Solidario

Pedro Clarós, el «cirujano del mundo» que salva vidas en los lugares más extremos del planeta

El médico y escritor publica «Tertulias Nocturnas» (RBA) donde recopila las conversaciones con varias personalidades

El otorrinolaringólogo Pedro Clarós, con uno de los niños a los que operó de labio leporino.
El Otorrinolaringólogo Pedro ClarósCedida

Lleva más de medio siglo con un bisturí en la mano y el mundo como sala de operaciones. Pedro Clarós, otorrinolaringólogo, ha trabajado en quirófanos de Europa, Asia, África y Oriente Medio. Ha intervenido en hospitales de lujo y en salas improvisadas bajo lonas, operado tanto en silencio como a contrarreloj, en medio de conflictos armados o en aldeas sin electricidad. Y en su mochila,además de instrumental quirúrgico, siempre lleva compromiso, humanidad y pasión. Ahora publica «Tertulias Nocturnas» (RBA) donde recopila las conversaciones con Pilar Eyre, Joan Manuel Serrat, militares de alto rango, obispos, profesores universitarios...

«Llevo más de 50 años ejerciendo la medicina y, sobre todo, la cirugía. He viajado por medio mundo y he disfrutado haciendo lo que más me gusta», afirma. Su carrera empezó de la mano de su padre, un reputado médico ORL, de quien aprendió no sólo las técnicas más avanzadas, sino también la vocación de servicio.

Ese mismo espíritu lo llevó a crear la Fundación Clarós, una organización nacida formalmente en el año 2000 gracias al impulso de la soprano Montserrat Caballé, madrina y alma del proyecto. «Fue ella quien insistió en que creáramos la fundación. Nos prometió su ayuda y nunca nos falló», recuerda con emoción. Desde entonces, y con las mejores voces líricas del mundo como patronos, realizan conciertos benéficos para financiar sus misiones médicas.

Con más de 120 misiones humanitarias a sus espaldas, el doctor Clarós ha intervenido en algunos de los países más necesitados y también más peligrosos del planeta: «Liberia, Irak, Libia, Afganistán… esos me los he reservado para mí. No he querido poner en riesgo a mi equipo». Recuerda cómo su padre solía decir que estaba muy contento cuando se iba de viaje, pero más cuando volvía. Aunque, paradójicamente, la experiencia más cercana a la muerte no le llegó en zona de conflicto, sino en la aparentemente tranquila isla de Cabo Verde.

Un gran susto en su misión número 100

Corría la Semana Santa de 2017. Era su misión número 100. Todo parecía en orden hasta que, una noche, un fuerte dolor abdominal encendió todas las alarmas. «Me diagnosticaron una pancreatitis aguda necrotizante. Allí me dijeron: “Cuente con un 5%”». Después de un traslado urgente en avión medicalizado y seis semanas ingresado –dos de ellas en la UCI–, logró recuperarse. «Volví a la vida activa. Fue un renacer», asegura.

Esa relación de compromiso profundo con Cabo Verde fue reconocida años después cuando el gobierno de la nación africana le propuso como Cónsul General Honorario en Barcelona-Cataluña. Un título que no ha recibido como un honor sino como una responsabilidad. «Ser cónsul es para dar servicio y esto ya me gusta. Lo he hecho toda mi vida».

El nombramiento no fue sencillo. «Al ser un consulado de nueva creación, los trámites fueron largos: Proceso Verbal, Carta Patente y, finalmente, la firma del Exequátur por el Rey Felipe VI». Desde entonces, el consulado se ha convertido en un puente de cooperación, desarrollo y oportunidades, tanto para Cabo Verde como para empresas catalanas interesadas en invertir.

La colaboración entre España y Cabo Verde vive hoy un momento especial. Hace apenas un mes, la Reina Letizia visitó el país africano, en un gesto simbólico de respaldo institucional y cooperación. Allí, una de las figuras clave del tejido social y sanitario caboverdiano es la primera dama, Débora Carvalho, quien trabaja estrechamente con la Fundación Clarós en campañas quirúrgicas dirigidas a personas con malformaciones congénitas como labios leporinos y otras deformidades faciales.

Un referente en Cabo Verde

«Cada paciente al que operamos en estas misiones es una vida que cambia por completo», explica el doctor Clarós. La implicación de las autoridades locales, y especialmente de la Primera Dama, ha permitido multiplicar el impacto social de la Fundación, que se ha convertido en un referente en la sanidad de la región.

Pero su incansable labor no termina en la medicina ni en la diplomacia. Es también escritor, humanista, académico y un eterno aprendiz. Posee cinco doctorados: Medicina, Farmacia, Neurociencias, Historia y Humanidades, y Derecho y Economía Internacional. «Me gusta aprender. Cuando supe que me nombrarían cónsul, decidí estudiar Derecho Internacional. Fue una excusa para retrasar la aceptación hasta sentirme preparado».

Entre bisturís y libros ha encontrado tiempo para escribir otras obras como «La Dama de Panamá» o «Un cirujano del mundo». «Escribo de noche. Durante el día trabajo en la clínica», dice con una naturalidad que esconde la magnitud de su dedicación. Pedro Clarós no ha dejado que la rutina apague su vocación. Al contrario, subraya que cada paciente, cada misión, cada página escrita y cada acción diplomática son parte de un mismo propósito vital: ayudar. Y eso, más que un oficio, es una forma de estar en el mundo.