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Sr. Chinarro, contra el amor

Publica «Enhorabuena a los cuatro», un álbum basado en la canción popular contra la mitificación de la pareja. Cuándo: miércoles, 13 de marzo. 20:00 horas. Dónde: Museo Cerralbo. Madrid. Cuánto: entrada con invitación.

Sr. Chinarro, contra el amor
Sr. Chinarro, contra el amorlarazon

Es una mala idea quedar con un músico para hacer una entrevista un viernes por la mañana.

Es una mala idea quedar con un músico para hacer una entrevista un viernes por la mañana. Antonio Luque, la carne mortal de Sr. Chinarro, llega tarde. La discográfica explica que se acaba de mudar a Madrid, y que aún no calcula bien los tiempos y las distancias. Pero no es eso exactamente. «También llegué tarde a la entrevista con ''El País'', no te lo tomes como algo ideológico –se disculpa–. Ayer estuve tomando unas copas...». La razón de tanta entrevista mal ubicada en viernes es que acaba de publicar «Enhorabuena a los cuatro» (Mushroom Pillow) manteniendo su produción musical entre las más altas de los artistas españoles, a uno por año.

Lo importante es la letra

«He contestado muchas veces a esa pregunta. ¿Acaso hay una estadística de lo que es normal? Un disco al año era lo habitual cuando yo era joven. Por ejemplo, The Cure...», y Luque empieza a enumerar los de la banda de Robert Smith entre 1979 y 1985. «Si tienes una crisis de ideas, paras, pero, si no, ¿por qué vas a hacerlo?», afirma. En el nuevo álbum, Luque abunda en los ritmos populares, en las estructuras más básicas de la canción. «La mayoría de los temas se hacen con tres o cuatro acordes. Da igual que sea de Beach House o de Camarón. Creo que todas son antes una letra que otra cosa. Aunque llevemos toda la vida escuchando las letras en inglés y no nos hayamos dado cuenta, lo importante es lo que se quiere decir, lo que se canta», afirma. Y en este caso, la palabra es pura ironía en torno a las relaciones afectivas. El título de «Enhorabuena a los cuatro» es una felicitación a una pareja de recién casados y a sus amantes. «Intento trivializar un poco el asunto porque yo no soy sociólogo ni puedo arreglar el mundo, pero esta era una preocupación que tenía, porque pienso que si analizamos cómo nos comportamos en las relaciones íntimas podemos explicarnos por qué el mundo no va bien. Aunque haya varias canciones que hablan de eso, no es un disco conceptual, es mi forma de soltar un discurso, los periodistas también lo hacéis todos los días», dice irónico.

Con esa tendencia de Luque a la ficción autobiográfica cabe preguntarse si los rencores que se cantan son propios o prestados. «Son los mismos, somos células de un organismo mayor». La diferencia está en que sólo un porcentaje muy pequeño de células de un organismo resultan cancerosas, mientras que las relaciones humanas fallan mucho más frecuentemente. «Las parejas son una estafa. Tiene que haber otra manera de organizarse que la familia. Del amor pasas a la familia y de ahí a la mafia, en dos pasos. Llegas al nepotismo y los enchufados que no valen para nada. Eso es la familia», asegura.

Pero no es la verdadera causa de todos los males. «Nos han vendido desde siempre esa moto del amor romántico, que viene de Dios, del absoluto. La metafísica, la media naranja. Eso causa sufrimiento a la gente, estamos amargados buscando una cosa que no existe», asegura. «Me pregunto si lo ponemos en duda. Todo el mundo puede hacerlo. Incluso el Papa se ha preguntado por Dios. Pero es curioso que esos libros que mitifican el amor los hayan escrito tipos que no amaban, como los monjes o los poetas». Uno de los cortes del disco, «Solo Shakespeare», agarra al culpable. «En esa canción, aparte de rimar tetas con Julieta (risas), intento decir que el gran disparate es escribir ''Romeo y Julieta''. De niño te meten esas ideas de la trascendencia en la cabeza... Babear en un bar no es una tontería, es parte de nuestra naturaleza. Lo siento, pero creo que acierta más Darwin que los apóstoles, y que, si hay una verdad, está él más cerca de ella». A Luque le indigna que el amor termine en suicidio, y todos esos lugares que hay en cada ciudad adonde van los desesperados a poner fin a su vida. «Se me ocurrió contarle a mi hijo la historia de la Peña de los Enamorados (Antequera). Que es la de un moro y una cristiana que se suicidan, como en la obra de Shakespeare. Pues a mí una historia que acabe en suicidio no me vale. Yo también sufro, no soy tan descreído, pero el amor debe servir para llevarnos bien y para dormir calentitos. Debe ser que tengo sangre judía, lo digo por mi nariz, y que yo también sufro esa búsqueda del absoluto».

Quitar «lo menos comprensible»

De lo que no cabe duda es de que es buena fuente de inspiración: «Anoche estaba en el bar que te decía, después de haber tomado una copa, y me puse a escribir con el móvil como un loco...». A la hora de escribir, lo que más le cuesta es «quitar lo que mucha gente echa de menos, es decir, las partes menos comprensibles de su lírica característica. Aunque algunas me salen raras, es mi estilo». Acabando el café con leche que recomponga el naufragio de un jueves por la noche, queda una duda. ¿Qué tal terminó la cosa? «Eso no te lo voy a contar». La cuestión era si de ahí saldrá una canción. «La mayor parte de lo que escribí no tenía sentido».

La novela puede esperar

Antonio Luque no tiene previsto volver a escribir una novela. «Exitus» (El Aleph), su debut literario, obtuvo buenas críticas. «El problema no es escribirla, es terminarla. Y publicarla, un milagro. Y no digamos que se venda...» Antes de volver al libro, publicará otro disco. «Ya lo tengo casi terminado». Saldrá el año que viene, como es de esperar. «No será como ninguno, sino más rarete. He colgado alguna maqueta en mi Bandcamp, pero nadie se ha dado cuenta», asegura. «Tampoco nota nadie que está mal tocada. Lo bueno de la música es que la gente que no tiene en absoluto oído, la puede disfrutar. Ahí sí que hay algo trascendente, espiritual».