Eutanasia
Otro homicidio
Nos acordamos de cómo empezó todo. En la primera versión, la de los años veinte, se trataba de definir si existían vidas sin valor vital. Pero luego, ante el descrédito de la postura del siglo XX se pasó directamente al postmodernismo, por un lado la voluntad absoluta, luego el sentimiento. La aporía de la eutanasia de la voluntad absoluta es que se aplica sobre personas sin voluntad, que no han podido manifestar su voluntad y que nunca la manifestarán. Lo que se ha justificado como la muerte porque uno entiende que está en condiciones en que no quiere vivir se ha sustituido por un juicio objetivo del equipo médico y por la voluntad de terceros. El «no quiero vivir así» se ha transformado en «no entiendo que nadie quisiera vivir así». Y esto ha pasado con Therry, con Eluana y ahora con Vincent. Los sentimientos son aún más peligrosos cuando se trata de juzgar la vida humana. En primer lugar, en todos los casos se imponen unos sentimientos contra otros, normalmente, salvo con Eluana, los de la pareja o expareja frente a los padres. Estos últimos no se resignan y frente a su sentimiento se imponen aparentemente otros. Pero los sentimientos, como la moral, suelen ocultar otras cosas. No me refiero aquí ni a la voluntad de poder ni a la envidia, dos grandes móviles de la acción humana, sino a la soberbia del control absoluto. En estos casos todos han venido por la idea de que alimentar e hidratar, cuando se trata de personas que no están en un proceso de muerte, es un tratamiento y no un cuidado. Por supuesto que hay ocasiones en las etapas finales de no hidratar o alimentar, no debemos aumentar los sufrimientos de nuestros semejantes. Pero matar de inanición o deshidratación, o precipitar el caso el final con una dosis masiva, tal como se actuó con Eluana y no con Therry, es un homicidio. Hemos llegado al homicidio médico, con debate jurídico y acusación de falta de sentimientos a quien se opone. Ha venido para quedarse, otro rasgo de una sociedad que hace tiempo olvidó el sagrado principio de «No matarás al inocente».
Profesor de Filosofía del Derecho de la UCM
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