Día Mundial del cáncer infantil
"De mayor quiero ser científico para ayudar a curar el cáncer"
Es el sueño de Nacho Martín, un niño de 13 años que ha superado una leucemia gracias a las terapias innovadoras que CRIS contra el cáncer financia en el Hospital de La Paz
Hay niños que, sin haber vivido ni los primeros diez años de su existencia, tienen la sabiduría y el aplomo de llevar aquí muchas vidas. Pasar por una enfermedad como el cáncer, sea del tipo que sea, a corta edad, es una experiencia durísima que los lleva a madurar de manera acelerada.
Es el caso de Nacho Martín, con el que nos encontramos en el vestíbulo del Hospital Materno-Infantil de La Paz, en Madrid. Hoy es el Día Mundial contra el cáncer infantil, que, en España, afecta cada año a más de 1.000 niños y niñas menores de 14 años. Si se incluye a adolescentes, la cifra aumenta a entre 1500 y 1600. Al no tratarse de las mismas cifras que en los tumores en adultos -unos 280.100 en 2022 según los cálculos de Redecan, Red Española de Registros de Cáncer-, la inversión destinada a la investigación de los cánceres infantiles es considerablemente más baja.
Hace solo unas semanas que le quitaron la última medicación que le quedaba, reminiscencia de la leucemia mieloblástica secundaria a un síndrome mielodisplásico -una de las leucemias minoritarias entre los niños, sobre la apenas hay investigación– de la que está completamente curado.
Han sido tres años y medio muy duros, prácticamente aislado y con la única compañía de su madre, que no le dejaba ni un minuto. Sin ir al colegio, sin ver a sus amigos ni la luz del sol. Pero su historia es una historia con final feliz, gracias a la investigación y a su equipo médico, que puso usar tratamientos de última generación para acabar con su enfermedad. Comienza un caluroso día de julio de 2019, pocos días antes de que Nacho (que por entonces tenía 10 años) y su familia se fueran de vacaciones a la playa. María, su madre, le llevó a su pediatra para que le viera, porque llevaba un tiempo quejándose de dolor de estómago y vomitando con frecuencia.
La doctora le hizo unos análisis para que se fueran tranquilos de vacaciones, con la certeza de que todo estaría bien, pero no fue así. Los resultados marcaban un principio de leucemia, por lo que les mandó de urgencia a La Paz. Allí empezaron las pruebas, la confirmación del diagnóstico y la derivación a hemato- oncología. «Nos recibió una doctora, Berta, que fue lo mejor que nos pudo pasar como primer contacto. Ella nos ofreció muchísima información para que pudiéramos comprender lo que teníamos por delante, y con muchísima delicadeza, además. Sin embargo, para mí era imposible procesarlo. Solo pensaba: pero ¿por qué? si esta mañana mi hijo estaba jugando tan feliz en la piscina con sus hermanas», recuerda María.
Este era solo el principio, ya que aún tuvieron que esperar cuatro o cinco días para saber con exactitud qué tipo de leucemia tenía y como se podía tratar. Dado que la enfermedad aún no había debutado, tuvieron que esperar además a que su hijo tuviera la cantidad de blastos –células tumorales de la leucemia que no siguen el proceso de maduración normal– para empezar a tratarle.
En un mes, ya los tenía, y procedieron a iniciar el tratamiento que consistió en un trasplante de médula de su padre y una infusión de «natural killer» (NK) –células asesinas naturales– en la Unidad CRIS de terapias avanzadas de La Paz. «Las ‘natural killer’ son células del sistema inmunitario que patrullan por el cuerpo y buscan células dañadas o anormales para eliminarlas. Si extraemos NK de un paciente -o de un donante adecuado-, las multiplicamos y las estimulamos en un proceso de laboratorio, tendremos un ejército de estas células que buscarán y eliminarán los tumores de los pacientes, por muy ocultos que estén. Estás células activadas y expandidas reciben el nombre de NKE», explica Antonio Pérez, médico de Nacho, director de la Unidad y especialista en terapias celulares de La Paz.
Pero el organismo de Nacho rechazó el trasplante, y se «vació» de células protectoras, por lo que se convirtió en un blanco fácil para las infecciones. Durante meses pasó una tras otra mientras estaba en aislamiento –el virus de Epstein Barr, una clamidia y la covid, entre otras– que le llevaron a tener que estar ingresado en la UCI estas últimas navidades. Cuando se encontró mejor, su equipo médico decidió probar con la médula y las células de su madre.
El sueño de Nacho
A partir de ahí, empezó a mejorar, hasta que, cuando ya iba a sumar otro cumpleaños de su hermana pequeña que se perdía, el doctor Pérez le dio la noticia de que se podía ir a casa. De sus casi tres años en el hospital, Nacho recuerda poco. "No sé, es algo raro, pero no recuerdo mucho. Recuerdo que a veces me dolía mucho la tripa, y el cuerpo en general. Y entonces me daban paracetamol o nolotil, o morfina si era un dolor muy fuerte", explica . "También tengo recuerdos bonitos de cuando ya estaba mejor y mi madre y yo pedíamos comida de fuera- no está nada conforme con la comida del hospital- y veíamos películas".
Hoy está sano y fuerte, recuperando poco a poco su energía de niño de 13 años. Aunque recuerda poco de su paso por el hospital, hay una cosa que tienen clarísima: que quiere ayudar a que otras personas no pasen por lo mismo. "Quiero dedicarme a investigar para inventar una tecnología que permita que, con una muestra de ADN que se extraiga cuando naces y se cultive durante el tiempo necesario, se pueda saber si vas a tener una enfermedad de mayor, y a que edad, para poder prevenirla", detalla.
El sueño de Nacho hoy en día se traduce en terapias innovadoras que permiten que, en España, se consiga curar a un 82% de los pacientes con cáncer infantil. Nuestro país se encuentra en la media europea de supervivencia a los 5 años en los tumores que afectan a niños y niñas –un 81%- , a excepción de algunos tumores como leucemias y cánceres del sistema nervioso, en los que estamos por detrás.
Se trata de las leucemias mieloides agudas -86%vs 89% de media europea-, leucemias linfoides -66% vs 70% de media europea-, linfomas de Burkitt -85% vs 91% de media europea-, tumores del sistema nervioso central -57% ves 59% de media europea-, y sarcoma de Ewing y relacionados -69% vs 70% de media europea-.
Sin embargo, "la supervivencia en España podría ser mucho más alta con mayor inversión en investigación sobre el cáncer infantil y adolescente, evitando la dispersión territorial en oncología pediátrica y reagrupando los tumores infantiles en grandes unidades pediátricas referencia", señala Pérez.
El objetivo de entidades como CRIS contra el cáncer es salvar las vidas del 100% de los pacientes infantiles. "Necesitamos de manera urgente dedicar más fondos a la investigación contra los tumores infantiles para curarlos y para evitar las graves secuelas que dejan los tratamientos agresivos. Una sociedad tan avanzada como la nuestra no puede quedarse atrás en la investigación", destaca Lola Manterola, presidenta de la Fundación.
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