Violencia de género
Los mensajes entre Morate y Horvath, en el punto de mira
Investigan sus teléfonos para aclarar el grado de complicidad entre ambos
La escena más vista de Sergio Morate durante los últimos días se volvió a repetir ayer. De nuevo, con la cabeza baja y flanqueado por dos agentes que lo llevaban esposado, el presunto asesino de Marina Okarynska y Laura del Hoyo acudió a declarar ante la Fiscalía de Lugoj, esta vez en calidad de testigo por la acusación que pesa sobre Istvan Horvath por complicidad al haberlo ocultado en su casa. Según su compañero de declaración, Morate «era el mismo de siempre», sin «ninguna lágrima ni nada».
Tras el proceso, Horvath explicó a los periodistas que allí se agolparon cómo transcurrió el careo. Según el joven rumano, ambas versiones coincidieron de manera que se muestra «confiado en su inocencia». «¿Cómo iba a meter a alguien peligroso en mi casa? En mi casa no entra ningún asesino, aunque sea mi hermano», espetó ante las cámaras. Horvath aseguró desconocer el motivo real de la llegada de «su amigo» pese a que el sábado pasado reconoció que Morate le dijo «que había matado a Marina», algo que no creyó «hasta que no los detuvieron». «Se había perdido en Hungría, fuimos a recogerlo, pasamos la frontera con él en la parte derecha del coche. Llegamos a casa y fue como un día normal», cuenta el presunto cómplice. «No sabía que él estaba buscado en España. Iba a venir a Rumanía para ser el padrino de mi hijo», añadió. Sin embargo, su mujer sí sabía que Morate estaba en busca y captura: «Ella me dijo que se había enterado pero no le dio tiempo a decírmelo antes de que llegara la Policía».
Poco después de la comparecencia conjunta de Morate y Horvath, el fiscal jefe de Lugoj, Dan Tatar, explicó las dudas que mantienen sobre la culpabilidad de su compatriota debido a la «tendencia a exculpar» mostrada por el presunto asesino. «No creo que haya ningún ciudadano español que no sepa hoy en día cómo llegar hasta Rumanía. Es sospechoso que (Horvath) se desplazara hasta Hungría y entraran por carreteras secundarias», afirmó. Por ello, la investigación proseguirá con una prueba del polígrafo a la que se someterá el ciudadano rumano para aclarar la veracidad del testimonio vertido ayer. Igualmente, la Fiscalía espera una autorización judicial para poder extraer de las tarjetas de teléfono de Horvath las conversaciones por mensaje que pudiera haber mantenido con Morate. Además, el coche de Morate se mantiene bajo custodia a falta de que un equipo de criminalistas españoles analice las posibles huellas o restos que pueda haber en su interior.
Hasta el 28 de agosto no está fijada la próxima audiencia, una fecha en la que Morate podría seguir en suelo rumano pese a la extradición solicitada por la Audiencia Nacional. Y es que el proceso, que puede llegar a durar un máximo de 60 días, puede alargarse dentro del plazo fijado debido a las alegaciones presentadas por la defensa de Morate, las cuales se apoyan en las posibles amenazas que puedan existir para la seguridad del detenido en la cárcel de Cuenca. La mera presentación del recurso obliga a iniciar un trámite en el que las autoridades españolas han de demostrar la falta de argumentos de dicha alegación. A este respecto se pronunció ayer la delegada de Gobierno para la Violencia de Género, Blanca Hernández, quienl señaló que hay «crímenes execrables» en los que «a lo mejor hay que replantearse» la prisión permanente revisable para el culpable. «Más allá de la pena concreta, ésta tiene que ser dura y ejemplar», añadió Hernández en una entrevista de radio.
La versión de Horvath
«En mi casa no entra ningún asesino, aunque sea mi hermano»
«Él se había perdido en Hungría, lo recogimos y pasamos la frontera con él en el coche»
«No sabía que él estaba buscado en España, venía para ser el padrino de mi hijo»
«En el careo he encontrado a Sergio normal, como siempre, sin ninguna lágrima ni nada»
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