Pintura
Pintar con la boca, el arte que salvó a Florin de la tetraplejia
A los 23 años tuvo que reinvertar su vida tras quedarse en silla de ruedas. La pintura le infundió la motivación para no tirar la toalla cuando daba todo por perdido.. Comenzó recreando la pintura de Modigliani y con un estilo propio ha retratado a Nadal. El tenista le recibió en persona
A los 23 años tuvo que reinvertar su vida tras quedarse en silla de ruedas. La pintura le infundió la motivación para no tirar la toalla cuando daba todo por perdido.
Los pintores siempre reflejan su estado de ánimo en sus cuadros. Si te das cuenta, en los primeros desnudos los colores son más oscuros. Eso fue en el momento más cercano al accidente». Florin Anghel nunca se planteó ser pintor, pero la pintura le ha salvado la vida. Llegó desde su Bucarest natal a España en 2003 en busca de una vida mejor. Pero el destino le jugó una mala pasada. Al llegar a Madrid comenzó de soldador en una empresa de cerrajerías, aunque él lo que buscaba era ejercer en un taller de coches, como hacía en Rumania. Después de año y medio decidió dar un giro a su vida y se marchó a trabajar al campo. Cuando recibió el finiquito se percató de que su antiguo jefe le debía 400 euros, «así que fui a cobrar». Tras un tira y afloja, Florin recibió un disparo. Su antiguo jefe llevó a término sus amenazas y le descerrajó un tiro con un arma de caza. «Así acabe en sillas de ruedas», recuerda.
Florin se quedó tetrapléjico con tan sólo 23 años, una difícil situación que le enseñaron a sobrellevar en el Hospital de Parapléjicos de Toledo. «El proceso fue muy duro –rememora–. Yo era muy currante y me gustaba mucho mi trabajo. Cuando estaba en Parapléjicos, cada día que pasaba sin hacer nada era un suplicio, no tenía ninguna motivación para tirar hacia delante».
Pero la vida siempre concede oportunidades a quién está dispuesto a vivirla. Y a Florin se la dio Amedeo Modigliani. Tras su estancia en Toledo, fue derivado al centro de Atención a Minusválidos Físicos (CAMPF) de Leganés donde se animó a asistir a terapia ocupacional. Le propusieron, debido a su inmovilidad total en las extremidades, aprender a pintar con la boca. Pero la primera vez que asistió al taller «me frustré», así que «dejé de ir a la asociación durante seis meses porque lo veía muy duro y no creía que fuese lo mío. Imagínate, yo nunca había pintando un cuadro antes de quedarme en silla de ruedas». Cuando lo dio todo por perdido, incluso a él mismo, apareció su ángel de la guarda. «Un día me encontré con Isabel, mi profesora de pintura, y me animó a volver». «Sin darme opción –continúa– me plantó el cuadro que empecé a pintar, ''El gran desnudo'' de Modigliani, y ese día no sé que pasó que los trazos salían solos, todo fluía, salió rodado».
La pintura y el arte se convirtieron así en su tabla de salvación. El accidente puso su vida patas arriba y echó al traste todos sus planes de futuro. La idea de Florin era venir a España y trabajar durante unos años, ahorrar y volver a su país para montar su propio taller de coches. Pero se vio obligado a reinventarse. Primero comenzó a estudiar los colores y después a distintos artistas –«me encanta Sorolla por su luz y Antonio López por su realismo»–, lo que le ha permitido evolucionar hasta encontrar su propio estilo. «Llevo pintando 15 años y mis cuadros de entonces no tienen nada que ver con los de ahora»”. Se percibe un gran cambio, sobre todo, en las tonalidades de la piel: «En los primeros es mucho más pálida», admite. Su gran obsesión son los dibujos de desnudos. «Pintar el cuerpo es muy difícil» y por ello «siempre estoy buscando técnicas y tutoriales». Pero, lo cierto, es que ha aprendido de forma autodidacta. Florin ha aprendido que sujetando el pincel con las muelas consigue un trazo mucho más precisión en los trazos. Además, explica, que «al tener el pincel en la boca la perspectiva cambia, tienes que alejarte muchas veces, contemplarlo desde lejos para que se quede grabado en tu cabeza». Aunque él mismo ha creado mil trucos para poder pintar desde su silla de ruedas, lo cierto es que necesita de la ayuda de las enfermeras: «Ellas me bajan y suben el cuadro con una manivela para que yo me pueda colocar por debajo del caballete. O me lo colocan en posición horizontal para que pueda llegar a las partes más altas».
Aunque pueda parece un simple hobby, la pintura, para Florin, ha sido un medio para conseguir la integración laboral. Desde 2008 es becario de la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie, lo que le ha permitido obtener algunos ingresos. Esta organización se dedica a la venta de tarjetas de navidad y de primavera, calendarios, libros, agendas, papel de regalo, láminas o puzzles, entre otros productos. Todos estos artículos se hacen a partir de las reproducciones de la obra de artistas que debido a su discapacidad física, ya sea por enfermedades o por accidentes, no pueden utilizar sus manos y pintan con la boca o con el pie.
Florin, como becario, recibe una beca mensual que le permite mejorar su nivel artístico, recibir clases o comprarse material. El objetivo que se persigue es que los becarios puedan ser miembros de pleno derecho de la asociación, algo que se consigue cuando ha alcanzado un nivel artístico equivalente al de un artista profesional sin ninguna minusvalía física. «Yo me lo tomo como un trabajo. Para los grandes discapacitados, como yo, es muy difícil tener una ocupación laboral y la asociación te da la oportunidad. Para mí ha sido muy gratificante obtener ingresos por mis cuadros. Me hace sentir que soy capaz de hacer cosas, me permite olvidarme de mi discapacidad y me hace sentir bien», afirma este artista.
Florin dedica nada menos que cinco horas a pintar. Es un perfeccionista. «Siempre encuentro algo que no está bien», una actitud que «es buena porque me mantiene alerta». Esas ganas de seguir mejorando cada día mezclada con una cierta ambición es lo que le ha permitido «conseguir un equilibrio y un bienestar emocional». Y eso se lo ha dado el arte, «lo que más me gusta de la pintura es la capacidad que tiene de marcarme nuevos retos». El más grande al que se ha tenido que enfrentar hasta la fecha fue pintar un retrato de Rafael Nadal. No tanto por la dificultad técnica que conllevan los retratos, si no por lo que le inspira el tenista manacorí. «Es una persona luchadora y humilde, nunca deja que se le escape ninguna bola, me gusta la forma que tiene de encarar la vida». Tras seis meses de intenso trabajo, el resultado impresionó a todo el mundo, incluso a Nadal que quiso conocerlo en persona.
«En la pintura plasmas lo que de verdad eres, lo que sientes. Es un reflejo de ti». Y la de Florin esta repleta de fuertes contrastes de luz y color en tono realista pero sin renunciar a la fantasía. Y esa intensidad y fuerza es, precisamente, lo que le ha empujado a no rendirse.
Recorrer el mundo para demostrar la habilidad
Sarah Biffen fue la primera pintora británica con la boca reconocida. Nació en Somerset sin brazos ni piernas y vivió hasta el 1.850. En su vida adulta se las arregló para viajar por todo el mundo demostrando su habilidad como pintora sujetando el pincel entre sus dientes. Su talento fue tal, que la Real Academia de las Artes de Inglaterra aceptó una de sus obras. Ella inspiró a otro pintor con la boca, Erich Stegmann, para consitutir la asociación de pintores con la boca y con el pie.
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