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España, en hora buena

De sábado a domingo: los relojes se atrasan una hora. Con el cambio horario nuestro país se acerca al huso que le corresponde geográficamente. ¿El siguiente paso? No adelantar la hora este verano

España, en hora buena
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Toda Europa está obligada a atrasar la hora este fin de semana para entrar de lleno en el horario de invierno. Sin embargo, durante la madrugada del sábado al domingo, España no se limitará a decir adiós al verano. Al pasar las manecillas de las 3:00 a las 2:00 horas, nuestro país podría estar un poco más cerca de abrazar el huso horario del meridiano de Greenwich, el que realmente le corresponde por situación geográfica: una hora menos de la que marca el reloj. Así lo piensa la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe). Hasta tal punto que esta organización se ha planteado un objetivo: en la madrugada del 29 al 30 de marzo de 2014, cuando «toque» justo lo contrario y toda Europa tenga que adelantar una hora el reloj para adaptarlo al verano, deberemos dejarlo tal cual, de tal forma que ya estemos en consonancia horaria con Gran Bretaña, Irlanda y Portugal, países del meridiano de Greenwich y que tienen una hora menos. Así, abandonaríamos el huso horario de Europa central, que es el que seguimos en la actualidad, y desde entonces nuestros relojes ya estarían sincronizados con los de nuestros vecinos, con los que compartiríamos las mismas horas solares. Una petición algo rocambolesca, pero que estará en breve encima de la mesa del Gobierno.

Y es que nuestro país ha vivido en el horario «equivocado» los últimos 71 años. Concretamente, desde el 2 de mayo de 1942, en plena II Guerra Mundial. Para evitar confusiones con los horarios –y evitar desfases durante los bombardeos y demás acciones de guerra programadas–, los países del meridiano optaron por ajustar sus horarios al huso central alemán. Así, Gran Bretaña, Irlanda, Portugal y España atrasaron el reloj una hora. Finalizada la contienda, todos los países volvieron a su horario normal. Todos salvo el nuestro, que se quedó con una hora de más respecto a sus vecinos. Y así, hasta el día de hoy.

Mirar a nuestros vecinos

La Comisión considera indispensable regresar al horario de Greenwich. Pero no es un fin en sí mismo. Se trata más bien de la punta de lanza para realizar cambios mucho más profundos. Y es que el problema no es tanto vivir en el huso equivocado sino cómo administramos nuestro horario solar. Pese a ser uno de los países con jornadas laborales más largas, somos una de las naciones menos productivas. Además, dormimos 53 minutos menos que la media europea, lo que puede tener repercusiones no sólo en nuestro rendimiento laboral, sino en nuestra salud mental. La solución puede pasar por mirar a nuestros vecinos ingleses: ellos acaban la jornada laboral sobre las 18:00 horas, mientras que los españoles finalizan no antes de las 19:00; apenas dedican media hora a la comida, mientras que nosotros empleamos casi dos horas, lo que eterniza nuestra jornada laboral; por último, los británicos se acuestan como tarde a las 23:00, mientras que en España lo hacemos una hora más tarde, por lo que se duerme menos y peor.

A finales de septiembre, el Congreso de los Diputados aprobó el estudio de estas propuestas de la comisión. Según aseguró a LA RAZÓN el presidente de Arhoe, Ignacio Buqueras, para esta semana está previsto un pleno en la Cámara Baja en el que se someterán las propuestas a votación. Además, en el próximo congreso nacional de Arhoe, que se celebrará a principios de noviembre, se aprobará la petición de mantener el horario en el que entramos este domingo incluso en el cambio al horario veraniego europeo programado para el 29 de marzo de 2014. «El cambio horario de este domingo es algo normal, que se lleva haciendo en Europa durante los últimos 30 años. Pero será el 29 de marzo cuando podremos recuperar la hora solar que nos corresponde», afirma Buqueras. A partir de ese momento, y «sincronizados» ya con los países de Greenwich, entraríamos de nuevo en los habituales cambios horarios de invierno y verano.

«Luces apagadas»

Acuerdos no faltan. La comisión cuenta con el apoyo de todos los partidos políticos –«desde Mariano Rajoy a Cayo Lara», dice Buqueras–, empresarios y sindicatos –los líderes de CC OO y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez respectivamente, pasando por el presidente de la CEOE, Juan Rosell– e incluso las cadenas televisivas. Éstas son imprescindibles para obrar el cambio: el «prime time» español abarca desde las 22:00 hasta las 00:00 horas, lo que a su vez provoca que los españoles no se vayan antes de esa hora a la cama. Su compromiso está sobre la mesa, pero no es incondicional: ninguna televisión adelantará su horario de máxima audiencia si no hay un acuerdo global de las cadenas.

Otro de los objetivos se centrará en la aprobación de una «política de luces apagadas» en los edificios públicos. Como señala Buqueras, tanto el Gobierno actual como el anterior socialista se habían comprometido al cierre de todas las oficinas públicas a partir de las 18:00 horas, lo que repercutiría de forma positiva en la conciliación de la vida familiar y laboral. Sin embargo, los ministerios, consejerías y ayuntamientos continúan abiertos a las ocho, nueve o diez de la noche. «Esto no es lo que ocurre en Europa ni lo que tendría que ocurrir en España», apunta.

Tampoco se olvidan en la comisión del impacto que puede tener en nuestro organismo vivir «a espaldas» de la hora solar. Jos Collins, miembro de la comisión e investigador del IESE Business School, explica uno de los ejemplos «extremos» que vivimos en nuestro país al haber adaptado el huso central: la hora natural del mediodía son las 12:00 horas; sin embargo, en Galicia, cuando el sol cruza el meridiano durante el verano, el reloj marca las 14:45. «Nuestros biorritmos naturales están en función del sol: las comidas, las horas de sueño... Con el horario central, alargamos la jornada por la mañana y, después, no dormimos lo suficiente», asegura.

Ahora bien, ¿está la sociedad española preparada para cambiar radicalmente de hábitos? «Es un cambio fácil, en el sentido de que surge solo. El horario defectuoso que tenemos ahora no lo ha diseñado nadie, sino que surgió de un modo equivocado. Si se corrigen las causas, el horario natural surgirá de forma automática», afirma el experto. Y en principio, no tendría ninguna repercusión ni en nuestros bolsillos ni en las arcas públicas. De hecho, de todas las medidas, asegura Collins, sólo una costaría «un poco de esfuerzo» a los españoles: no malgastar dos horas en la comida de 14:00 a 16:00 de la tarde, y adelantar la comida a las 13:00, empleando sólo una hora, lo que supondría una reducción de la jornada laboral.

¿Cómo afecta a la salud?

- Irritibilidad

Como explica Roser Escarpenter, psicóloga y colaboradora de Nutrim, el gozar de menos luz solar con el cambio de hora puede acarrear

un aumento de la irritabilidad. En general, nuestro estado de ánimo se vuelve más negativo en los días posteriores.

- Un «jet lag»

Los efectos, según la experta, tampoco difieren excesivamente de los producidos por el «jet lag»: durante dos o tres días es posible tener cierta sensación de somnolencia, fatiga y apatía. Si se prolonga más tiempo, es necesario acudir al médico.

- ¿Depresión?

Si no se abordan correctamente estas alteraciones en el estado de ánimo, no se puede descartar la caída en un trastorno depresivo. En este sentido, las personas que sufren trastornos del sueño o los ancianos son especialmente vulnerables.

- Soluciones

Para combatir los efectos adversos deben seguirse unas pautas ordenadas de alimentación y sueño, evitar siestas diurnas superiores a 20 minutos y combatir la falta de luz solar con actividades lúdicas (ir al gimnasio, etc.)