Día Mundial del Síndrome de Down

Un camarero extra con Down

Trabajar en cáterings, una nueva salida laboral que impulsa Samantha Vallejo Nágera.

Pepe, Carlos y Raquel le muestran a Samantha cómo servirán a jamón a los comensales que acudan a su cátering
Pepe, Carlos y Raquel le muestran a Samantha cómo servirán a jamón a los comensales que acudan a su cáteringlarazon

Trabajar en cáterings, una nueva salida laboral que impulsa Samantha Vallejo Nágera.

Hay una idea que llevaba años rondando en la cabeza de la chef Samantha Vallejo Nágera: contar de forma habitual con jóvenes con síndrome de Down que trabajarán en su cátering como camareros. El problema es que su ajetreada agenda no le dejaba tiempo para poner en marcha el proyecto. Pero a lo largo de estos tres primeros meses –temporada baja de eventos– ha conseguido ponerse manos a la obra.

«Siempre he estado muy implicada con las diferentes fundaciones, me gusta ayudar, asesorarlas con proyectos y este es un paso más», explica la cocinera. Hace una década que Samantha está implicada en todo el movimiento Down, la edad que tiene su hijo «Roscón», que se ha convertido en el centro de su casa. Es el niño mimado de sus tres hermanos «y todos me dicen que quieren hacerse cargo de él cuando sean mayores».

Ella ha percibido que, a lo largo de los últimos años, «los puestos administrativos donde trabajan muchos de estos jóvenes se han reducido con la crisis y, en cambio, en los servicios de cátering, que son trabajos igual de mecánicos, serían perfectos estos perfiles». E insiste en que «no sólo hay que esconderles en las cocinas, también pueden trabajar de camareros extra». Y es que es un perfil que cada vez les solicitan más.

A pesar de la oportunidad, la juez de Masterchef reconoce que uno de los principales escollos al que se tiene que enfrentar son los padres: «Me cuesta mucho que vean la oportunidad y que les den autonomía. Sé que son muy capaces de hacerlo. Quiero tratarles como a cualquier otro chico normal. Es decir, hay algunos que son perfectos para este trabajo y otros que no tienen la presencia para ello». Samantha insiste en que «si queremos que la integración social sea real, no podemos sobreproteger a nuestros hijos porque pueden llegar mucho más lejos de lo que creemos los padres».

LA RAZÓN acompaña a la chef a una reunión de trabajo. A la cita acuden Carlos, de 34 años, Raquel, de 30, y Pepe, de 27. Los tres llegan impecables, acompañados de sus madres. Están ilusionados de poder trabajar con Samantha. «¿Veremos a famosos y actores?», le preguntan de primeras. Samantha les hace algunas preguntas sobre su día a día, para saber si podrá o no contar con ellos. Ahí es cuando las madres despliegan todo el calendario de actividades. Tienen agendas más completas que las de un alto ejecutivo, pero al final saben que encontrarán un hueco para trabajar como extras de camareros. La chef sólo hace una pregunta: «¿Son independientes?». Es el único requisito, que sean capaces de llegar a los sitios y que se comprometan.

Mientras las madres cuadran agendas, Samantha les enseña a llevar una bandeja: «Y preguntáis: ''¿un poquito de jamón?''»