ADN
La mutación genética del enanismo también permite vivir más
Encontrada solo en entre 400 y 500 personas en todo el mundo, fue identificada en un grupo de ecuatorianos cuyos antepasados habían huido de España durante la Inquisición hace más de tres siglos
Han pasado poco más de 20 años desde que expertos científicos han descifrado el genoma humano. Gracias a ello, en dos décadas, hemos podido identificar genes vinculados a determinadas enfermedades y también aquellos relacionados con una mayor esperanza de vida.
Tanto en humanos como en modelos animales. De acuerdo con la base de datos GenAge de genes relacionados con el envejecimiento, hay más de 1.800 genes que alteran la esperanza de vida en organismos modelo. Si bien esto constituye un catálogo muy interesante a la hora de «regalarnos» más años de vida, también es imprescindible comprender el proceso detrás de la acción de estos genes. Y también de la longevidad.
El envejecimiento es un proceso complejo influido por bajos niveles de energía, disminución de la actividad fisiológica y el estrés, todos factores que conducen al riesgo de enfermedades y mortalidad.
Los avances en medicina y una mayor disponibilidad de requisitos nutricionales han aumentado significativamente la esperanza de vida humana promedio en todo el mundo: en menos de un siglo hemos pasado de una esperanza de vida de menos de 50 años a rozar los 80, en promedio. Hasta la fecha, los científicos han determinado varios factores ambientales y fisiológicos que contribuyen al proceso de envejecimiento, sin embargo, alrededor del 40% de la esperanza de vida humana se hereda: cada vez son más los genes, los mecanismos genéticos y las vías asociadas a la esperanza de vida.
De familia longeva
La longevidad de la vida humana es hereditaria entre un 20% y un 40% en las poblaciones humanas modernas. En las poblaciones y familias más longevas también se han observado mejores sistemas inmunológicos, salud metabólica como una mayor sensibilidad a la insulina, un metabolismo de lípidos que conduce a niveles saludables y retraso o capacidad para evitar enfermedades relacionadas con la edad. Así, comprender qué genes actúan de forma positiva en la longevidad y avanzar en la edición genética propiciada por la técnica de Crispr, es un paso hacia una extensión de los años de vida saludables.
Lo sorprendente es que estos genes pueden estar en cualquier sitio. Y para muestra, un botón. Un nuevo estudio publicado en «Med» destaca posibles ventajas para la salud cardiovascular en personas con una rara enfermedad conocida como deficiencia del receptor de la hormona del crecimiento (GHRD), también llamada síndrome de Laron. La GHRD, que se caracteriza por la capacidad deficiente del cuerpo para utilizar su propia hormona del crecimiento y provoca un retraso en el crecimiento, se ha relacionado en ratones con una extensión récord de la longevidad (40%) y menores riesgos de enfermedades relacionadas con la edad.
Sin embargo, el riesgo de enfermedad cardiovascular en personas con GHRD no ha estado claro hasta ahora, lo que llevaba a la especulación de que, en las personas, esta mutación pudiese aumentar la enfermedad cardiovascular.
El citado estudio es el resultado de una colaboración internacional que abarca casi 20 años entre Valter Longo, profesor de gerontología, y el endocrinólogo Jaime Guevara-Aguirre, de la Universidad San Francisco de Quito (Ecuador), país donde se han registrado la mayoría de los casos de pacientes con este síndrome.
500 personas en el mundo
Durante las últimas dos décadas, Longo, Guevara-Aguirre y sus colegas examinaron la salud y el envejecimiento de personas con la mutación genética que causa GHRD. Esta rara mutación, encontrada en sólo en entre 400 y 500 personas en todo el mundo, fue identificada en un grupo de ecuatorianos cuyos antepasados habían huido de España durante la Inquisición hace más de 3 siglos.
La mutación les deja con receptores de la hormona del crecimiento ineficaces y da como resultado un tipo de enanismo.
Estudios previos indicaban que, si bien el síndrome GHRD/Laron reduce el crecimiento, también parece disminuir el riesgo de enfermedades relacionadas con la edad. Aunque los ecuatorianos con GHRD tienen una mayor tasa de obesidad, tienen un riesgo muy bajo de cáncer y de diabetes tipo 2. También parecen tener cerebros más sanos y un mejor rendimiento en pruebas de cognición.
Para el estudio actual, el equipo examinó la función cardiovascular, el daño y los factores de riesgo en sujetos con GHRD y sus familiares. Los investigadores llevaron a cabo dos fases de mediciones en Los Ángeles y Ecuador, involucrando a un total de 51 personas: 24 diagnosticados con GHRD y 27 familiares sin GHRD como controles.
Las conclusiones del estudio señalan que las personas con GHRD mostraron niveles más bajos de azúcar en sangre, resistencia a la insulina y presión arterial en comparación con el grupo de control. También tenían dimensiones cardíacas más pequeñas y una velocidad de onda de pulso similar, pero tenían un grosor de la arteria carótida más bajo en comparación con los sujetos de control.
A pesar de los niveles elevados de lipoproteína de baja densidad (LDL), o «colesterol malo», los sujetos con GHRD mostraron una tendencia a tener placas ateroscleróticas en la arteria carótida más bajas en la comparación con los controles (7 por ciento frente a
un 36).
«Estos hallazgos sugieren que los individuos con GHRD tienen niveles normales o mejorados de factores de riesgo de enfermedad cardiovascular en comparación con sus familiares», destaca Longo. «Aunque la población analizada es pequeña, junto con estudios en ratones y otros organismos, estos datos en humanos sugieren que los medicamentos o las intervenciones dietéticas que causan efectos similares podrían reducir la incidencia de enfermedades y, posiblemente, extender la longevidad», concluye.
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