
Tradición
Qué significa cuando pones belén y no árbol en tu casa en Navidad: la diferencia que pocos conocen
Más allá de la decoración, elegir el belén sobre el árbol revela una forma concreta de entender la Navidad

Cada diciembre las casas se dividen en dos bandos, los del árbol y los del belén. Unos cuelgan luces, bolas y guirnaldas; otros montan montañas de corcho, ríos de papel de aluminio y colocan al Niño en su portal. Pero detrás de esa elección aparentemente decorativa hay mucho más que gusto o tradición, hay un mensaje. Poner solo el belén y dejar el árbol en el trastero es una forma de decir “la Navidad empieza en el pesebre”. Es elegir el símbolo que recuerda el origen, la fe y el calor familiar frente al brillo comercial de las luces.
El belén: la representación del nacimiento de Jesús
Montar el belén es una costumbre que hunde sus raíces en el siglo XIII, cuando San Francisco de Asís recreó por primera vez la escena del nacimiento de Cristo en la pequeña localidad italiana de Greccio. Aquel gesto dio origen a una de las tradiciones más queridas del mundo cristiano, que pronto se extendió por Europa y llegó a España impulsada por la Iglesia y la realeza.

En el belén, cada figura tiene un papel simbólico:
- La Sagrada Familia representa la humildad y la esperanza.
- Los pastores y los animales, la sencillez del pueblo.
- Los Reyes Magos, la adoración universal.
Como explica el papa Francisco, el belén “nos recuerda que Dios se hace cercano”, y por eso sigue siendo, ocho siglos después, un símbolo de fe y de encuentro familiar.
El árbol de Navidad: una tradición distinta
El árbol, en cambio, tiene un origen más tardío y diferente. Su costumbre nació en Alemania en el siglo XVII, cuando se decoraban abetos perennes como símbolo de vida eterna. Con el tiempo, la tradición se mezcló con la celebración cristiana y se difundió por Europa, llegando a España en el siglo XIX.

El árbol de Navidad simboliza la luz en medio del invierno y la renovación. Su estrella, en la punta, representa la guía hacia Belén. Pero, a diferencia del belén, su significado es más cultural y decorativo que espiritual. Hoy se asocia sobre todo a la convivencia, la estética y la celebración social.
Qué significa poner solo el belén en casa
- Volver al sentido religioso de la Navidad: optar por el belén y no por el árbol es una forma de mantener viva la esencia cristiana de estas fiestas: celebrar el nacimiento de Jesús. El centro no es la decoración, sino el mensaje.
- Reafirmar una tradición profundamente española: España es, junto a Italia, uno de los países donde más se conserva esta costumbre. Montar el belén es un gesto que conecta generaciones, une a las familias y mantiene una identidad cultural arraigada.
- Buscar sencillez y recogimiento: también hay quienes eligen solo el belén por motivos prácticos o estéticos: ocupa menos espacio, invita a la calma y crea un ambiente más íntimo. Frente al brillo y el consumo, el belén aporta serenidad.
- Mantener un ritual con valor familiar: el proceso de montar el nacimiento, elegir las figuras y contarlo a los más pequeños se convierte en una tradición compartida. No es solo decoración: es memoria y educación en valores.
Un gesto con historia y sentido
En tiempos de luces LED, árboles artificiales y decoraciones de catálogo, poner solo el belén puede parecer una elección modesta, pero encierra un mensaje profundo. Es una manera de recordar que la Navidad nació en un pesebre, no bajo un árbol decorado.
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