Opinión
El ministerio cotilla
¿Quién le da derecho a meterse en nuestras camas e indagar lo que queremos, lo que nos gusta o lo que nos apetece?
¿De verdad es necesaria la campaña titulada «Ahora que ya nos veis, hablemos» que ha realizado el Ministerio de Igualdad con motivo del 8M? ¿De qué tenemos que hablar? ¿De si hacemos el sexo con la luz encendida o apagada? ¿De quién mantiene relaciones cuando tiene la regla o quién prefiere no hacerlo? ¿De que las personas con discapacidad pueden tener sexo? ¿De que, a los 60, las mujeres pueden seguir masturbándose? ¿Es una broma? Para empezar, ¿quién le da derecho a este Ministerio cotilla de meterse en nuestras camas e indagar lo que queremos, lo que nos gusta o lo que nos apetece? ¿Por qué invaden nuestra privacidad constantemente? Y, además ¿dónde está el problema que nos quieren transmitir? La luz, señoras, se apaga o enciende a gusto del consumidor y no al suyo. Y el sexo es cosa de quienes lo practican, no de los demás y no son ustedes quienes deben regularlo. Que a estas alturas del siglo XXI pretendan estar descubriendo la pólvora diciendo que las mujeres pueden masturbarse a cualquier edad o que las personas con discapacidad también mantienen relaciones sexuales es una osadía producto (una vez más) de la ignorancia. Hace unas semanas terminé el último (y fantástico) libro de Víctor del Árbol, «Nadie en esta tierra», donde aparece una relación sexual de una mujer en un silla de ruedas con un hombre sin discapacidad, descrita con total normalidad, como hay que hacer las cosas. Sin subrayarla como algo distinto o desconocido. Tampoco lo es tener relaciones con la regla. O no tenerlas, por molestias o por aprensión o porque al otro (que también está en su derecho de decir «sí» o «no») no le divierte. Dejen de darnos clases. Y de gastarse nuestro dinero en estupideces.
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