Salud

Enfermedad por reflujo gastroesofágico: qué es, síntomas, diagnóstico y tratamiento

Es importante hacer un diagnóstico precoz de esta patología que ha experimentado un aumento considerable en los últimos años

Enfermedad por reflujo gastroesofágico
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El reflujo gastroesofágico se produce cuando el contenido del estómago vuelve a la garganta o a la boca a través del esófago, el canal que conecta el estómago y la boca, lo que hace que se sienta el sabor de la comida o del ácido gástrico.

En condiciones normales, los alimentos se ingieren por la boca, se mastican y se mezclan con la saliva para formar el bolo alimenticio que baja por el esófago hasta el estómago, donde se disuelve y se mezcla con los jugos gástricos con la ayuda de los movimientos musculares del estómago. Cuando la comida llega al estómago, no pasa de nuevo al esófago gracias al Esfínter Esofágico Inferior (EEI), que actúa como una válvula que evita el paso de los ácidos gástricos hacia el esófago. Si esta barrera muscular sufre una alteración, el contenido gástrico vuelve al esófago irritando la mucosa que recubre sus paredes y provocando diferentes síntomas; los más comunes, el ardor y la acidez de estómago.

Hay alimentos que favorecen la relajación del EEI como el chocolate, las comidas muy especiadas o picantes, las grasas, el café, las bebidas alcohólicas o el tabaco y, por lo tanto, contribuyen al desarrollo del reflujo gastroesofágico. También favorece el reflujo la existencia de una hernia de hiato o situaciones que aumentan la presión abdominal como el embarazo, el sobrepeso o ciertos ejercicios físicos.

Además de la acidez y el ardor estomacal, en algunos casos pueden existir síntomas respiratorios como afonía, carraspera o tos crónica como consecuencia de la irritación de la laringe por el ácido del reflujo, así como dificultad respiratoria o asma por aspirar el ácido. Por esto, se considera una enfermedad crónica benigna que puede afectar a las actividades diarias. “Supone un problema de salud pública que afecta a un gran porcentaje de la población y ha experimentado un aumento considerable en los últimos años”, explica el Dr. Néstor Taboada, especialista del servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo. “En Europa se estima una prevalencia de entre el 15 y el 25 por ciento con un incremento anual del 27 por ciento, y en España la prevalencia se calcula entre el 10 y el 15 por ciento”, detalla.

Así, esta patología deja una huella personal y social importante, pues afecta a la calidad de vida, al desarrollo personal y a la vida laboral. Por ello, es importante un diagnóstico temprano para evitar complicaciones y aliviar los síntomas. El especialista se basa en las señales que tiene el paciente para determinar si existe o no reflujo, si hay complicaciones derivadas del reflujo y para descartar otras lesiones digestivas.

Para estudiar el reflujo, explica el Dr. Taboada, el médico indicará una serie de pruebas diagnósticas como una gastroscopia, para saber si se ha producido esofagitis, inflamación del esófago, y su gravedad. También, si hubiera lesiones, con esta prueba se puede tomar una muestra (biopsia) para descartar otras enfermedades. Otra prueba es la manometría esofágica, que consiste en introducir una sonda muy fina por la nariz hasta el estómago, pasando por el esófago para el estudio del movimiento del Esfínter Esofágico Inferior cuando el paciente traga líquidos. Con las radiografías con contraste se administra oralmente un líquido opaco que se puede ver a través de los rayos X, se analiza el paso del esófago al estómago y si existe o no reflujo.

Pero el método más seguro para determinar la existencia de la enfermedad por reflujo gastroesofágico es la pHmetría esofágica de 24 horas. “Este estudio sirve para ver la cantidad de ácido que hay en el esófago y en qué momento se produce más reflujo, cuánto tiempo dura y si se relacionan con la existencia de la patología”, indica el especialista del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo. La prueba consiste en introducir una sonda de unos 2 mm de diámetro por un orificio nasal hasta unos 5 centímetros por encima del Esfínter Esofágico Inferior. La sonda tiene un electrodo en la punta que detecta el pH y va conectada a un aparato que se lleva de bandolera o en la cintura y registra estos datos hasta que se retira a las 24 horas.

Una vez detectada la enfermedad, el tratamiento dependerá de la gravedad del reflujo y de las complicaciones que se hayan encontrado en las pruebas diagnósticas, si bien al tratarse de una enfermedad crónica el tratamiento farmacológico con antiácidos suele ser de por vida.