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El pequeño detalle que revela si tu paraguas resistirá con el viento o no: poca gente lo conoce

Elegir un paraguas resistente no depende del color ni del precio, sino de un aspecto técnico casi invisible que muy pocos consumidores conocen

El pequeño detalle que revela si tu paraguas resistirá con el viento o no: poca gente lo conoce
El pequeño detalle que revela si tu paraguas resistirá con el viento o no: poca gente lo conoceEuropa Press

Cuando el otoño avanza y ahora que la lluvia empieza a ser frecuente en muchos puntos de España, el paraguas vuelve a ser protagonista. Ya no es solo un accesorio funcional: en los escaparates y pasarelas aparece como una pieza de moda que acompaña tanto a trajes formales como a estilismos urbanos.

Marcas de lujo como Burberry, Hermès o Paul Smith han recuperado este clásico para sus colecciones, y el resultado es que muchos lo eligen tanto por estética como por necesidad. Sin embargo, bajo su apariencia elegante se esconde un aspecto cr*+*ucial que determina si ese paraguas resistirá el primer vendaval o acabará invertido en la papelera más cercana.

El paraguas moderno es una pieza más sofisticada de lo que parece. Su diseño combina ergonomía, física y materiales ligeros, pero no todos están hechos con los mismos estándares. Como señaló recientemente la periodista francesa Emma Guessel en el programa Télématin de France 2, “la diferencia entre un buen paraguas y uno barato está en su estructura interna, no en su precio ni en su marca”.

Según Guessel, los paraguas más resistentes están fabricados con varillas de acero o fibra de vidrio, materiales que ofrecen la elasticidad necesaria para soportar el empuje del viento sin deformarse. En cambio, los paraguas económicos, elaborados con aluminio o plástico, tienden a doblarse o romperse con facilidad. Este detalle invisible, las varillas, constituye el auténtico “esqueleto” del paraguas, y de su calidad depende que sobreviva o no a una tormenta.

¿Cómo saber si tu paraguas va a resistir el viento?

La estructura del paraguas se basa en un principio sencillo de distribución de la presión: cuantas más varillas tenga, más equilibrada será la tensión del viento sobre la tela. Por eso, los expertos recomiendan un mínimo de ocho varillas para garantizar una buena resistencia. Los modelos de gama alta pueden incorporar hasta diez o doce, fabricadas en materiales híbridos o reforzados, que combinan flexibilidad y rigidez en el punto exacto.

Cuando las varillas son demasiado rígidas, el paraguas puede fracturarse con una ráfaga intensa; si son demasiado flexibles, se invierte fácilmente. El equilibrio entre ambos extremos, logrado mediante acero templado o fibra de vidrio compuesta, es el secreto detrás de los modelos más duraderos.

Esta misma conclusión la respaldan estudios de ingeniería de materiales aplicados al diseño urbano, como los del Fraunhofer Institute for Structural Durability en Alemania, que señalan que el reparto de carga y la capacidad de deformación controlada son claves para la resistencia ante vientos racheados de más de 50 km/h.

El tipo de apertura también influye. Los paraguas automáticos resultan cómodos, pero su mecanismo incluye más piezas móviles susceptibles de romperse. Los manuales, aunque menos espectaculares, suelen ser más duraderos. La tela es otro elemento importante: el poliéster recubierto de teflón o las mezclas con microfibra repelen mejor el agua y secan más rápido, reduciendo la tensión en las costuras.

Incluso el diseño del mango tiene su papel: un mango curvado o antideslizante ayuda a mantener el equilibrio cuando sopla el viento, evitando torsiones que pueden dañar el eje central.

Aunque parezca un invento moderno, el paraguas tiene una historia milenaria. Su origen se remonta a la antigua China y Egipto, donde se usaba para proteger del sol. Con el tiempo, su uso se extendió por Europa y se transformó en un símbolo de estatus. No fue hasta el siglo XVIII cuando comenzó a emplearse contra la lluvia, tras incorporar tejidos impermeables y mecanismos metálicos.

Hoy, en plena era de la sostenibilidad, algunas marcas están experimentando con materiales reciclados o mecanismos reparables. Proyectos como el paraguas Blunt, diseñado en Nueva Zelanda, buscan reducir los desechos plásticos fabricando modelos con varillas intercambiables y lona reciclable.

La próxima vez que compres un paraguas, más allá del color o la marca, cuenta las varillas. Si tiene menos de ocho, probablemente no sobrevivirá a un temporal. Este pequeño detalle, casi invisible para la mayoría, revela la frontera entre un accesorio de moda y una herramienta de ingeniería urbana. Y, con la llegada del mal tiempo, puede ser la diferencia entre llegar seco o empapado… y entre tirar otro paraguas roto o conservarlo durante años.