Opinión

Sistema perverso

Hay discriminación a las personas mayores por el simple motivo de serlo

Paloma Pedrero
Paloma Pedrerolarazon

Me ha impresionado mucho indagar sobre el edadismo, discriminación a las personas mayores por el simple motivo de serlo, en la sanidad española. El que un médico, ante una consulta, le diga a un anciano que su dolencia viene por la edad, es el pan nuestro de cada día, pero que eso se esté institucionalizando hasta el punto de provocar numerosas muertes prematuras en personas que no la desean, es espeluznante. El asunto saltó en la pandemia con los infortunados mayores en residencias que, negándoles tratamientos en hospitales, fallecieron de la peor manera: solitos y sin paliativos. La cosa ha seguido ascendiendo y se manifiesta especialmente en la negación de pruebas preventivas como mamografías, colonoscopias, diálisis…, debido a la edad, lo que origina llegar tarde al mal del paciente o no llegar nunca. Muertes innecesarias por una cuestión puramente económica: el coste no compensa la efectividad. ¿Les compensaría si el enfermo fuese su padre o madre? Es tan despreciable la ecuación que no requiere de comentarios. Siempre me ha sorprendido que cuando llegas de nuevas a una consulta lo primero que te pregunten es la edad. Como ahora la pantalla del ordenador es su espejo, te miran poco verdaderamente. Me extraña, asimismo, que la mayoría no pesen a los pacientes a la hora de prescribirles medicamentos, ¿la misma dosis para una de cincuenta que otro de ochenta kilos? Es absurdo también que no pregunten a qué te dedicas o cómo te va la vida en ese momento. Muchas carencias hacen una mala praxis médica, y no solo la falta de tiempo o el salario bajo de los sanitarios. Muchas carencias culturales y legales que generan una penosa falta de confianza de la gente corriente. Para colmo los seguros privados elevan las cuotas de forma desorbitada a los mayores. Personas que llevan pagando años y que cuando más lo necesitan son excluidos de lo mejor de la privada: la rapidez en las citas. Es perverso un sistema que nos cura para que lleguemos a viejos y no nos cura cuando somos viejos.