden determinar su aprobación o no. Existe un procedimiento centralizado por el que con una única autorización es suficiente para que todos los países puedan introducir el nuevo medicamento en sus boticas. Se deben realizar nuevos informes, aunque se valoran los de la FDA, por lo que su llegada a las farmacias se podría demorar meses tras su aprobación.
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