Cáncer

El hombre que dona su paga extra

Tras perder a dos hermanos por cáncer, Andrés Sánchez lo sufrió en primera persona. «No podemos resignarnos: hay que apoyar la investigación».

Andrés Sánchez, en su antigua academia de Ingeniería
Andrés Sánchez, en su antigua academia de Ingenieríalarazon

«El cáncer nos ha atacado a la familia de forma bestial», explica Andrés Sánchez, que se hizo donante del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) después de perder a dos de sus tres hermanos. «Mi hermana murió de cáncer de pulmón, mi hermano, por uno de colon». Tras años realizándose análisis con marcadores tumorales, a este profesor, dueño de una academia de ingeniería, le salió un marcador elevado. «Mi médico me llamó y me dijo que fuera a la consulta». En ese momento supo que algo no iba bien. Hace tres años le quitaron el pulmón izquierdo. Aunque su vida se ha visto notoriamente alterada –«no puedo hablar más de 30 minutos seguidos, un constipado puede hacerme ir al hospital»–, pero no le falta vitalidad.

«Se suele decir que al que le toque el cáncer le toca, como si no pudiéramos hacer otra cosa más que resignarnos. No señor, se puede prevenir». Con esta idea muy presente le preguntó a su médico qué centros de investigación estaban estudiando los marcadores tumorales. «Le dije que quería donar a una entidad en la que todo el dinero fuera íntegramente a la investigación. Me habló del CNIO». Andrés empezó a donar a esta institución hace tres años. «Les doy mi paga extra, 1.400 euros. Bueno, para ser más exactos dono 1.000 euros al CNIO y con los 400 restantes hago un regalo a los cinco médicos que me han salvado la vida». «No es mucho», dice Sánchez. «Cuando trabajaba en la academia de ingeniería donaba entre 5.000 y 6.000 euros al año a Médicos Sin Fronteras, siempre en Navidad». «Ahora tengo alquilada la academia, por lo que sirvió entonces para hacer donaciones y continuará ahora que yo no puedo trabajar», añade.

Como él, cientos de personas realizan aportaciones en menor o mayor medida para la investigación contra el cáncer. «“Amigos del CNIO” tiene más de 800 donantes. Esta modalidad filantrópica la pusimos en marcha hace aproximadamente dos años y gracias a ella hemos recibido 280.000 euros que dedicamos a contratar investigadores, que es lo que más necesitamos», explica María Blasco, directora del CNIO.

En concreto, gracias a estas donaciones particulares han contratado a tres personas: «Vera Pancaldi, que está en el grupo de Biología Computacional Estructural; Paulina Gómez, en el grupo de Epidemiología Genética y Molecular e Irene Felipe, en el de carcinoma de vejiga, páncreas...». «Se eligió a los mejores y dio la casualidad de que las tres eran mujeres», puntualiza. «Este año se contratará a otras tres personas y si hubiera más dinero, se contrataría a más personal».

A estas donaciones vía «Amigos del CNIO» hay que sumar los legados, que van aparte. «El año pasado recibimos 400.000 euros y este año más de 300.000, un dinero que se destina para generar un fondo para financiar proyectos de excelencia de investigación». Todas estas donaciones resultan claves, ya que «la financiación en investigación se ha visto recortada en tiempo de crisis y tenemos un cupo de contratación por el que sólo podemos renovar el contrato de 36 personas, cuando somos 400. El resto se consigue con donaciones y proyectos», como el reciente anuncio de Asisa, que donará al CNIO el 5% de las primas del seguro de salud Vida Mujer.

A estas aportaciones se suman las de los retos, una forma de conseguir que más personas ayuden a la investigación. «Una mujer de 55 años con pánico a nadar porque de pequeña tuvo una mala experiencia decidió que iba a nadar por CRIS y recaudó 3.000 euros», explica Marta Cardona, directora de la Fundación CRIS Contra el Cáncer, que el año pasado puso en marcha una plataforma tipo «crowdfunding», donde la gente «sube» sus retos para apoyar económicamente los proyectos de investigación. No es el único. En otro caso, una niña pidió a sus amigos que, como regalo de cumpleaños, hiciesen una donación. Y en otra, una mujer decidió aprender a bailar «swing». Gracias a estas aportaciones, unidas a las donaciones directas de particulares y empresas, este año la Fundación invertirá 3,2 millones de euros en proyectos de investigación y ensayos clínicos en hospitales y centros; es decir, un 113,33% más que en 2016, cuando destinaron 1,5 millones de euros. Y es que si en 2016 tenían «13.000 donantes regulares, esperamos acabar el año con entre 20.000 y 25.000».

También reciben herencias. «Seis personas que no tienen familia directa nos han comunicado que nos han puesto como herederos en su testamento», explica Cardona, que precisa que, de media, son «unos 200.000 euros cada una, ya sean casas o plazas de garaje, todo se vende y se destina a investigación».