Medio ambiente
Nuevo récord de dióxido de carbono en la atmósfera
Al comienzo de la Revolución industrial había casi la mitad de CO2 atmosférico, lo que pone en contexto "el impacto negativo de la actividad humana en la atmósfera y, por tanto, en el cambio climático"
El < alcanzó 427,45 ppm (partes por millón) de concentración media de dióxido de carbono (CO2) durante el pasado mayo, lo que supone 3,59 ppm más que ese mes de 2023 y un nuevo récord de la serie histórica, que comienza en 1984.
Los datos de este observatorio, dependiente de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se unen a las 426,90 ppm registrados recientemente por el ubicado en Mauna Loa (Hawái), que es la estación con la serie de concentración de CO2 más antigua del mundo, pues comenzó en 1958.
Según la Aemet, "no es casualidad" que ambos observatorios -distanciados por más de 13.000 kilómetros- registren concentraciones similares de CO2. "Sus observaciones son representativas de la composición atmosférica de fondo, dado que ambos son estaciones de alta montaña, situadas a latitudes similares y sus medidas no están afectadas directamente por fuentes de contaminación antropogénicas", explica.
La Aemet subraya que al comienzo de la Revolución industrial había 280 ppm de CO2 atmosférico, lo que pone en contexto "el impacto negativo de la actividad humana en la atmósfera y, por tanto, en el cambio climático".
El ciclo estacional del CO2 en la atmósfera alcanza su máximo en primavera y disminuye después por una mayor absorción de dióxido de carbono causada por el incremento de la actividad fotosintética de la vegetación.
La llegada del otoño marca el inicio de la pérdida de la cubierta vegetal, lo que produce el efecto opuesto y da lugar a una progresiva liberación de CO2 en la atmósfera.
La tendencia en la serie histórica de Izaña desde 1984 representa un incremento de concentración atmosférica de CO2 causado por las emisiones humanas, en su mayoría procedentes de la quema de combustibles fósiles.
Por otra parte, el metano (CH4), segundo gas de efecto invernadero más importante, también es medido en Izaña desde 1984.
Aunque su presencia es varios órdenes de magnitud inferior al CO2, su peligrosidad está asociada a su alto potencial de calentamiento, 28 veces superior al del dióxido de carbono y, por tanto, más eficiente calentando la atmósfera. Al igual que el CO2, las medidas realizadas en Izaña sugieren que la presencia en la atmósfera de este gas está aumentando.
Actualmente, se estudian las posibles fuentes, tanto naturales (el deshielo del permafrost terrestre, que ha actuado hasta ahora como un gran reservorio de CH4 y al derretirse libera grandes cantidades de este gas) como antropogénicas asociadas al crecimiento de la agricultura y la ganadería, así como la mayor producción de petróleo y gas natural.
"Las concentraciones atmosféricas de fondo de CO2 y CH4 siguen aumentando y no muestran ningún signo de desaceleración, confirmando así que el impacto de las normativas aplicadas para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero no tiene un efecto inmediato y debe mantenerse en el tiempo", concluye la Aemet.
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