
Prostitución
El 20% de los españoles paga por tener sexo
El 10% de los que lo admite afirma que detectó menores de edad, pero también que no hizo nada por denunciar la situación

El 10% de los que lo admite afirma que detectó menores de edad, pero también que no hizo nada por denunciar la situación
¿Qué lleva a un hombre a buscar los servicios de una prostituta? «Tenía que demostrarles a mis amigos si era un macho o no era un macho (...) Era una forma de medir mi hombría. Yo nunca me iba con ellos de putas, ellos se iban cada ocho días porque no tenían mujer, no sé si tendrían novia en aquel momento (...) Muchos también se van de putas porque no encuentran en su casa lo que encuentran en la calle». Éste es uno de los relatos incluidos en el estudio «Apoyando a las víctimas de la trata», elaborado por la Universidad Pontificia de Comillas ICAI-ICADE, en el que, además de aportar una serie propuestas para mejorar la sensibilización sobre el problema de la trata, realiza una completa radiografía de sus consumidores. El trabajo se basa en 1.600 entrevistas, telefónicas y a pie de calle. ¿Conclusión? Dos de cada diez varones españoles reconoce haber acudido a prostitutas en el último año. Lo que lleva a otro razonamiento: se trata de la punta del iceberg: «Que un 20% de los encuestados se atreva a reconocer algo que está siempre tan oculto, indica que deben ser muchos más quienes han pagado por servicios sexuales en España», afirmaron ayer los autores de este trabajo. Y es que, según los expertos, detrás de la prostitución rara vez se encuentran mujeres que ejercen libremente de meretrices: hablamos de jóvenes que vienen a nuestro país engañadas, bajo la promesa de un trabajo digno, y que acaban siendo explotadas sexual y económicamente por las mafias de la trata, que las obligan a saldar deudas de miles de euros a base de vender su cuerpo.
Uno de los resultados más preocupantes hace referencia a las menores de edad. Dentro de ese 20% de españoles, un 10% reconoce que entre las prostitutas se encontraban menores de edad. «Una de ellas tenía 10 años. Tal cual vino y lo detectamos, desapareció, no la volvimos a ver nunca más en calle ni en ningún sitio (...) Por lo demás, suelen tener aspecto de 16, 15 o 18 años», afirma en el estudio el responsable de una ONG. Sin embargo, ni uno solo de los clientes que vio a estas niñas denunció la situación. Como dice uno de los investigadores, Javier Uroz, básicamente «por no meterse en lío y porque las propias chicas no lo hacen». Aunque es cierto que estas situaciones «son minoritarias», lo cierto es que hay una demanda: «Hay clientes que piden menores». Tampoco hicieron nada el 12% de clientes que han visto a una mujer ejerciendo obligada.
A la hora de detallar el perfil del usuario de prostitución en nuestro país, hay que tener en cuenta que la encuesta está desglosada entre las entrevistas telefónicas y aquellas que se realizaron a pie de calle. Haciendo la media entre ambas, el trabajo revela que un 32,5% de los clientes cuenta con estudios de Bachiller o FP y un 23% son universitarios; el 39,3% está soltero y el 34,9% casado; cerca del 50% tiene hijos; el 37,3% goza de un contrato indefinido, y el 41,55% gana entre 1.000 y 2.000 euros mensuales. Su media de edad estaría en torno a los 41 años. Y una mayoría –el 71%– cree que los servicios «no son caros».
A la hora de responder sobre los motivos que les llevan a buscar estos servicios, en primer lugar estaría que «no supone compromisos» –alrededor del 70% de los encuestados–, seguido de «puedo elegir distintas personas» –67,9%– y que «el sexo es más rápido e impersonal» –59,5%–. Seis de cada diez opina que la prostitución no es una forma de violencia. Y cuando se les pregunta cuáles son, a su juicio, los motivos que llevan a una mujer a prostituirse, el principal sería «por necesidad económica», con un 84%. Curiosamente, aunque la mayoría considera que no hay violencia en la prostitución, cerca del 57% opina que a estas mujeres «se las obliga o amenaza» para que ejerzan de meretrices. Y la mayoría aboga por acciones que contribuyan a disminuir la trata, como son las «leyes más contundentes contra los tratantes» –un 95% se muestra favorable– o una «mayor persecución por parte de la Policía –apoyado por cerca del 89%–.
«La mujer que ejerce la prostitución, creo que lo hace (por lo menos en España), de una manera, por voluntad propia y con el fin principal económico. Es decir, dudo mucho que una mujer que realiza ese tipo de trabajo, realmente lo realice por placer. Yo creo que principalmente lo hace por una importante necesidad económica que otro tipo de trabajo no le puede ofrecer», asegura un cliente en el trabajo presentado ayer. En este sentido, Jorge Uroz fue elocuente a la hora de afirmar que a muchos clientes «les importa un pimiento» el drama que puede haber detrás de estas mujeres.
Las víctimas también son objeto de perfil en el trabajo de la Universidad Pontificia de Comillas. Por su país de origen, la mayoría procede de países del Este –sobre todo Rumanía–, seguidos del África subsahariana –Nigeria– y América Latina –Paraguay, Brasil y República Dominicana–. Las víctimas extranjeras tienen un problema añadido. Según afirmaron los investigadores, en nuestro país están «demasiado vinculadas» a la «colaboración en la persecución del delito» y a la Ley de Extranjería. Así, Uroz puso el ejemplo de una joven congoleña detectada en la frontera que afirmaba tener 16 años. Cuando las pruebas médicas determinaron que, en realidad, era mayor de edad, se quedó fuera del sistema de protección de menores sola en nuestro país, a merced de las mafias. «Se necesitan recursos, mejor coordinación institucional y sensibilización», afirmó Carmen Meneses, profesora e investigadora de la Facultad de Ciencia Humanas y Sociales de Comillas.
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