Para el 71,6% la universidad está muy ideologizada

Esta percepción es mayor entre los más jóvenes; un 73,7% considera que se adoctrina en la formación superior.

Es una institución clave. Es la excelencia de la educación. Es un instrumento principal en el progreso de cualquier país. O debería serlo. Y no lo es. Al menos en España, donde tras las constantes reformas en la educación –en las que la universidad ha estado en el centro del huracán–, nuestros universitarios ven cómo su prestigio y sus posibilidades de promoción laboral disminuyen año a año. La universidad pública española, que está lejos de los primeros puestos de la excelencia en el ránking mundial, está financiada con los impuestos de todos los españoles. De los que han pasado por sus aulas y de quienes no las han pisado nunca.

Es por eso que las universidades deben responder ante la sociedad a la que dicen servir. Y no deben ser bandera de ningún grupo político. Algo que, cada día que pasa, está menos garantizado. La universidad es también clave para que en España funcione el ascensor social. Pieza clave de la riqueza y la integración de la población. Para ello se necesitan mayores recursos... y según los expertos, mayores niveles de exigencia educativa.

Algo, esto último, contra lo que combaten un buen número de partidos políticos, instalados en el «todo vale». Cada vez es más común esa mala opinión sobre las pruebas de acceso, que para muchos son «un coladero»: hasta el 40% de los encuestados de mediana edad cree que las pruebas de acceso no son exigentes. Si a ello sumamos la creencia sobre la endogamia en la universidad y la casi total en la ideologización de la educación superior, la conclusión es que estamos abocados a una reforma en profundidad de la universidad. Y con urgencia.